Contagios masivos en fábricas, hay que parar todo

Escribe Pablo Busch

Está planteada una huelga general.

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La circulación laboral del Covid es ya una realidad insoslayable.

A esta altura, ya no hay fábrica del AMBA en la que no se hayan detectado positivos. En algunas fábricas y comercios, los casos ya superan el centenar; en varias de ellas con obreros fallecidos. Los protocolos originales que se llevaban adelante ante casos positivos, son violados cotidianamente por las patronales para evitar ver afectada la producción: los contactos estrechos -y por lo tanto los hisopados- son llevados a cero, ignorados, la parada por 24 horas para sanitizar el establecimiento se dejó de hacer.

A cierto nivel de circulación, en el que ya entraron cientos de empresas, las medidas preventivas devienen obsoletas y los contagios quedan librados al azar. La política de las patronales es continuar con la producción caiga quien caiga, en función de una política expresa de “inmunidad de rebaño” - tolerar el contagio masivo a la Bolsonaro. Quieren llevar el rebaño al matadero, para inmunizar a los que sobrevivan, listos para seguir produciendo. Esto no puede continuar.

El “distanciamiento flexible” -o pseudo cuarentena- que el gobierno dispuso desde principios de agosto, dejaba la prevención a la “responsabilidad individual de los ciudadanos” para hurtarle el cuerpo al Estado. Ahora se atribuye la progresión acelerada de los contagios a las personas que organizan reuniones sociales y hasta familiares. Lo que no denuncian los medios ni advierte el Estado es el enorme vector de contagio en el trabajo, en las industrias y grandes comercios, que ya fueron largamente exceptuados de la cuarentena, algunos desde el primer día. La responsabilidad criminal de las patronales por los contagios y las muertes de obreros es atribuida por las patronales y las autoridades a los ‘descuidos’ de los ciudadanos.

Las fábricas desbordadas de casos ya no son la excepción: Modelez Pacheco ya pasó los 110 casos, Felfort los 65, casos, en Supermercados Coto más de 458 casos, 48 en Volkswagen, 40 en Toyota, 40 en Orlog, 35 en Fate, 30 en el Frigorífico Rioplatense, 29 en Alijor, 29 en Lagomarsino, 19 en Panificadora Balcarce, más de 20 en Unilever Pilar, 14 en Saborísimo, 14 en Icecream, 9 en Stani, más de 20 en La Salteña, más de 600 trabajadores ferroviarios, y la lista sigue. En algunos casos, como Felfort, las empresas se vieron obligadas a contratar personal de agencia para reemplazar a los infectados, pero los de agencia también empezaron a contagiarse.

El colapso de las industrias esenciales no se circunscribe al AMBA: en Jujuy el Ingenio Ledesma tiene 221 casos, la Minera Exxar 230, en el Cordón Industrial de San Lorenzo ya hay 12 casos en Cofco y el virus ha empezado a circular. En Río Grande Tierra del Fuego, el Gobierno tuvo que volver la cuarentena a Fase cero ante la presencia de 67 casos en distintas fábricas de la zona. La política de las empresas de priorizar la continuidad productiva aún a costa de contagiar a todos los trabajadores tiene consecuencias fatales: 9 muertos en el Ingenio Ledesma (además de familiares de trabajadores contagiados por ellos), 5 ferroviarios, 1 trabajador de Alijor, uno de Balcarce, uno de Lácteos Vidal, un muerto en Coto, etc. Esto es más grave aún que la rebaja salarial de la UIA y la CGT o que la reforma laboral, o que la redorma previsional que desató la revuelta popular del 18-12 .

Un problema mayúsculo es que por la pandemia las empresas se vieron obligadas a otorgar licencias a un porcentaje de los trabajadores, algunos por pertenecer a los grupos de riesgo y a otras por ser madres de alumnos con clases suspendidas. En muchos casos, como Arcor, el pago de esas licencias fue del 75% del salario. Las patronales se niegan a seguir sosteniendo económicamente a trabajadores que dudosamente podrán volver a tomar tareas en el mediano plazo, y ya hay denuncias de que algunas empresas están presionándolos para ‘arreglos’ de cesantías. La presión del gobierno sobre los docentes para reanudar las clases , algo que acaba de fracasar estrepitosamente en Israel y en partes de Alemania, con amenazas de huelgas en Estados Unidos; esta presión expresa el reclamo de las patronales para que los padres de esos niños puedan volver a las fábricas. Los contagios en niños y adolescentes están creciendo.

Los sindicatos y la CGT han dejado en manos del Estado el control de los protocolos en los lugares de trabajo y el otorgamiento de autorizaciones para reiniciar la producción. Pero es el mismo Estado que autorizó el arranque de esas industrias quien deja aplicar a las empresas sus propios protocolos y que les ha dado prioridad a las ganancias de los capitalistas por sobre la salud de los trabajadores. El colapso de los protocolos por los niveles de circulación del virus se da en medio de otro colapso: el del sistema de salud pública y en particular de sus trabajadores, que son los más expuestos al contagio. Según Fesprosa, hay más de 15.000 contagiados de covid entre los trabajadores de salud y alrededor de 50 muertos, 30 de ellos enfermeros. Esto agrava todavía más la política patronal de contagiar a todos los trabajadores ‘rebaño’, porque se hace en medio del agotamiento de la capacidad de respuesta.

Esto se tiene que parar de alguna manera. Estamos ante una confrontación directa entre el lucro capitalista y la vida y la salud de los trabajadores y la respuesta obrera tiene que estar a la altura. Es necesario parar la producción y rediscutir las condiciones de trabajo, con derecho a veto por parte de los trabajadores. El paro contra los contagios equivale a una declaración de huelga – por eso está planteada una huelga de carácter general.

En el norte de Italia los trabajadores pararon todo para dejar de contagiarse. Ahora nos enteramos por los medios que las autoridades de Lombardía y las patronales de esta región industrial han sido denunciadas penalmente, a partir de pruebas que muestran que aplicaron una política consciente de los resultados.

Los paros de Mondelez Pacheco, de Unilever, de La Salteña y de decenas de fábricas en reclamo de protocolos y medidas preventivas, tienen que convertirse en uno sólo en defensa de la salud y la vida de los trabajadores. Es el único camino posible.

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