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Hace una semana, Luis “Toto” Caputo anunció un “histórico” regreso a los mercados internacionales de deuda por un monto de 4.000 millones de dólares a una tasa increíble del 6 % anual, con la emisión del BONTE 2029. La Argentina no accedía a esos mercados desde 2018, cuando -después de que el mismo Toto Caputo tomara la deuda más grande de la historia de la Argentina- se produjo una crisis cambiaria y financiera por la salida masiva de capitales, la suba abrupta del riesgo país y la pérdida de reservas. Así, la Argentina quedó prácticamente excluida del crédito privado, para pasar a depender casi exclusivamente del acuerdo con el FMI, que funcionó como prestamista de última instancia.
Finalmente, este miércoles supimos que no fue un intento de colocar 4.000 millones sino 2.000, de los cuales solo 1.000 pudieron colocarse realmente y a una tasa de retorno del 9%, porque la lámina de 100 se colocó a 91. No fue una vuelta a los mercados internacionales, porque se licitó por ley local. Los tomadores fueron bancos, aseguradoras y empresas locales.
El Gobierno habilitó explícitamente a las aseguradoras para que compraran el bono usando dólares propios, para lo cual necesitaban autorización regulatoria. Muchas de esas aseguradoras tienen dólares que no provienen de ahorros genuinos, sino de fondos obtenidos por empresas argentinas que emitieron deuda recientemente en el exterior. Tras las elecciones, varias compañías colocaron más de 3.000 millones de dólares fuera del país. Esos dólares entraron al sistema financiero local -bancos, aseguradoras, fondos- y luego “saltaron” de un balance a otro hasta terminar comprando deuda del Estado. Pero eran dólares que ya estaban en el mercado local. Por lo tanto, hubo una reconfiguración interna del flujo. Los dólares cambiaron de manos, pero no aumentó el stock total de divisas del país.
Además, Caputo flexibilizó algunas restricciones cambiarias cruzadas.
Al eliminar trabas que condicionaban el acceso al dólar oficial cuando se compran dólares financieros, el Gobierno amplió la posibilidad de que personas y bancos operen en el mercado secundario de esos bonos sin tope administrativo (La Política Online, 10/12).
Por último, el Gobierno le prometió a los bancos bajar los encajes (reservas sobre depósitos) a cambio de que compraran el bono.
Hace apenas una semana, la provincia de Santa Fe colocó 800 millones de dólares a nueve años con una tasa del 8,3 %, y en noviembre la Ciudad de Buenos Aires había hecho lo propio por 600 millones de dólares a siete años, al 7,8 %. En cambio, el Tesoro nacional solo logró colocar 1.000 millones de dólares a cuatro años y pagará (en 2029) 9,26 % (ídem).
Caputo necesita 4.000 millones de dólares para hacer frente a los vencimientos de deuda de enero próximo, y tiene un déficit de reservas que se calcula entre 11.000 y 17.000 millones de dólares.
Milei no quería comprar dólares porque eso significaría emitir pesos o liberar los que sacó de circulación. Pero, debido a estas presiones, este lunes Economía anunció dos nuevas medidas. A partir de enero, el precio del dólar oficial se va a ajustar de acuerdo con la inflación y se van a incrementar las reservas, dos medidas inflacionarias.
La inflación está contenida por la paz de los cementerios, que es la recesión, el ancla de la miseria salarial y la apertura de las importaciones, que por un lado abarata bienes, pero por el otro masacra a la producción nacional.
Sin embargo, el aumento de precios continúa, impulsada por los tarifazos, el aumento sostenido de los combustibles y el aumento de precios de la transición de productos de estación. Si se actualizara la canasta, se vislumbraría un adicional de 8 puntos anuales.
Otra consecuencia recesiva la generan las tasas desorbitantes de interés, que tuvo que subir cuando liberó parcialmente el cepo cambiario.
El Gobierno no tiene con qué cubrir los próximos vencimientos de deuda. El Tesoro norteamericano se retiró del mercado de cambios argentino y el préstamo de 20.000 millones del J.P. Morgan se evaporó antes de existir.
Por esto, a la par de este bono, el Gobierno negocia con bancos internacionales un préstamo adicional de hasta 7 mil millones de dólares que solo podrá concretarse con una tasa usuraria.
El gobierno, cuyo único plan es seguir viviendo de prestado y saqueando a los trabajadores, plantea una reforma tributaria que solo acelera este vaciamiento de las arcas nacionales. Anunció una nueva baja de retenciones a la soja, una baja del impuesto a las ganancias de las empresas y una rebaja de los aportes patronales que va a vaciar aún más a la ANSES.
En tanto, el boom importador está generando una avalancha de cierres de fábricas. Mientras las empresas se reconvierten en importadoras, los trabajadores quedan en la calle.
