Escribe Jacyn
Su instrumentación por los genocidas del sionismo
Tiempo de lectura: 2 minutos
Una pareja de atacantes -padre e hijo- provocó una masacre en la playa Bondi, en Australia. Abatieron al menos a 16 personas e hirieron a más de medio centenar. Unas 2.000 personas se hallaban en la playa participando de la celebración de Januca -la festividad judía que conmemora la rebelión de los macabeos- cuando los agresores abrieron fuego. La policía demoró en llegar al lugar. La masacre no fue mayor porque un frutero de 43 años, de origen árabe, arriesgó su vida para arrebatarle el fusil a uno de los agresores. La policía dijo haber hallado en un automóvil que pertenecería a los agresores algunos artefactos explosivos caseros.
Ambos atacantes fueron identificados como Sajid Akram, de 50 años, muerto por la policía durante el ataque, y su hijo, Naveed Akram, de 24, quien se encuentra internado, herido de gravedad. Los dos son de orgien pakistaní. El padre había llegado a Australia en 1998, con una visa de estudiante. Naveed era albañil y había perdido el trabajo algunas semanas atrás. Vivían en un suburbio en las afuerras de Sidney, la capital australiana.
El padre tenía una licencia de armas desde hacía una década. Los fusiles que utilizaron en la masacre eran suyos y estaban legalmente registrados. Naveed había sido objeto de atención de la Organización Australiana de Inteligencia de Seguridad (Asio) durante algunos meses, en octubre de 2019. Fue examinado por posibles vínculos con una célula de Estado Islámico (ISIS), pero “la evaluación fue que no había indicios de ninguna amenaza en curso o amenaza de que él participara en actos de violencia” (Clarín, 15/12). La policía local dijo que no había nada “que indicara que alguno de los hombres involucrados en el ataque de ayer estuviera planeando el ataque” (ídem). En el allanamiento de las viviendas de los atacantes, los investigadores “no encontraron nada vinculado con sus creencias religiosas ni antisemitas” (Clarín, 14/12).
Ninguna organización se atribuyó el atentado. Los gobiernos de Irán y de Qatar lo condenaron con severidad.
El gobierno de Benjamín Netanyahu, sin embargo, aprovechó este crimen atroz para justificar sus propias atrocidades. Netanyahu criticó al gobierno australiano y vinculó la masacre con el hecho de que su país haya votado por el reconocimiento del Estado palestino en septiembre, durante la Asamblea General de la ONU. Sostuvo que esa decisión “echó leña al fuego del antisemitismo” y “recompensa a Hamas”. El presidente israelí Isaac Herzogm, por su parte, denunció una “enorme ola de antisemitismo” en Australia. En este país -un aliado clave del imperialismo en Océano Índico-se produjeron grandes protestas contra el genocidio, desde una inicial en la Ópera de Sídney el 9 de octubre de 2023 hasta la marcha masiva, unas 300.000 personas, del 3 de agosto pasado.
Desde hace tiempo que el gobierno de Australia, encabezado por Anthony Albanese, contabiliza un supuesto crecimiento del antisemitismo, en el que se excusa para perseguir las manifestaciones contra la masacre de Gaza. Reaccionó a las críticas de Netanyahu anunciando nuevas medidas represivas. La lobista sionista Jillian Segal, designada por Albanese al frente de una comisión para “combatir el antisemitismo”, intentó vincular los tiroteos con las grandes protestas contra el genocidio (WSWS, 15/12).
El gobierno argentino no perdió la oportunidad de participar de una nueva provocación. En un posteo en X, Milei calificó los acontecimientos como “horrendos atentados perpetrados por terroristas islamistas” y afirmó que “las ideas woke, izquierdistas y anticapitalistas” son las que “conducen a estos resultados”. “En lugar de expresar condolencias vacías de contenido, recuérdenlo la próxima vez que quieran ejecutar en la plaza pública de la cancelación (sic) a aquellos que defendemos las ideas de la libertad y los valores de Occidente”.
