Escribe Julián Asiner
Organicemos la defensa del Parque de la Isla de La Paternal.
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Cortando el pasto en una de las parcelas cercadas y colocando nueva cartelería, la empresa constructora Sadia ratificó su voluntad de destruir el Parque de la Isla de la Paternal, emplazando allí once mega-torres de diecisiete pisos. En noviembre pasado, la Legislatura porteña, bajo el mando de Rodríguez Larreta, había dado el paso inicial, modificando el Código de Planeamiento Urbano a la medida de la entrega de lo todavía constituye el segundo pulmón verde de la Ciudad, luego de los Bosques de Palermo, a la depredación inmobiliaria. En plena pandemia, y mientras el país sucumbe al fuego del agronegocio, la voracidad capitalista también pone en juego lo que queda de biodiversidad y naturaleza autóctona en la ciudad. Los vecinos de la Isla de la Paternal, el barrio colindante al predio, nos estamos organizando en asambleas para defender el parque.
Buenos Aires es una de las ciudades con menor proporción de espacios verdes por habitante. Con solo seis metros cuadrados contra los diez o quince que recomienda la OMS, es casi la peor de América Latina, solo por delante de Lima. No se trata solamente de una cuestión de paisaje, sino de contaminación, regulación de la temperatura, oxigenación, capacidad de drenaje y de derecho al bienestar y a la salud.
En la Facultad de Veterinaria se desarrolla, desde 2015, el proyecto “El Renacer de la Laguna”, una reserva natural urbana de dos hectáreas. Por voluntad e iniciativa de estudiantes y docentes, se trabajó en la recuperación y conservación de la flora y fauna nativa, tal y como era el pastizal rioplatense antes de la urbanización. Según el Club Observatorio de Aves “COA Caburé”, ligado a la facultad de Veterinaria, se llegaron a avistar en el pulmón verde de Agronomía y La Paternal a más de ciento cuarenta especies distintas de aves. Las megatorres que Larreta pretende levantar en el corazón del corredor verde destruirán la flora y bloquearán la circulación de las aves, que se verán forzadas a migrar. El daño ecológico es patente.
La primera ofensiva de la empresa Sadia fue frenada por la lucha de los vecinos de la Isla de La Paternal en el año 2007. El proyecto inmobiliario, además de convertir al Parque de la Isla en el patio privado de las megatorres, incluía la desarticulación completa del pulmón verde a partir de la construcción de un shopping colindante. Más cerca en el tiempo, durante el verano del año 2017, el gobierno porteño intentó construir un jardín de infantes arriba del patio de la escuela Lorca. Parecía incomprensible cómo, teniendo un predio tan grande alrededor, el jardín procuraba ser emplazado literalmente arriba del colegio. El motivo, claro está, era que el gobierno y la empresa pretendían reanudar el proyecto de las megatorres, y querían reservarse para él todo el terreno posible. A pesar de las vacaciones, los estudiantes se organizaron para bloquear el inicio de las obras, armando cordones humanos junto a docentes y padres para frenar la descarga de materiales. Finalmente, el Lorca triunfó y el jardín de infantes se terminó construyendo al lado de la escuela, no arriba suyo. Un poderoso antecedente para enfrentar lo que se viene.
La construcción de once mega-torres encima del pulmón verde de Agronomía y La Paternal sería un nuevo golpe al hábitat de la ciudad y a la biodiversidad que en él se desarrolla, incluyendo en la cuenta a la propia salud humana. Está planteada una coordinación a gran escala para defender el Parque de la Isla, como parte de una lucha por el derecho de los trabajadores a la vivienda, al barrio, a la salud, al bienestar y a la naturaleza. Junto a los vecinos, que tomaron la posta, el desafío es involucrar a los estudiantes y docentes, no solo del Lorca, sino también de las facultades y colegios de la UBA que verán destruidos todos sus intentos por preservar la fauna y la flora nativas. Lo mismo vale para los profesionales de los hospitales lindantes, toda vez que el ambiente es un determinante fundamental de la salud. La lucha de clases que el gobierno y la empresa emprendieron para apropiarse del suelo y el espacio urbano no descansa en pandemia. Es hora de que estudiantes, trabajadores y vecinos pongamos nuestras prioridades y propósitos sobre la mesa.