La bancarrota de la educación y de la universidad exige una salida política obrera y socialista

Declaración de la mesa nacional de la UJS Tendencia.

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Habiendo transcurrido tres meses desde los primeros casos de coronavirus, es claro que en la juventud y el movimiento estudiantil los golpes que ha provocado esta crisis económica y sanitaria no son menores. Los jóvenes enfrentamos tanto la precarización laboral y la desocupación como el vaciamiento de un sistema educativo ya considerablemente vaciado. La virtualidad que emprendieron las autoridades universitarias y Trotta no ha implicado ningún medio que garantice la permanencia de los estudiantes.

El vaciamiento y sus responsables

Se trata de una continuidad del modelo que desde hace décadas padece la educación. El hacinamiento en las aulas hoy se traduce en la sobrecarga de inscriptos por comisión y la consecuente imposibilidad de los mismos de tener un seguimiento de los docentes sobre las dudas y temáticas de cursada. La falta de ingresos para costear los apuntes y el pasaje del tren o el colectivo, actualmente es la que no permite acceder a dispositivos de conectividad. El derrumbe edilicio que excluye las posibilidades de un ambiente propicio para estudiar y tomar clases, se acentúa en la falta de vivienda o sus condiciones precarias; la crisis edilicia se ha transformado en habitacional. La virtualidad que ha planteado el gobierno da por sentado el acceso a recursos básicos que no tenemos y que no nos son garantizados. Más que nunca queda expuesta la relación de la situación educativa con la crisis nacional.

Tanto en la virtualidad como en la presencialidad, son las mismas camarillas que dirigen las universidades las que no dan ninguna salida. Ellas buscan presentar la existencia del virus -el cual carecería de “color político”- como el pretexto para convocar al movimiento estudiantil a ser ´constructivos´ en la crisis. Las discusiones sobre calendarios académicos o la virtualidad en oposición a la presencialidad encierran la trampa de distraer sobre el problema principal: bajo este régimen social la universidad no contará con los recursos para garantizar formato educativo alguno para las grandes mayorías.

Qué universidad financian los bancos

Recientemente Fernández, junto a los rectores aglutinados en el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), ha lanzado el Programa Nacional de Inversión en Infraestructura Universitaria, que junto con el protocolo anunciado por Trotta la semana pasada, preveen el retorno a las clases con alternancia presencial. La inversión a la infraestructura provendrá de un convenio con el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF). Se trata de un organismo que entre sus objetivos destaca "promover la participación del sector privado en la actividad económica, el desarrollo de la economía y de los servicios públicos". Al igual que los rectores, defienden la intromisión de los Santander, Shell y Monsanto y compañía en las facultades, adecuando a ellas nuestros planes de estudios y vaciando todas las carreras que no les sean funcionales a los mismos.

Mirado de conjunto, el pronunciamiento a favor del pago de la deuda, el acuerdo con el CAF y el anuncio de una reapertura de los edificios va en el camino de volver a abrir las universidades para reforzar la orientación del capital empresario y de los bancos internacionales. Quienes en estos cien días no se preocuparon por garantizar la continuidad de los estudiantes, buscan financiar la universidad para suplir los intereses privados.

Discutamos una salida

En un contexto internacional en que la crisis económica, política y sanitaria está poniendo en riesgo nuestras vidas, más que nunca debemos discutir la manera de orientar la universidad a las necesidades de trabajadores y estudiantes. Un sistema universitario guiado por estos intereses pondría todos sus recursos intelectuales y su desarrollo al servicio de suplir las necesidades de los explotados. Por ejemplo, elaboraría una planificación en el que las investigaciones de las facultades de farmacia y bioquímica y medicina se aboquen a recursos contra el coronavirus de forma pública, es decir, omitiendo cualquier convenio con las farmacéuticas privadas, condicionado a la ley de patentes. Así también se podría garantizar, mediante una renta, el acceso a un trabajo a los estudiantes desocupados. El voluntariado que promueven las autoridades en distintas áreas como telemedicina y estadísticas en el seguimiento virtual de pacientes con COVID 19 para las carreras de ciencias sociales y economía o los testeos del “plan detectar” por estudiantes de ciencias de la salud en las barridas, es una pantomima para ocultar la privatización que llevan adelante con el convenio a empresas pero también un intento flaco de las camarillas con los distintos sectores gobernantes para contener a una cantidad de estudiantes que buscan una salida a la crisis sanitaria y económica. Es importante que estos jóvenes nos agrupemos bajo un programa común independiente de estos sectores que sólo están ocupados en resguardar sus nichos universitarios dentro de la tormenta política.

Por eso responsabilizamos del vaciamiento a las camarillas y sus agrupaciones estudiantiles, que operan como cómplices del gobierno de su turno y de sus pactos con la oposición patronal, y defienden los intereses del gran capital. Tenemos un régimen político universitario dominado por las camarillas profesorales y los ‘lobbys’ de graduados, que operan como ejecutivos de las multinacionales. Las agrupaciones con un pasado “independiente” que se han integrado al Frente de Todos no tienen condiciones políticas de ofrecer un camino de organización. Al menos el intento de una política nacionalista -o inclusos de choques circunstanciales- requiere un cierto grado de movilización de las masas. La cuestión, por supuesto, se encuentra fuera de cualquier agenda de Alberto Fernández que no para de coleccionar agachadas.

Por su parte, el movimiento estudiantil ha comenzado a organizarse, como se ve en las asambleas de la UNA, la UNLP y en el interior de la Provincia de Buenos Aires, a pesar de las direcciones burocráticas, que en los centros y federaciones trabajan en sentido opuesto.

Los estudiantes tenemos que intervenir en toda esta crisis y discutir una salida de fondo. Para conquistar un verdadero gobierno del pueblo – un gobierno de trabajadores -, que garantizará un sistema educativo que ponga la educación al servicio del pueblo trabajador. Rechazar el pago de la deuda, aumentar del presupuesto educativo, organizarnos por un gobierno universitario al servicio de estudiantes y trabajadores, es la estrategia que nos sacará de la pandemia mortal de la miseria y analfabetismo capitalista

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