Escribe Joaquín Antúnez
Trump busca alinear a América Latina por “la razón o la fuerza” con la invasión de Venezuela.
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Las elecciones presidenciales en Honduras se han convertido en un evento de intromisión alevosa del imperialismo norteamericano en América Latina. Los resultados electorales se han demorado, en su versión preliminar, durante más de 10 días bajo graves sospechas de adulteración. El descontento se ha generalizado en todos los espacios políticos, principalmente, en el actual gobierno que ha pasado de liderar todas las encuestas por un margen del 5 % al 8 % sobre el resto de los candidatos a figurar en tercer lugar sin alcanzar el 20 % de los votos –incluso Rixi Moncada, candidata del oficialista LIBRE, no alcanza los votos de la interna de su propio partido-. En un país donde el 25 % de su Producto Bruto Interno (PBI) depende de las remesas enviadas desde Estados Unidos, una indicación de voto del presidente norteamericano es una declaración determinante.
En diversas coberturas periodísticas, el retraso en el conteo ha sido presentado como una responsabilidad de la empresa proveedora del servicio, la cual fue contratada a pesar de contar con un historial que la ha marginado en su país de origen, Colombia, de poder concursar para licitaciones de este tipo. Para colmo, dos de sus principales accionistas son hondureños ligados a los partidos históricos de la derecha del país: el Partido Nacional, defendido por Trump, y el Partido Liberal, que llevó la candidatura del saltimbanqui, Salvador Nasralla -declarado admirador de Bukele, Milei y Pinochet-.
Actualmente, el recuento provisorio arroja un 99,4 % de actas escrutadas, sin embargo, cerca de un 15 % del total (unas 2700 actas) han sido observadas, lo que llevará a reevaluar un total de 500 mil votos. Como la diferencia entre el primer candidato, “Tito” Asfura, y su competidor Nasralla, es de 42 mil votos la elección se definiría con ese recuento final. Para la presidenta de la Comisión Nacional Electoral (CNE), Ana Paola Hall, basta con esperar el desenlace de esa revisión. Hall fue designada en representación del Partido Liberal de Nasralla en un acuerdo tripartito con el PN y Libre. Hace días, Marlon Ochoa, representante de Libre en el CNE, ha declarado que desconoce el conjunto del recuento y ha reclamado la anulación inmediata de las elecciones debido a la injerencia externa de Estados Unidos así como diversas irregularidades en el sistema de datos (TREP), el cual denuncia como hackeado.
La propia Xiomara Castro, presidenta del país, ha denunciado que desconoce el resultado de las elecciones y que los mismos no podrían explicarse sin la injerencia estadounidense. Al mismo tiempo, ha denunciado que las bandas paramilitares conocidas como maras han ejercido un trabajo de intimidación sobre la población en favor de Asfura. Las maras son bandas criminales con las cuales el expresidente del PN, Juan Orlando Hernandez, había entablado un aceitado sistema de colaboración y encubrimiento en sus 8 años de mandato (2014-2022). Fue por estas razones que un juzgado estadounidense lo condenó a 45 años de prisión en 2024; ahora ha sido indultado por el presidente Trump en las vísperas de la elección presidencial.
La tensión ha escalado desde antes de las elecciones, cuando la oposición se complotó para convocar de manera unilateral a sesiones extraordinarias desde el 1 de noviembre al 20 de enero. La convocatoria a estas sesiones carecía de temario, solo buscaba mantener al pleno reunido para evitar el ingreso en receso del Parlamento y que la Comisión Permanente -encabezada por el oficialismo de Libre- siguiera la agenda parlamentaria. En sintonía con el rechazo expresado por la Presidencia y la candidata de Libre, esta Comisión Permanente ha desconocido el resultado electoral. Sin embargo, no tiene peso legal esta declaración. El Congreso es el encargado, en sesión plenaria, de designar un ganador si el CNE incumple su plazo de 30 días para informar resultados fehacientes.
En una [extensa nota(]https://www.medelu.org/En-Honduras-la-historia-detras-del-golpe-electoral#nh1), el periodista Maurice Lemoine, ha denunciado una larga lista de irregularidades -sin esconder sus simpatías por el gobierno de Castro- que están asociadas a la postura que ha tomado la Unión Europea, la Organización de Estados Americanos y el gobierno de los Estados Unidos sobre el proceso electoral hondureño. Estos organismos han enviado observadores electorales, que ya se han retirado del país, concluyendo que la elección estuvo amparada por un marco de paz y libertad. Sin embargo, todos los informes anteriores y expresiones de embajadores o delegados de estos organismos habían denunciado un “giro autoritario a lo Nicaragua y Venezuela” por parte del gobierno de Castro, sembrando dudas sobre la independencia del proceso electoral. Durante las primarias, la entonces presidenta del CNE, representante del PN, denunció una intervención del ejército en favor de la candidata oficialista en el reparto de urnas y boletas electorales.
Estos cruces fueron sembrando un terreno que fue inevitablemente inflamado por el apoyo electoral de Trump al candidato Asfura del PN. Por su lado, Nasralla que aspiraba a recibir el apoyo del magnate norteamericano fue parte activa de las maniobras y denuncias del imperialismo contra el gobierno buscando su aval político. Ahora, denuncia un fraude en su contra del CNE, que preside su propia designada, y exige un recuento “voto por voto”. Mientras tanto, el gobierno estadounidense declaró que “necesita conocer el resultado de manera inmediata y exige la definición sobre el ganador de las elecciones”. Al ser Asfura quién encabeza el recuento, se cae de maduro que exigen su inmediata confirmación como ganador y descartar cualquier tipo de recuento más exhaustivo.
Trump ha declarado que no “malgastará su dinero” si no es electo el candidato del PN. Castro, que había hecho tibias declaraciones sobre la injerencia trumpista, ha reaccionado de manera tardía al armado golpista orquestado bajo sus propias narices. El gobierno de Libre ha renovado la conducción de las Fuerzas Armadas, depurando a los dirigentes militares del golpe contra su esposo Zelaya en 2009. Esperaban poder evitar cualquier asonada con dicho proceso. Las movilizaciones convocadas por la candidata oficialista Moncada no han tenido un carácter masivo, a pesar de no haber sido reprimidas. Paola Hall, del CNE, ha pedido al ejército una definición: están con Trump o con el gobierno.
El golpe “electoral” ha pasado a una abierta etapa de confrontación política y física. El trumpismo se ha lanzado a una reconquista política, económica y militar de América Latina utilizando todos los medios a disposición. La deposición de Castro y Zelaya busca ser un nuevo paso en el aislamiento político de Cuba, Venezuela y Colombia.
Rechazamos una nueva injerencia del imperialismo en favor de la guerra imperialista.
Fuera el imperialismo, por la unidad socialista de América Latina.
