Acerca de la “desindexación” de Altamira y otros ocultamientos

Escribe Marcelo Ramal

Tiempo de lectura: 2 minutos

La denuncia realizada días atrás por nuestra Tendencia, acerca del ocultamiento de contenidos de prensaobrera.com relacionados con Altamira y otros compañeros, han sorprendido e indignado a quienes se informaron de estos hechos. El aparato del PO hizo ´desaparecer´ esos contenidos para cualquiera que quisiera llegar a los mismos a través de Google. La denuncia forzó a los autores a una reparación parcial y apresurada de estas tropelías.

Bien mirado, el ´ocultamiento de contenidos´ es una consecuencia necesaria e inexorable de un derrotero político. Por un lado, es claro que quienes han ejercido la censura contra nosotros en el PO -como efectivamente se ejerció contra Altamira en artículos presentados durante 2018 y con su participación en los debates precongreso de 2019-, no puede ni quiere quedarse a medio camino. La censura ´relativa´ es una contradicción en términos. La expulsión de 1.200 militantes del PO, un número significativo, entre ellos, de históricos, constituye una ruptura con la historia metodológica y programática de la organización. El aparato no puede confrontar su giro político y sus posiciones actuales con la literatura histórica de quienes fundaron la organización y todos sus órganos de prensa -Política Obrera, Internacionalismo, Prensa Obrera, En Defensa del Marxismo- y sus libros. Todos los aparatos tienen la tendencia de ´reescribir´ la historia para fundar una autoridad que no poseen, con la salvedad de que, como no tienen la capacidad de hacerlo, apenas alcanzan a ´borrar´ el registro anterior. Se trata, por supuesto, de una torpeza, porque hay innumerables medios en la red para reconstruir la trayectoria política de quien sea. La torpeza, sin embargo, no contradice la intención.

Rosa Luxemburgo explicó, en referencia al revisionismo en la socialdemocracia alemana, que el abandono de una perspectiva revolucionaria no es un camino cómodo, puesto que obliga a desmentir o revisar un legado político demasiado poderoso. No se debe confundir, claro, la trayectoria y nivel teórico de un revisionista como Bernstein, con los manoteos del aparato. Este no tiene otra herramienta que ´tocar´ los motores de búsqueda y mandar otros contenidos a la categoría de “ocultos”. En otros casos, ha sido más explícito: por ejemplo, al suspender la venta de “No fue un martes negro más”, el libro de Altamira que desarrolla -en tiempo real- los alcances de la bancarrota capitalista de 2007-2008. De paso, estos ejemplos demuestran que el ocultamiento de contenidos no ha cesado.

Derecho de Tendencia

El anónimo autor que intenta desmentir nuestra denuncia ensaya un argumento singular: “nos sentimos orgullosos de nuestro pasado”. Dime de lo que te jactas y te diré de qué adoleces”; ni se anima a decir en qué consiste ese pasado, y por lo pronto lo manda a las catacumbas de ´la nube´. En ese pasado figura, por estatuto, el derecho de Tendencia, del cual suponemos no debe sentirse igualmente de orgulloso. Se trata de una cuestión fundamental, porque la democracia obrera sin cortapisas es esencial para un partido revolucionario y para un estado obrero.

La negación de este derecho es una ruptura histórica con el bolchevismo, que se construyó como bloque político definido en el curso de una intensa lucha de tendencias. Es la reivindicación más importante de la revolución política que planteó Trotsky en los estados obreros y en la Internacional Comunista.

La lucha continúa.

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