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A ocho meses del feroz y criminal ataque al fotorreportero Pablo Grillo -herido gravemente por el gendarme Héctor Jesús Guerrero, hoy procesado, a pesar del encubrimiento del Ministerio de Seguridad- Patricia Bullrich sigue aplicando el mismo protocolo criminal contra las libertades democráticas, el derecho a la protesta y el reclamo de los jubilados, hambreados por su gobierno. Bullrich asume plenamente la responsabilidad por las embestidas de las fuerzas represivas a su cargo, que cada miércoles paralizan el centro porteño para ensañarse con los jubilados. Es una medida ´preventiva´ del gobierno, que apunta a desmantelar el sistema previsional con una ´reforma estructural´ al servicio de los fondos de pensión y del capital financiero.
Las marchas de los miércoles se realizan desde hace más de tres décadas. Comenzaron a realizarse contra la ´reforma previsional´ del menemismo, y continuaron bajo todos los gobiernos de turno, que profundizaron la miseria jubilatoria.
Mientras tanto, los hechos se repiten cada miércoles en las movilizaciones de los jubilados a Congreso. En esta ocasión, se produjeron intentos de detener a jóvenes, que son previamente “marcados” mediante el equipamiento tecnológico que las fuerzas poseen. Una joven militante de la organización Ni Un Paso Atrás de Madres de Plaza de Mayo fue agredida de una trompada en un ojo por un efectivo de la Policía de la Ciudad. Uno de sus compañeros de la organización, el fotógrafo Fidel Tomás Bravo, había sido atrapado sin razón por la policía y la joven relató que "cuando fui a ayudar a mi compañero, un oficial me pegó una trompada y me corrió. No estábamos haciendo nada. ¿Entienden en qué situación estamos ya, que nos marcan y nos agarran?" (Anred, 12/11). La policía también detuvo al sacerdote Francisco “Paco” Olveira. Nuevamente se produjeron corridas y palos, con un saldo de numerosos heridos.
A este gobierno liberticida no le ha bastado con cercenar el derecho a reclamar en el Anexo de Diputados ni con impedir la marcha alrededor del Congreso Nacional mediante vallas y una desmesurada presencia represiva de todo tipo. Semana a semana aplica violencia y provocación.
Hoy, una vez más, fotorreporteros, jóvenes militantes que acompañan nuestros justos reclamos, y hasta alguna jubilada fueron agredidos con una brutalidad inconcebible.
Mientras los jubilados protestamos con nuestras consignas, haciendo ruido con tarros y tapas, sin protección alguna, el aparato represivo se despliega con recursos millonarios: gases de todo tipo, móviles, equipos de protección, máscaras, drones y videocámaras. Todo esto mientras Bullrich, al unísono con Milei, repite que “no hay plata”.
Las detenciones y el ensañamiento violento, especialmente contra fotorreporteros, periodistas y jóvenes que nos acompañan, evidencian el intento de impedir el testimonio gráfico del accionar perverso y siniestro de estos personeros de la represión. Han elegido agredir a los más jóvenes porque el ataque a los jubilados ha sido condenado por la opinión pública.
Ni los empujones, ni las refriegas, ni los golpes, ni los gases lograrán sacar a los jubilados de los miércoles del Congreso. Allí se juegan no solo nuestras condiciones actuales de vida, sino también el futuro del derecho a jubilarse de los trabajadores en actividad.
La implantación del temor y el terror como recurso de disciplinamiento y regimentación por parte de este gobierno represor y hambreador probablemente se agudice con la reforma penal que impulsa, en previsión de los choques que provocarán las reformas laboral y previsional exigidas por el FMI.
No sorprende, entonces, que una vez más se descargue el accionar represivo sobre los cuerpos y derechos de quienes reclaman, se manifiestan y acompañan.
A las fuerzas de seguridad, nuestro más enérgico repudio, al igual que a quienes desde el poder ejercen el autoritarismo y la violencia.
¡A quienes nos acompañan en esta lucha, toda nuestra solidaridad siempre!
Abajo la represión.
