El XXXIII° Congreso del Partido Comunista del Uruguay

Escribe Camilo Márquez - Partido de los Trabajadores (Uruguay)

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El PCU acaba de culminar su XXXIII° Congreso. Las “bases de discusión” comprendía un documento de 75 páginas dividido en cinco partes. En el mismo la dirección de PCU realiza un panegírico del XVI° congreso de 1955, al cumplirse los 70 años. Se trata de una indicación nada menor, en que vale la pena detenerse.

XVI Congreso

En 1955, Uruguay atravesaba un período de crisis económica y social, con creciente conflictividad obrera, en la ciudad, pero también a nivel rural. Hasta ese momento el PCU había estado liderado desde su fundación en 1920 por Eugenio Gómez, quien mantuvo una línea estrictamente estalinista que para esa época empezaba a representar un obstáculo para la consolidación de la nueva fracción “kruschevista” ascendente en Rusia luego de la muerte de Stalin (1953). En 1956 durante el famoso XX° congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, Nikita Kruschov denunciaría los “excesos” del líder, marcando el acomodo de esa fracción de la burocracia en la “nueva línea” que propugnaba la “coexistencia pacífica” con occidente. El PCU se alinea con la "desestalinización" soviética, consolidando el flamante liderazgo de Arismendi. Esta ruptura con Stalin no será tal. Arismendi fue el delegado por el PCU al congreso del PCUS de 1952 donde expresó: “Saludo particularmente con la más profunda y acendrada emoción al camarada Stalin, maestro y guía de los trabajadores del mundo, el teórico, creador y el sabio renovador de la ciencia, el constructor, el artífice del comunismo” (En defensa del Marxismo N°2, diciembre de 1991, “Las tradiciones nacionales del PC de Uruguay” Rafael Fernández).

En el 16 congreso asoma la que más adelante será definida como la "teoría de la revolución uruguaya", una elaboración propia. En ella, Arismendi subraya la vía pacífica hacia el socialismo a través de la acumulación de fuerzas, la unidad popular, la lucha por una "democracia avanzada" y el frente único de izquierda. Encargado del informe central, analizó la situación del país como un capitalismo dependiente y se propuso la unidad de la clase obrera con sectores populares, campesinos e intelectuales. En realidad, no hacía otra cosa que mantener y desarrollar los planteamientos clásicos del stalinismo: “revolución democrático-burguesa”, “alianza con la burguesía progresista”, “gobierno de coalición”.

Las tesis actuales también citan reiteradamente la “Declaración programática de 1958”, otro documento relevante donde se establece que la “revolución social” no puede hacerse “de manera gradual, evolucionista, reformista”, y al mismo tiempo que “es posible conquistar el poder político por vías pacíficas y convertir al parlamento en un auténtico órgano ejecutor de la voluntad popular”. Es decir, la amalgama indiscriminada de las más contradictorias concepciones políticas.

Esta última es la orientación que se ha llevado hasta las últimas consecuencias, con los resultados a la vista. Las tesis sobre la “Democracia avanzada” es la que inspira todos los proyectos y escritos del PCU, pero sobre todo su política hasta la actualidad. Rodney Arismendi se mantendrá como Secretario General casi hasta su muerte en 1989.

Con la caída del muro de Berlín, el PCU sufrió una profunda crisis hasta reducirse a su mínima expresión pasando de ser el sector más votado del FA a duras penas mantener una representación parlamentaria entre las elecciones del 1989 y 1994. Hasta el día de hoy no existe por parte del PCU un balance de la caída de la URSS, algo políticamente inconcebible.

Balance de los gobiernos del FA

El documento evalúa positivamente los dos primeros gobiernos del FA (2005-2014). “A partir de 2015 se produce un cambio en las condiciones externas (…) Los coletazos de la crisis internacional de 2008 empiezan a impactar más claramente” (pag 29) “Sin embargo, a pesar del conjunto de cambios progresistas en diversas áreas (…) no se abordó la redistribución de la riqueza, se estancaron las medidas sociales”; y agrega: “Ni el gobierno progresista, ni el FA, ni las organizaciones sociales del campo popular fueron capaces de colocar con suficiente potencia una perspectiva programática transformadora, que hicieran trascender los límites impuestos por la estructura económica”, que sería el “modelo de acumulación capitalista dependiente”.

Lejos de estas consideraciones Yamandú Orsi repitió hasta el cansancio durante la campaña electoral que su gobierno no iba a tener un “espíritu refundacional”, una forma de asegurar que mantendría una continuidad política con el gobierno de Lacalle Pou. Las tesis programáticas, por lo tanto, operan en el aire.

Hay que hacer notar algo más, el fragmento citado iguala en cuanto a responsabilidad con el estado de cosas al gobierno, el FA y a las “organizaciones sociales del campo popular” que son fundamentalmente los sindicatos y en consecuencia los trabajadores. Esto es subrayado más claramente en otro pasaje: “No fue suficiente el trabajo esencial para avanzar en lo que llamamos conciencia de clase, lo que implica una conciencia revolucionaria que permita superar la etapa capitalista” (pág. 21). El argumento es curioso porque la formación de una conciencia de clase depende en gran medida de una campaña política socialista. El PCU dirige el PIT-CNT y numerosos sindicatos relevantes. Al mismo tiempo su actual secretario general Juan Castillo es nada menos que el ministro de Trabajo que avala los salarios de hambre de una parte sustancial de la clase laboriosa del Uruguay. Esta no es ninguna contracción dialéctica sino una integración perfecta y jerarquizada al estado burgués. Esto no sólo se opone por el vértice a cualquier militancia para superar el orden capitalista, sino que directamente sabotea ese objetivo. No podría ser de otra manera desde el momento que el PCU mitifica la democracia como una etapa incompatible con el capitalismo. Desde siempre la "democracia" no es otra cosa que una de las formas (régimen) que adopta la dominación política de la burguesía, apoyada en la propiedad privada capitalista y la explotación de la clase obrera. Sostener otra cosa significa enmascarar ese carácter de clase.

La conciencia de clase, es decir la oportunidad de adquirirla, está dada por la propia crisis capitalista que coloca a la humanidad ante nuevas experiencias, guerras, crisis y revoluciones.

Más adelante sigue: “(…) no se produjeron alteraciones sustantivas en la estructura productiva ni en su contracarta, la inserción económica internacional (…) Se mantuvo e incluso se hizo más intenso el control de los principales núcleos de la economía uruguaya por parte de empresas trasnacionales” (pág. 29). Una constatación crucial de la cual, llamativamente el documento no da cuenta de ninguna conclusión. Por el contrario, dice “Avanzar en democracia en materia económica, consiste en incrementar el peso que tiene el pueblo sobre el excedente económico”. Pero el FA expresa la evolución de la pequeña burguesía que -de disputar una porción de la renta nacional a la voracidad del imperialismo- ha pasado a sumarse a la política de ese imperialismo y a defender su participación en la renta nacional contra las masas. La dependencia es una de las formas que caracteriza al desarrollo del capitalismo como sistema mundial, y de ningún modo una relación económica independiente, es decir que no se trata de un problema de gestión o de “modelo”. La causa de la crisis mundial reside precisamente en el agotamiento del modo de producción capitalista. Este es el punto crucial.

Las tesis son parcas a la hora de caracterizar al actual gobierno. El centro de gravitación lo ocupa el ministro de economía, Gabriel Oddone quien ha resaltado que el presidente le ha permitido elegir al equipo económico en su totalidad. La “oposición” derechista ha remarcado innumerables veces que perfectamente podría ser el ministro de económica de cualquier gobierno de blancos o colorados. No se trata de una observación menor. Ciertamente el ministro goza de amplía facultades, uno de los principales contrastes con el gobierno anterior donde la ministra Azucena Arbeleche era descripta como mera ejecutora de una partitura escrita por Lacalle Pou. El propio Oddone durante la campaña electoral al ser consultad la definió como “una buena ministra de Hacienda”. Con esto le bajaba el precio como una mera recaudadora de ingresos o una auxiliar, que no reunía las facultades para liderar la política económica. Oddone, en contraste, ocupa todo el espacio. Propicia la política de inversiones y tiene injerencia en asuntos que normalmente escapan a las atribuciones inmediatas del ministro de economía. Estos debates de primer orden no tienen cabida en las 75 páginas.

Es un hecho que una seguidilla de despidos ha producido una ola de indignación por abajo. Las patronales se abandonan a las practicas más arbitrarias a la hora de dejar trabajadores en la calle, anunciado los despidos por medio de redes sociales, muchos apenas horas antes de concretarse. El caso más emblemático fue el de Yasaky, la multinacional japonesa de componentes automotrices que despidió a sus 1200 trabajadores de un día para el otro. Como respuesta a este estado de cosas, el ministro de trabajo, Juan Castillo, anunció que enviará al parlamento un proyecto de ley que establecerá que las empresas deben notificar con anticipación al gobierno y a las organizaciones sindicales cualquier despido colectivo o cese de actividades, así como sus causas. Esto fue desestimado por Oddone quien afirmó se trataba apenas de “estimaciones” del ministro de trabajo y que esa medida antes debía ser presentada al poder ejecutivo, quien evaluará y “eventualmente considerará como lo tratan” (FM Del Sol, 11/12). Las cámaras empresariales se han sublevado “complicar los despidos es complicar la contratación”, lo que constituye un exceso, porque no existe ningún plateo ni remotamente cercano a obstaculizar los despidos por parte del gobierno. Al ser consultado Oddone dijo “No descarto que sea una idea impracticable”. Que un trabajador sepa con anticipación que se va a quedar sin trabajo es inviable para el gobierno.

Con el debate presupuestario y la propuesta de un impuesto o sobretasa al 1% más rico tenemos otro ejemplo. El gobierno ha dejado claro que el debate tributario está definitivamente cerrado. Se le ha respondido al PCU y demás sectores que lo impulsan que tal iniciativa tiene lugar en los debates a nivel mundial, poniendo de ejemplo a Europa, pero siempre propiciados, según el propio Oddone, por fuerzas políticas que no están en el poder, “Melechon en Francia”, “Podemos en España”. Lo que sugiere es que tales proyectos tienen un fuerte carácter demagógico. Es cierto que la Francia Insumisa de Melechon y Podemos de España (ahora rebautizada como “Unidas Podemos”) ostentan esa condición, lo mismo podría decirse de Zohran Mamdani quien según la revista Forbes convenció a los votantes de la ciudad de Nueva York al prometer que haría la ciudad más asequible con una congelación de alquileres y servicios gratuitos financiados en parte con un impuesto adicional a los ricos. El ministro dice más de los que sospecha, porque la campaña electoral del FA no sólo no insinuó nada parecido, sino que estranguló cualquier expectativa en una modificación del estado de deterioro creciente de la economía familiar. El FA está a la derecha de Mandami, quien forma parte de una corriente dentro del Partido Demócrata, es decir una entidad enteramente imperialista y perpetradora del genocidio en Gaza, y de cuanta guerra propició Estados Unidos.

La guerra y el genocidio

En el capítulo titulado “Frente Amplio columna vertebral de nuestra política de alianzas” se dice lo siguiente: “Los comunistas, allá por 1992 escribimos que la unidad del Frente Amplio era una cuestión de principios (…) Hemos tratado de ser consecuentes con este principio, sabiendo que vamos tan lejos como podamos llegar juntos” (pág. 45). Este punto tiene implicancias serías para cualquier partido, es una forma elegante de subordinarse a las tendencias conservadoras o derechistas en nombre de un objetivo unitario. Se manifiesta en forma grave en el plano internacional. Nos referimos a la ausencia de cualquier referencia a la línea adoptada por el gobierno de Orsi respecto a la situación en medio oriente, más en particular el genocidio contra el pueblo palestino. Gaza y Cisjordania son mencionadas al pasar en el capítulo internacional en forma descriptiva, es decir que estamos ante un encubrimiento por omisión. Orsi y Cosse llevaron su complicidad con el sionismo hasta las últimas consecuencias. Han recibido y participado en todo evento organizado por comités, cancillería, embajada, o agencias de Israel, que han intentado rivalizar con las manifestaciones masivas convocadas en solidaridad con Gaza. Esas iniciativas del sionismo no han pasado de concentraciones muy reducidas. En conclusión, Orsi no puede escudarse en un clamor que lo compele a participar de esas actividades.

En contraposición la Coordinación por Palestina ha convocado movilizaciones masivas, que sin embargo no han contado con la presencia de Orsi. A esto hay que sumar que el gobierno no responde a los pedidos de reunión que la Coordinación ha solicitado reiteradamente. Se trata de un alineamiento imperturbable del gobierno de Orsi con el masacrador Netanyahu y su gabinete ultraderechista.

“Nuestro partido ha hecho de la paz su consigna central de este momento histórico”, figura en el capítulo dedicado a la situación internacional. Pero el reclamo de paz a secas, es una desnaturalización de cualquier concepción leninista, quien proclamó que no se podían suprimir las guerras sin suprimir antes las clases y sin instaurar el socialismo.

Una “paz” en las circunstancias actuales solo significa una pausa para hostilidades aún mayores, como de hecho está ocurriendo precisamente en Gaza, donde el “plan Trump” se encuentra completamente empantanado y el gobierno de Netanyahu busca volver a poner en vigencia la pena de muerte para los prisioneros acusados de “terrorismo”. El reclamo de paz en medio de una carrera armamentista como la que estamos presenciando día tras día significa velar el entendimiento de las propias filas.

Sobre la situación en Venezuela, la Resolución General del congreso sostiene: “Estamos trabajando y lo seguiremos haciendo para que (...) nuestro gobierno se pronuncie y actué en el sentido que lo han hecho nuestro Frente Amplio y el movimiento popular”.

Un camino a ninguna parte

En el capítulo titulado “Desafíos del FA y la responsabilidad de nuestro partido” se menciona lo que suena a una capitulación por adelantado, citamos: “Hay un equilibrio entre los sectores y un importante rol de la delegación de base, que muchas veces ha contribuido a los consensos. Pero esta correlación de fuerzas, no se corresponde con la realidad que nos dejó la elección nacional, con una clara mayoría del MPP y sus aliados”. Es sabido que dentro de la estructura del FA el peso del PCU es significativamente mayor que cualquier otro grupo, esto se explica por su ascendiente en las bases y la representación de estas en el plenario. El documento parece indicar que hay que evitar una polarización, lo cual parece estar indicando alguna suerte de contubernio con ese sector para “adecuar” la interna a los equilibrios electorales, lo que sólo puede significar la renuncia o la transferencia de posiciones en favor del MPP.

El PCU ha avanzado en su integración al estado no porque ocupe más cargos que los anteriores periodos del FA (de hecho, ha retrocedido en votos) sino por el lugar estratégico donde se desempeña dentro de la estructura de gobierno. Juan Castillo es el secretario general del PCU, y acaba de ser el más votado para integrar el Comité Central. Como dijimos más arriba, es el actual ministro de Trabajo. Sus diputados levantan la mano para votar el presupuesto de miseria que no consagra ninguna de las aspiraciones de los distintos sectores populares.

Este camino no plantea ninguna salida, porque la única realista sería romper con el gobierno y el Frente Amplio, y pasar a la oposición política, algo que la dirección del PCU jamás hará. Es hora de que los militantes de izquierda, los trabajadores y la juventud anti-capitalista realicen un balance político respecto a los gobiernos del FA, sometidos al Fondo Monetario, el sionismo y el imperialismo y sobre esa base convocar un encuentro de trabajadores. No estamos en un período pacífico y estable, sino en una etapa convulsiva que plantea la profundización de la lucha de clases. Abramos la discusión.

Revista EDM