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“Una jornada muy perturbada” fue el juicio de radios y medios periodísticos, en lo que fue la tercera jornada de huelga general en Francia, sumada a la protesta número 56 de los Chalecos Amarillos (GJ). Las fuerzas de seguridad, acusadas de brutalidad (que dejaron el saldo de varios heridos, entre ellos un adolescente de secundario herido en la cabeza), no permitieron que las columnas de los Chalecos Amarillos se juntara con la de los sindicatos. Sin embargo, todos se unieron en las asambleas para continuar la huelga general. Todavía no se comprende la dimensión de esta huelga general. Para unos se trata de una “huelga defensiva” y para otros de la “bronca” social, sin ubicarla dentro del proceso de crisis mundial y de la crisis de régimen político que azuza la rebelión popular. De la caracterización de la película, dependerá la estrategia que se den unos otros. No escapa la comparación de esta huelga con la de 1995 contra la reforma de Juppé. Mientras que en 1995 la cantidad de manifestantes el primer día (24 de noviembre) alcanzó el medio millón (Libération, 6/12), en esta oportunidad (5 de diciembre) los manifestantes fueron el triple. Este dato, junto al altísimo número de franceses que apoyan la medida (más del 70%), y la disposición de los gremios a votar la continuidad de la huelga general, hizo que desde el Palacio Eliseo se adelante el anuncio del pliego completo de la reforma, que aún o es oficial, para el miércoles a las 12. Asistimos a una huelga general contra una medida en estado de proyecto, y ante un proyecto que no se convritió en oficial para acomodarlo a la temperatura de las masas y tomarle el tiempo a la política de la burocracia sindical. La semana comienza con una reunión de ministros con Macron, seguida de otra para el día siguiente con dirigentes partidarios, y en algún momento con la dirección sindical. El transporte (SNCF y RATP) comunicó que será discutida la reconducción de la huelga. El sábado, los camioneros cortaron 20 puntos a primera hora. El transporte urbano está casi paralizado. Caotrce líneas de subte paralizadas, salvo las que son automáticas. El lunes sólo circulará 1 subte de cada 3 programados. La huelga comienza a afectar al sector comercial y hotelero. Incluso el paro de los técnicos complicó a muchas emisoras. Los estudiantes de medicina (residentes y concurrentes) denunciaron el estado de la salud: “si los estudiantes no trabajan en los hospitales por sueldos miserables, los hospitales cierran” (Quoidenews, 8/12). La lucha contra la privatización de los Aeropuertos de Paris determinó la cancelación de muchos vuelos. Hubo tensión entre la policía y los manifestantes en Nantes (3 detenidos), Lyon, Toulouse, Marsella, Montpellier y Estrasburgo. El martes será otra jornada multitudinaria, convocada por la intersindical y los GJ, para rechazar el proyecto de reforma que se conocerá el miércoles al mediodía.
El proyecto de reforma de pensiones del gobierno afectará severamente a los docentes. “Si se confirman las primeras estimaciones, la pérdida para un jubilado de la Educación Nacional podría ser de 300 a 900 euros por mes” (Libé, 6/12). Los salarios de los docentes franceses son los más bajos de la OCDE. Una maestra en jardín comenta: “Tengo 60 años y debería haberme retirado a los 55 años, eso fue lo que me vendieron cuando comencé como maestra (…) A cierta edad, con mala salud, ya no se puede trabajar. Este trabajo es agotador y las condiciones de trabajo se están deteriorando: yo misma estoy en baja por enfermedad debido a una dolencia psicológica”. Françoise, una jubilada de 74 años dice: “Macron no le importa porque está completamente en su burbuja. Prefiere chupar los huesos de los trabajadores de este país en lugar de ir a buscar el dinero de los bancos, los grandes jefes y los accionistas” (Libération, 7/12).
Los Chalecos Amarillos piden la renuncia de Macron e incluso una Asamblea Constitiuyente, establezca “una democracia participativa”, pero no tiene los medios de acción que apuntales esa consigna., mientras que los sindicatos, liderados por la CGT, convocaron contra la “precarización y la desocupación”. La CGT y otros sindicatos convocaron a los precarizados, como estudiantes asalariados y los que reciben el seguro de desempleo, sin mayores precisiones. Phillipe Martínez (CGT), dice que el gobierno “debe escuchar a todos”, tirando una línea al gobierno, mientras promete que aguantarán hasta “el retiro de la reforma de pensiones”, lo que contradice la trayectoria capituladora y la política de aparato de este burócrata. Desde otros sectores el reclamo de una “negociación” es oficial. El presidente de CFE-CGC, François Hommeril, dijo que las direcciones partidarias de “acercar propuestas”, se encuentran bajo presión de las bases. La dirección de la CFE está a favor de la reforma. La CFDT no participa de las protestas y habla de un esquema “universal” de retiro, lo mismo que pretende la patronal. Para ganar, esta lucha deberá avanzar mucho más: hacia la huelga general indefinida y la ocupación de los lugares de trabajo y los edificios públicos