La salud ingresa a “la nueva fase”

Escribe Por Maxi S. Cortés

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La nueva etapa de “convivencia con el virus” de los gobiernos metropolitanos tendrá lugar en un cuadro de ocupación de camas al límite y de colapso del personal. Los servicios en los hospitales están diezmados, en algunos casos, con la totalidad del personal en aislamiento, con servicios cerrados o bajo la responsabilidad de un solo trabajador.

En general, los comités de crisis han administrado la pobreza de recursos que han dispuesto las gobernaciones y autoridades.

La precarización laboral del personal de salud explica gran parte del colapso sanitario. El personal está agotado y el gobierno se ha negado a la contratación masiva de personal, haciéndolo a cuenta gotas y de manera precarizada. Durante estos meses de cuarentena, se debería haber incorporado personal masivamente para instruirlo y prepararlo para el pico de contagio; se debía haber formado al personal actual de los distintos servicios para reforzar las dotaciones de terapistas, por ejemplo. Pero lugar de invertir en salud, los recursos fueron colocados para el rescate de grandes empresas y el pago de los vencimientos de la deuda externa.

Los hospitales se quedarán pronto sin camas de terapia intensiva, algo que ya ocurre en algunos municipios. Los hospitales colapsarán de una forma u otra, por falta de camas o de personal. La burocracia sindical de Sutecba, UPCN y ATE -segundo violín de esta catástrofe sanitaria- se limitan a acompañar las medidas dictadas en cada DNU. Los trabajadores, justificadamente indignados, discuten su desafiliación. Las conclusiones políticas de este proceso están desarrollándose en este momento. La tarea de organizar asambleas para votar los propios protocolos, y votar medidas de fuerza para garantizarlos junto al conjunto de los reclamos debe tener como perspectiva la formación de agrupaciones y listas clasistas, independientes de los gobiernos y los partidos patronales, para barrer con toda la lacra de carneros que venden nuestros derechos y recuperar los sindicatos para la lucha.

La última jornada de lucha nacional convocada por Fesprosa el pasado 15 de julio tuvo poco volumen debido a la falta de preparación y organización. Fue boicoteada por la dirección de Cicop, que la ignoró olímpicamente. Algunas asociaciones de CABA, como APSS, también decidieron “no acompañar”. Los conflictos “por arriba” entre estas direcciones han colocado como rehenes a los trabajadores en el momento que más necesitan de sus organizaciones.

En este momento, la patronal del sanatorio Güemes informó que no pagará los sueldos, por lo que los trabajadores han anunciado medidas de fuerza. En la zona norte, los trabajadores del hospital central de San Isidro y del sanatorio del Talar luchan contra los despidos. En CABA, el rectorado de la universidad de Buenos Aires persigue y suspende a los activistas del hospital de Clínicas como Daniel Iribarren.

Si los trabajadores del sector privado toman medidas contra sus patronales, los trabajadores del sector público tienen que apuntar a sus gobernaciones, como hicieron los residentes y concurrentes de la CABA el verano pasado. Tomemos las mejores tradiciones y experiencias, y quitémonos a la burocracia sindical de encima, que nos quita el aire.

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