Escribe Olga Cristóbal
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Al final de varias “semanas catastróficas en los tribunales, y después de que sus abogados le explicaran la gravedad de su situación”, Benjamín Netanyahu “se vio empujado al rincón que siempre temió: solicitar el indulto al presidente, Isaac Herzog” (Haaretz 3/12). Netanyahu, que niega las acusaciones en su contra, enfrenta tres procesos judiciales en curso: corrupción, fraude, abuso de confianza y soborno.
Una sentencia por depravación moral significaría abandonar la vida pública por lo menos durante los próximos siete años. Según los analistas de Haaretz, Netanyahu “solo entiende una cosa: no debe entrar en campaña sin que se resuelva su problema legal y finalice su juicio”. Y coinciden en que más que un pedido de indulto el genocida “está extorsionando a Israel y a su presidente mediante amenazas”.
La carta -que muchos entendieron más dirigida a sus bases que a lograr un indulto que no reúne las condiciones legales para ser otorgado- “reprodujo las difamaciones contra el sistema judicial que se atrevió a juzgarlo”." Atacó a los investigadores policiales y a la fiscalía, y reiteró que era víctima de una caza de brujas y de casos fabricados que se están «derrumbando» en los tribunales día a día”. El juicio, enfatizó, ponía en riesgo la seguridad del Estado de Israel y minaba sus nuevos vínculos amicales con algunos países islámicos.
El destino judicial del sionista también inquieta a Donald Trump, que en octubre le pidió a Herzog intempestivamente, en plena sesión en el Parlamento israelí, que indultara a Netanyahu. Poco después, le envió una carta oficial en la que calificó los cargos como una «guerra legal política» y le exigió lo mismo.
“Me impactó saber que el Estado de Israel, que acaba de vivir uno de sus momentos más memorables, liderado firmemente por Bibi Netanyahu, continúa su ridícula cacería de brujas contra su primer ministro de la Gran Guerra”, escribió Trump. “El juicio de Bibi Netanyahu debería ser cancelado de inmediato, o se debería conceder un indulto a un gran héroe que tanto ha hecho por el Estado”, agregó.
No es sorprendente: el yanqui es el primer mandatario norteamericano condenado en un juicio penal y tiene en proceso varias causas del mismo tipo -sobornos, falsificaciones, extorsión, latrocinios-. Sin embargo, logró que la Corte Suprema las suspenda mientras dure su mandato. Trump también tuvo que pedir por la libertad de Bolsonaro, desmerecer la estafa cripto de Milei y acaba de amnistiar a otro cómplice, el expresidente hondureño Juan Hernández, que cumplía una pena de 45 años de prisión en EE. UU. por narcotráfico.
Su amigo Netanyahu, en el ‘caso 1.000’ está acusado de haber recibido regalos por parte del magnate de Hollywood Arnon Milchan, a cambio de favores políticos, y por el ‘caso 2.000’, en el que supuestamente benefició al editor jefe y copropietario del medio Yedioth Ahronoth, Arnon Mozes, en un escándalo de fraude y abuso de confianza para perjudicar al periódico de la competencia Israel Hayom.
Además, se lo juzga porque en su segunda etapa como ministro de Comunicación (2015-2017) habría sobornado al empresario Shaul Elovich, quien controlaba la empresa de telecomunicaciones Bezeq y el sitio web Walla News, para granjearse una cobertura mediática favorable.
La carta personal de Netanyahu a Herzog ni admite que es culpable -una condición sine qua non para ser indultado- ni pide explícitamente el indulto. Solicita simplemente la terminación de su juicio penal. La ley otorga al presidente la facultad de “indultar a los delincuentes”. Pero Netanyahu no ha sido condenado y por lo tanto no se le considera legalmente un delincuente. Otorgar un perdón presidencial antes de que se emita una condena es totalmente irregular para las leyes israelíes. El único indulto en la historia otorgado antes de una condena benefició a dos asesinos de palestinos y fue firmado por el padre de Herzog, en 1984.
Netanyahu tiene pedida la captura internacional por genocidio de la Corte Penal International. Sus abogados escribieron el domingo que un indulto permitiría al primer ministro permanecer en el cargo y “dedicar toda su energía, tiempo y capacidades a fortalecer el Estado de Israel”.
Esta semana, el carnicero de Tel Aviv pidió a su cómplice Donald Trump más apoyo para su proceso de indulto. La ministra Idit Silman ha ido más allá: "Si el presidente Herzog no sabe cómo favorecer la seguridad de Israel y del pueblo israelí, a favor de la unidad, creo que el presidente Trump podría tomar medidas adicionales y verse obligado a intervenir. Medidas que quizá podrían incluir la imposición de sanciones a altos funcionarios del sistema judicial".
La solicitud de indulto generó indignación en gran parte de la sociedad. Herzog admitió que la posibilidad de que se cierren las causas “inquieta profundamente” y dijo que resolverá el asunto únicamente en función del “bien del Estado y de la sociedad israelí”. Añadió que no se dejaría influir por la “retórica violenta” que rodea la solicitud e invitó “al público israelí a la residencia presidencial para expresar su opinión”.
La prensa especula que Herzog podría intentar obtener un «paquete» de compromisos como hacer más digerible el indulto. Por ejemplo, la creación de una comisión estatal de investigación sobre qué falló el 7 de octubre, la suspensión de la legislación que propone una sumisión radical del Poder Judicial al Ejecutivo, o el bloqueo del proyecto de ley de reforma de la radiodifusión del ministro de Comunicaciones, Shlomo Karhi.
El pedido enerva aún más la tensa relación del Ejecutivo con la Justicia. El primer ministro y su gabinete piden la remoción de la fiscal general del país, Gali Baharav-Miara, a quien acusan de abuso de poder y pretender derrocarlo (la misma línea argumental de Trump y Milei en sus choques con el Poder Judicial).
La propia fiscal, sin embargo, acusó a Netanyahu de utilizar la ofensiva desatada contra la Franja de Gaza y que causó ya más de 70.000 palestinos muertos para impulsar una legislación que “ponga en jaque la democracia” israelí y la independencia judicial, un conflicto anterior a octubre que echó a millones de israelíes a las calles.
La fiscal no acudió a las sesiones convocadas por una comisión ministerial para tratar su posible despido, dice que son una “farsa”. En agosto, la comisión votó destituirla, pero el Tribunal Supremo desestimó esa decisión. Hasta Herzog reconoció que la investigación ministerial contra la fiscal es un caos absoluto.
El líder de la oposición, Yair Lapid, pidió a Herzog que le niegue el indulto a Netanyahu, si este no reconoce su culpabilidad, expresa arrepentimiento y se retira inmediatamente de la vida política. Yair Golan, jefe del partido de izquierda Demócratas, afirmó: “Sólo los culpables buscan perdón”.
Cientos de personas protestaron delante de la residencia de Herzog, en Tel Aviv, para exigir que rechace el indulto. Herzog no desmintió que promueve una negociación tripartita con los abogados del carnicero y la fiscalía, pero insiste en que no ha puesto condiciones. Fuentes políticas afirman que se espera que solicite compromisos significativos si se aprueba el indulto, entre ellos una comisión de investigación estatal del 7 de octubre, la suspensión de la reforma judicial y el bloqueo del proyecto de ley sobre medios de comunicación propuesto por el Gobierno.
