EE.UU: Un 4 de Julio diferente

Escribe Rolando Gomes Guchea

Tiempo de lectura: 2 minutos

Estoy asombrado. Algo interesante está ocurriendo en este país. La rebelión popular por el asesinato de George Floyd ha cambiado definitivamente algunas cosas.

En todos estos años que tengo viviendo acá, jamás había visto tanta discusión pública sobre el verdadero carácter del capitalismo imperialista norteamericano.

El debate es abierto y constante. Los diarios y revistas publican artículos de revisión histórica sobre el verdadero rol de los “founding fathers”, los fundadores de la Unión Americana.

El historiador Howard Zinn, su emblemática obra “La historia popular de los EEUU” entre otras, ya no es un desconocido “radical” que nadie leyó y que todos convenientemente ignoran. Se escribe y se debate abiertamente sobre su obra.

La televisión (pública y privada) está llena de documentales sobre la historia aberrante del esclavismo en EEUU. Junto con ello, se habla también abiertamente del rol del genocidio indígena y la conquista de territorios a expensas de la población nativa por parte del colonizador blanco europeo.

Angela Davis se acordó del marxismo de su juventud y utiliza categorías marxistas para explicar el rol del esclavismo en el proceso de acumulación primitiva capitalista que dio origen a esta nación.

Íconos de piedra y bronce, testigos de un pasado fundacional de genocidio, militarismo, esclavismo y dominación religiosa son derribados por masas de rebeldes despiertas, tal vez por primera vez, al cuestionamiento de esos mitos fundacionales. El discurso del 5 de julio de 1852 del abolicionista negro Frederick Douglass se imprime, se publica y se lee con tono grave nuevamente. Varios comentaristas señalan que es todavía hoy válido.

¡Y todo esto alrededor de la fecha patria del 4 de julio!

Los mitos fundacionales de los Estados Unidos están abiertos a debate. No es la primera vez, pero esta vez es intenso y abierto.

El público norteamericano está expuesto a una explosión de conciencia colectiva; una explosión que sacude toda esa porquería mítica imperialista de “land of the free, home of the brave”.

La sacudida es posible porque está hoy bien claro que no todos son libres, ni que tampoco los que dominan son tan bravos.

Estoy asombrado. La profusión de debate público, honesto y abierto es un síntoma y una consecuencia de la profundidad de la rebelión popular, que es objetivamente anti sistema.

Esto huele a Revolución.

Sé que no lo es; sé que hace falta todavía mucho más en el desarrollo de la conciencia de las masas populares como para que podamos hablar de Revolución.

Pero esto tiene ese refrescante aroma. Huele a Revolución.

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