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En una nota publicada en Clarín (27/8) titulada “La educación en tiempos de pandemia: no le propongamos a los chicos el camino de Anna Frank”, Gustavo Iaies -de la Universidad de San Andrés, ex funcionario del Ministerio de Educación del gobierno de la Alianza- traza una analogía histórica banalizante entre la cuarentena implementada en Argentina debido a la pandemia y el autoconfinamiento de millones de judíos para sobrevivir al régimen genocida nazi. Advertimos que ninguna organización judeo-sionista ha salida a denunciar esta descalificación de Ana Frank, que reduce su confinamiento a una limitación escolar. De acuerdo a los términos del acuerdo del HIRA, sobre antisemitismo y holocausto, al cual adhirió Argentina, las autoridades deberían llevar a Iaies a la Justicia.
Iaies plantea que hay que retornar a las aulas porque, de lo contrario, se está obligando a los niños a seguir el camino defensivo de Anna Frank, de meterse entre cuatro paredes y dentro de un diario íntimo frente a la adversidad.
Como docente de séptimo grado de la escuela primaria tuve la oportunidad de pensar propuestas educativas ligadas al bloque “Democracias, dictaduras y participación social” del Diseño Curricular para el Área de Ciencias Sociales desde el estudio del caso de Anna Frank. He leído con mis estudiantes el diario que Iaies considera “un encierro” y he ido con ellos a la réplica de la casa de Anna Frank, situada en el barrio de Núñez de la Ciudad de Buenos Aires. Debo decir que la comprensión de mis estudiantes sobre el horror del Holocausto fue muy superior a la de este hombre con títulos resonantes. “Seño, Anna vivía más que todos los nazis juntos porque sentía cuando escribía”, me dijo uno de ellos, en esos años en que leímos el diario que este señor denosta. Iaies no entendería de qué hablaba mi alumno cuando decía eso. Frente al horror, la escritura y la palabra son sanadoras. Otra de mis estudiantes me dijo: “Seño, cuánto valor hay que tener para pasar por algo así y enamorarte”. Iaeis no entendería de lo que hablaba, porque asocia la lucha por la autopreservación de la vida a un valor negativo.
Mal que le pese a Iaies y a todo el sector anti cuarentena, la política de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio es necesaria en tanto es la única medida que hoy nos permite protegernos de la pandemia. Pero lo que no dice este representante del discurso las patronales -ni tampoco muchos de sus críticos- es que esta medida, tan necesaria sanitariamente, es aplicada por un gobierno burgués que no hace más que reproducir su violencia y su inequidad clasista. Mientras le plantea a los niños y adolescentes de la clase obrera “Quedate en casa”, no hace nada para garantizar el derecho a la educación virtual -a través de brindar acceso al wifi y a equipos tecnológicos- ni el derecho a las condiciones mínimas de vida para las familias golpeadas por la desocupación y la informalidad para las cuales se desplegó, de modo parcial e ineficiente, una IFE totalmente alejada del costo real de la canasta familiar.
Lejos de escondernos en esta situación de pandemia, tanto los docentes como los estudiantes y las familias, estamos dando una enorme batalla para sostener un vínculo pedagógico basado en el cuidado y en la valoración del otro. Al mismo tiempo, estamos batallando fuertemente contra los intentos aperturistas de los gobiernos bajo la presión de las patronales en defensa de nuestras vidas y de nuestra salud. Lejos de dejarnos a la retaguardia, la defensa de una cuarentena real para todos en defensa de nuestras vidas nos pone en movimiento y es motor de una rebelión educativa enorme que logró partir el acuerdo aperturista pactado por arriba entre Trotta y Acuña. Así, que mal que le pese a los Iaies, el camino de Anna Frank en defensa de la vida es el camino.