Argentina y Estados Unidos votan en contra de la promoción de la salud mental

Escribe Daniela Magoc

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El lunes 15 de diciembre, en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el principal órgano deliberativo de dicha entidad, se votó una declaración política cuyo objetivo es la “lucha contra las enfermedades no transmisibles y la promoción de la salud mental”. Los únicos países que no adhirieron a la misma fueron Argentina y Estados Unidos, siguiendo con la línea que sendos gobiernos vienen llevando adelante, que incluyó su salida de la Organización Mundial de la Salud (OMS) a principios de este año.

Las enfermedades no transmisibles (ENT), también conocidas como enfermedades crónicas, son el resultado de una combinación de factores genéticos, fisiológicos, ambientales y de comportamiento, de acuerdo a la OMS.

La declaración aprobada, se titula “Equidad e integración: transformar vidas y medios de subsistencia mediante el liderazgo y las medidas en materia de enfermedades no transmisibles y la promoción de la salud mental y el bienestar” y, entre otras cuestiones establece como objetivos, para el 2030, alcanzar 150 millones menos de consumidores de tabaco, 150 millones más de personas con la hipertensión controlada, 150 millones más de personas con acceso a atención de salud mental. Para poder llegar a estos objetivos, la declaración votada define que “al menos el 80% de los países cuenten con medidas políticas, legislativas y fiscales implementadas, y que un porcentaje similar de centros de atención primaria tengan acceso a medicamentos y tecnologías esenciales asequibles”

Además, insta a los países a asegurar financiamiento adecuado, mediante mayor financiación interna y cooperación internacional reforzada. Además, posiciona a las enfermedades no transmisibles y la salud mental como pilares centrales para “el desarrollo sostenible y la justicia social”.

El documento de resolución desarrolla que las enfermedades no transmisibles en su conjunto causan más de 43 millones de muertes al año, 18 millones de las cuales son prematuras (antes de los 70 años) y abarcan las enfermedades cardiovasculares (responsables de la mayor proporción de esas muertes), las enfermedades oncológicas, la diabetes y las enfermedades respiratorias crónicas. Además, menciona que hay 1.300 millones de adultos con hipertensión de los cuáles uno de cada cinco la tiene controlada; hay 800 millones de adultos con diabetes; una de cada cinco personas presenta cáncer en algún momento de la vida y se registran 20 millones de nuevos casos por año, de los cuales 400.000 corresponden a niños. Agrega que 3.700 millones de personas presentan afecciones bucodentales. A su vez, 674 millones de personas padecen nefropatía crónica y más de 300 millones de personas tienen alguna enfermedad rara. Y afirma que las afecciones de salud mental, como la ansiedad, la depresión y la psicosis, afectan a cerca de mil millones de personas en todo el mundo y en ocasiones coexisten e interactúan con otras afecciones neurológicas, como la enfermedad de Alzheimer y otras formas de demencia, las secuelas de los accidentes cerebrovasculares, la enfermedad de Parkinson, la epilepsia y otras enfermedades no transmisibles, así como el abuso de sustancias, y que el suicidio es la tercera causa de muerte entre las personas de 15 a 29 años.

La declaración, puramente declarativa, tuvo 175 votos a favor y sólo dos en contra. El boletín informativo de la ONU ubica como principal motivo del rechazo de Estados Unidos y Argentina a que “la declaración incorpora el derecho a la salud sexual y reproductiva y la necesidad de adoptar una perspectiva que aborde el hecho de que las mujeres soportan la carga de las enfermedades no transmisibles por duplicado debido a su papel como cuidadoras”. Tanto Trump como Milei son férreos opositores de la línea que ellos denominan “woke” y atacan el derecho al aborto, han cerrado programas de prevención de embarazo adolescente como el plan ENIA en Argentina y llevan adelante una línea fascista en contra de las mujeres y las disidencias sexuales.

Pero, además, la resolución reconoce a la Organización Mundial de la Salud como autoridad rectora y coordinadora de la labor internacional en materia de salud. También reconoce “su labor normativa y de fijación de normas, la prestación de cooperación técnica, asistencia y asesoramiento sobre políticas, y la promoción de alianzas y diálogos multisectoriales y multipartitos”, algo que los gobiernos de ambos países rechazaron con su salida de la OMS. Esta negativa es otra demostración por parte de ambos gobiernos de su alianza política en materia de salud, que apunta a la privatización del sistema sanitario, amparado en discursos antivacunas. En ambos países avanzan los recortes, cierres de programas y despidos, despojando a cada vez más personas del acceso a la atención de la salud. Ni hablar de la crisis al interior de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) impulsada por Kennedy, para instalar funcionarios afines que defienden argumentos antivacunas.

Cabe agregar que la situación en cuanto a la salud mental en Argentina es alarmante. Los últimos reportes estadísticos confirman que el país contabilizó 4.249 casos en 2024, según el Sistema Nacional de Información Criminal (SNIC) del Ministerio de Seguridad. Según la OMS, la tasa local se ubica aproximadamente en nueve muertes por cada 100 mil habitantes, mientras que el promedio global oscila cerca de los 8,2 casos. El suicidio, con un caso cada dos horas en 2024, es hoy la principal causa de muerte violenta, dejando en el segundo lugar a los siniestros viales y desplazó a las muertes por homicidio a la tercera posición. Estamos ante un tema que debe ser atendido de forma urgente.

Por otro lado, la votación de una declaración conjunta por parte de gobiernos capitalistas no garantiza que los objetivos sean cumplidos ni que efectivamente se implementen medidas inmediatas para la prevención y la promoción de la salud, dado a que las enfermedades no transmisibles afectan de forma desproporcionada a los habitantes de países de ingreso bajo y mediano, donde se producen casi las tres cuartas partes de las muertes por ENT en el mundo (32 millones), de acuerdo a los datos proporcionados por la misma OMS. Es decir, la desigualdad social es uno de los factores determinantes en la misma, y, por ende, una intervención integral debe apuntar a su erradicación.

La tendencia a la privatización de la salud es una tendencia mundial, así como la proliferación de enfermedades, estrechamente vinculada con la descomposición del sistema capitalista que exprime al máximo a los trabajadores y el medio ambiente en función de aumentar las ganancias.

Revista EDM