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Este 11 de diciembre de 2025, Portugal vivió una huelga general de alcance histórico: la primera en más de una década, convocada de manera conjunta por las dos principales confederaciones sindicales del país -CGTP-IN y UGT- contra el paquete de reforma laboral impulsado por el gobierno de centroderecha de Luís Montenegro.
La huelga produjo paros y movilizaciones en todo el país, con efectos notorios en el transporte público, educación y los hospitales. Se registraron manifestaciones y cortes en 15 distritos continentales y en las regiones autónomas de Azores y Madeira, con piquetes y concentraciones sindicales coordinadas localmente. Estas acciones se distribuyen desde zonas urbanas densas como Lisboa y Oporto hasta pequeñas ciudades del litoral y del interior, lo que demuestra una respuesta amplia y transversal del movimiento obrero.
La reforma facilita despidos, amplía la temporalidad de los contratos, introduce bancos de horas flexibles y debilita la negociación colectiva. El gobierno portugués y el argentino parecen haber abrevado en la misma fuente de inspiración para la 'modernización laboral'.
En Europa, el conflicto social se intensifica frente a ofensivas similares. En Francia, movimientos como Bloquons Tout convocaron huelgas contra recortes y políticas de “austeridad”, con protestas que adquirieron fuerza en 2025. Sindicatos y federaciones como industriAll Europe expresaron solidaridad con los trabajadores portugueses, denunciando la tendencia de gobiernos conservadores a debilitar derechos laborales en pos de “competitividad” y “flexibilidad”.
En conjunto, estos hechos muestran que la ofensiva patronal y de los gobiernos hacia la desregulación y la precarización está provocando respuestas sindicales amplias, que requieren coordinación transnacional para enfrentar cambios estructurales regresivos.
El gobierno minimizó el alcance de la huelga. La adhesión de los trabajadores fue, sin embargo, masiva.
