Escribe Olga Cristóbal
Netanyahu alertó sobre el aislamiento y temen una fuga de cerebros. Las universidades públicas argentinas han cerrado filas con los genocidas.
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Un número cada vez mayor de universidades, instituciones académicas y organismos científicos están rompiendo relaciones con el mundo académico israelí, por su complicidad con el gobierno criminal de Benjamin Netanyahu y el genocidio en Gaza. Solo en Europa superan el millar las instituciones adheridas al boicot.
El Equipo de Seguimiento del Boicot Académico a Israel, una entidad creada por la Asociación de Rectores Universitarios de Israel, señala un fortalecimiento importante de los boicots académicos, que no disminuyó con el último cese del fuego. El 25 % del millar de produjo en los últimos meses.
El año pasado, la Universidad Federal de Ceará, en Brasil, canceló una cumbre sobre innovación con una universidad israelí, mientras que numerosas universidades de Noruega, Bélgica y España rompieron todo vínculo.
Otras, como el Trinity College de Dublín, han seguido su ejemplo en el verano boreal. La Universidad de Amsterdam canceló un programa de intercambio de estudiantes con la Universidad Hebrea de Jerusalén, y la Asociación Europea de Antropólogos Sociales declaró que no colaborará con instituciones académicas israelíes y propuso a sus miembros seguir su ejemplo.
El informe, publicado por el diario Haaretz, afirma que la imagen negativa de Israel en Europa parece “tan profundamente arraigada que las medidas políticas por sí solas no bastan para cambiar la percepción del público”.
La investigación precisa que el 57 % de los casos de boicot afectan a investigadores individuales, principalmente a través de la exclusión de grupos de investigación internacionales, mientras que el 22 % se refiere a boicots institucionales entre universidades europeas e israelíes, el 7 % a boicots impuestos por asociaciones profesionales y el 14 % a la suspensión de programas internacionales, como intercambios de estudiantes y asociaciones posdoctorales.
El equipo advierte que la expansión de las formas de boicot académico podría empujar a la educación superior israelí a un “aislamiento peligroso que supone una amenaza estratégica real para su prestigio internacional” (Haaretz 25/11).
Stephanie Adam, de la Campaña Palestina para el Boicot Académico y Cultural a Israel, calificó a las instituciones académicas israelíes como cómplices del “régimen de ocupación militar, apartheid colonial y ahora genocidio que Israel lleva décadas imponiendo”, y añadió que las universidades tienen “la obligación moral y legal de romper sus vínculos con las universidades israelíes cómplices”.
A mediados de septiembre, Netanyahu reconoció por primera vez que Israel había entrado en “una especie de aislamiento” y afirmó que el país debía prepararse para una economía más autosuficiente.
En 2025 se produjo una caída en las becas de investigación a académicos israelíes financiadas por el fondo Horizon Europe de la Unión Europea, que es nada menos que la principal fuente de financiación de la investigación científica de Israel. También fueron excluidos de sus proyectos de cooperación internacional.
Los bloqueos al financiamiento de la investigación podrían ser muy problemáticos, tanto para las universidades israelíes como para el país en su conjunto, dado que la economía israelí se basa en gran medida en la ciencia y la tecnología.
Estos temores son muy reales: desde 2021, Israel recibió una suma neta de 875,9 millones de euros del programa Horizon para la investigación científica. Sin embargo, en julio, la Comisión Europea propuso suspender parcialmente a Israel de Horizonte Europa.
Si esa decisión se confirmara, “afectaría a las entidades israelíes que participan en el EIC Accelerator, dirigido a empresas emergentes y pymes [pequeñas y medianas empresas] con innovaciones disruptivas y tecnologías emergentes que tienen un doble uso potencial, por ejemplo, en ciberseguridad, drones e inteligencia artificial”, dijo el portavoz de la Comisión Europea, Thomas Regnier.
Adam afirmó que hay indicios de que las acciones académicas están surtiendo efecto, y señaló que, en mayo de 2024, Netanhayu asignó 22 millones de euros específicamente para combatir el boicot académico promovido por Palestina, mientras que la participación de Israel en la financiación de la investigación de la UE ha disminuido.
Un artículo de The Guardian, del 13/9/25, reveló que de los 478 investigadores noveles seleccionados para recibir sus becas iniciales de 2025 como parte del programa Horizon Europa, solo 10 se encuentran en Israel, en comparación con los 30 de los 494 becarios del año anterior.
Si el dinero deja de fluir y las colaboraciones prestigiosas se cancelan, el temor de los rectores es que los investigadores abandonen Israel, posiblemente para no volver nunca, lo que alimentaría una “fuga de cerebros” que ya es motivo de preocupación en el ámbito de la medicina, apunta The Guardian.
El informe de los Rectores especula con que “es probable que la tendencia continúe y que el movimiento de boicot acompañe al mundo académico israelí durante mucho tiempo”. “No remitirá sin cambios regionales y geopolíticos importantes”, agrega.
El informe de los rectores dice que Estados Unidos sigue siendo el principal socio de investigación de Israel, “aunque a un nivel ligeramente inferior al de años anteriores”. Y afirma que la presidencia de Trump y las medidas adoptadas por el gobierno contra las principales instituciones de investigación “frenaron en gran medida los casos de boicot académico en ese país”. No obstante, dicen, existe un movimiento de «boicot silencioso» en Estados Unidos.
El historiador israelí antisionista Ilan Pappé fue objeto de un boicot de sentido inverso. Pappé se exilió en 2007 después de recibir permanentes amenazas de muerte contra él y su familia, tanto por sus fuertes críticas al sionismo como por su trabajo académico que desmiente la versión oficial de la creación del Estado de Israel.
Pappé, de prestigio internacional, fue profesor de ciencias políticas en la Universidad de Haifa desde 1984 hasta 2007, y también fue director del Instituto Emil Touma de Estudios Palestinos en esa misma universidad. Cuando se fue a Londres su cátedra estaba semivacía: los profesores de la universidad rechazaban inscribir en sus cátedras a estudiantes que se hubieran anotado en la de Pappé.
Pappé recordó que “la gran mayoría de los académicos israelíes imparte cursos y títulos a los servicios secretos, la policía y las agencias gubernamentales que reprimen a diario a los palestinos”.
En el caso de la Argentina, la complicidad de las autoridades universitarias con los genocidas sionistas es total: en julio de 2024, Ricardo Gelpi, rector de la UBA, se reunió con Michal Cotler-Wunsh, enviada especial del gobierno de Israel para combatir el “antisemitismo”, como pretende disfrazar el sionismo cualquier solidaridad con el pueblo palestino. La enviada “destacó el trabajo que viene llevando adelante la UBA en ese sentido”.
La UBA mantiene vigentes todos los convenios de cooperación con varias universidades israelíes como la Universidad Hebrea de Jerusalén, la de Tel Aviv y la Ben-Gurion. También existen iniciativas específicas como el Centro Interdisciplinario de Altos Estudios Israel - América Latina, que fomenta la colaboración académica entre la UBA y la Universidad Hebrea de Jerusalén, patrocinada por el ejército sionista.
Otro convenio es entre la Universidad Nacional de las Artes (UNA) y la Universidad de Haifa, de cooperación académica e intercambio estudiantil. Además, la Universidad Nacional de Hurlingham firmó un convenio con Yad Vashem para la promoción y estudio del Holocausto en Argentina.
La UNC tiene un convenio con la Universidad Israel Technion, que desarrolla tecnologías de drones militares teledirigidos y bulldozers militarizados a control remoto, utilizados para demoler viviendas palestinas.
En mayo de este año, cuando el genocidio y la hambruna arreciaban en Gaza, el rector Gelpi y el vicerrector Emiliano Yacobitti, descubrieron una placa en los terrenos de la Universidad en la Ciudad Universitaria frente a la plana mayor de la Embajada, la DAIA y la AMIA, rabino y decanos en alegre montón.
La placa decía “Nuestro corazón está en Gaza”. Y no aludía obviamente a las decenas de niños y mujeres asesinadas, ni al bombardeo y destrucción de TODAS las universidades palestinas ni al asesinato de miles de docentes y estudiantes.
La dirección universitaria argentina deberá algún día rendir cuentas por su militancia a favor del genocidio.
