Tiempo de lectura: 3 minutos
La denuncia de abuso sexual y violencia psicológica y física de parte de una sobrina segunda y secretaria del ex gobernador José Alperovich, ha tenido un enorme impacto en vísperas del día internacional de lucha contra la violencia hacía la mujeres. El agravio resume la violencia del poder, la violencia laboral e incluso la violencia familiar, en la medida que supone una complicidad en este ámbito por la presencia de los intereses en juego.
La denuncia pone en jaque a quien desde el año 2003 hasta el 2015 gobernó Tucumán con mano de hierro – contra los trabajadores, la juventud y la democracia, en estrecha colaboración con el clero y con las diversas mafias que se han enseñoreado de la provincia.
Ese régimen se ha perpetuado bajo el mando de Manzur, el gobernador reelecto por el Frente de Todos. En la coalición neo-peronista, el ex radical Alperovich había sido el favorito del kirchnerismo en la interna pejotista, sin que importaran la acusaciones que pesaban sobre él por el secuestro y muerte de Paulina Lebbos y de tantos otros casos denunciados por la Comisión de Víctimas de la Impunidad de la provincia. La esposa de Alperovich ocupó la presidencia provisional del Senado de la Nación, por indicación de la presidenta del gobierno anterior.
Durante su largo mandato, Alperovich copó todas las instituciones (gozó del apoyo incondicional de la legislatura, justicia, municipios y comunas, sindicatos y cámaras empresariales). A lo largo de este tiempo, este empresario experto en el negocio de la quiebra fraudulenta, se transformó en uno de los más poderosos de la provincia en especial de las obras publicas e inmobiliarias.
En 2015, cuando terminaron sus posibilidades de re-reelección, se refugio en el Senado naciona. Fue íntimo de José López, y protagonizó una riña de negocios por Sueños Compartidos.
Durante su primer mandato se asoció al principal clan mafioso de entonces, los Ale. Puso a la flota de 1200 remises “5 estrella” del clan como apéndice de la policía provincial. Este maridaje sirvió para combatir las bandas rivales. En ese periodo se expandió el negocio de la droga y de la trata. Cuando Marita Verón despareció en 2002, Alperovich era el ministro de Economía del gobernador Miranda Miranda - un ‘hombre fuerte’. Muchos años después, se pudo comprobar que la justicia, la policía, y muchos políticos de aquel entonces, todo s vinculados al clan Ale, estaban comprometidos con ese negocio y la desaparición de Marita Verón.
Sin embargo, fue el crimen de Paulina Lebbos el que más expuso a Alperovich. Fue el encargado de ordenar a la plana mayor del ministerio de Seguridad, de la policía, de fiscales, etc, el montaje de un enorme encubrimiento del crimen. Luego de 13 años de lucha sistemática impulsada por la Comisión de Victimas contra la Impunidad se pudo llevar a juicio y condenar a la mayoría de los encubridores materiales del crimen.
En las recientes elecciones provinciales protagonizó un acosó contra la periodista Carolina Servetto.
Alperovich no solamente bloqueó toda legislación que reconociera los derechos de la mujer sino que protegió personalmente a todo tipo de abusadores, como al diputado nacional Orellana, denunciado por abuso en el Congreso Nacional, y a muchos otros. También aprovechaba los espacios de poder para cometer todo tipo de abusos.
La denuncia de su sobrina da cuenta de la presencia de policías y patovicas en los episodios de abuso.
Aun no está definida la jurisdicción que tomara el caso. La sobrina de Alperovich realizo la denuncia en los tribunales de Tucumán y de la Ciudad de Buenos Aires. Si el caso quedara en Tucumán, quien tomaría la causa sería el juez Magio, nombrado hace poco tiempo, ex abogado del obispado de Tucumán - un misógino declarado, al menos en términos eclecisales.
La denuncia ha provocado diversas reacciones. Alperovich denunció que era falsa y una suerte de conspiración. La familia cerró filas con Alperovich. La movilización contra la violencia hacia la mujer, el lunes 25, se convertirá en una poderosa caja de resonancia. Los pejotistas de todo pelaje por ahora han guardado silencio. La denuncia impacta particularmente en el kirchnerismo. La hija de Alperovich es dirigente de la Cámpora, en tanto Alperovich anunció hace poco el propósito de integrar el bloque K en el Senado.
En los ámbitos políticos de la provincia existe el temor que la denuncia de la sobrina de Alperovich pueda desatar una catarata de denuncias similares, pues la mayoría de los políticos con cierto poder han convertido al abuso en un “modus operandi”.
Para que la denuncia contra Alperovich no quede impune, es impulsar una sistemática movilización popular, que investigue al conjunto del régimen político. Parafraseando a los chilenos (“no son 30 pesos, son 30 años), no es un abuso ni una sobrina, es un régimen histórico de explotación y abusos.