San Martín, Mariátegui, la izquierda y la deuda externa

Escribe Julio Gudiño

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Política Obrera, en febrero del 2020, se delimitó del FIT-U respecto de su planteo en torno a la renegociación de la deuda bajo legislación extranjera. El FIT-U bramaba contra el “cheque en blanco” que el Congreso daba al Ejecutivo para re-estructurar la deuda, pero al mismo tiempo un sector del FIT-U planteaba formar una comisión investigadora e impulsaba la moratoria hasta determinar qué se debe pagar y qué no.

Este planteo fue defendido a capa y espada por el MST - está muy bien “(…) hablar de investigar la deuda porque (…) Hay partes nuevas y grandes de la deuda, por ejemplo, la que contrajo el macrismo, que nadie investigó y el gobierno va a pagar, y además las fuerzas del régimen cajonean las profundas y serias investigaciones de Olmos. De ahí que que haya que insistir en la necesidad de una investigación total, que incluya la deuda del macrismo y que parta de tomar la denuncia de Olmos sigue siendo muy útil para desarrollar una política. Lejos de desviar nada es un ángulo que abona y fortalece la política de no pago.” (mst.org.ar, 19/02/20). Esta propuesta fue rechazada por el resto del FIT-U.

No obstante, el 5 de agosto, al día siguiente del anuncio de acuerdo suscripto por F-F con los tenedores de deuda, el FIT-U declaró: “El Gobierno paga deuda ilegítima, los bonistas festejan” (LID, 05/08). La declaración deja en claro tres aspectos: el rechazo a este acuerdo con los acreedores, el rechazo a las futuras reestructuraciones que vendrán con el FMI y la admisión de una deuda que sería legítima.

Una de las frases más citadas en la declaración del FIT-U es deuda ilegítima, que sugiere otra que es legítima. La deuda ilegítima se repudia y la legítima, suponemos, se paga. De lo contrario no tendría sentido la distinción entre deuda ilegítima y legítima. Respecto de cómo distinguir, del conjunto de la deuda pública, entre ilegítima y legítima nos hace saber muy poco.

La legitimidad de una deuda puede ser de dos órdenes: contractual o política. Si es contractual, puede ser litigada en los tribunales de Nueva York, alegando por ejemplo el anatocismo, o sea la acumulación de deuda para el pago de intereses vencidos. Si la ilegitimidad es política, el único remedio de derrocar a los gobiernos, funcionarios e instituciones que la contrajeron y legitimaron. En este caso, el gobierno revolucionario tendría las condiciones y el deber de investigarla políticamente, o sea al servicio de qué intereses fue suscripta. El juego de deuda legítima e ilegítima tiene el propósito de eludir la responsabilidad política de la burguesía, sus partidos y su estado – tanto del país deudor como del acreedor. La despolitización de la deuda pública es incompatible con una política obrera y socialista.

San Martín, PTS y la “deuda odiosa”

En un extenso artículo de características escolares, titulado José de San Martín y el rechazo a la ´deuda externa´, PTS presenta al general San Martín como el precursor de la orientación del FIT-U. Interesante, porque San Martín no abolió el orden social colonial, que continuó bajo la República, según nos enseña José Carlos Mariátegui. Tanto liberales como revisionistas ocultaron un hecho novedoso, dice el PTS, a saber, que la política impulsada por San Martín constituye “una lección importante para la realidad nacional actual” (LID, 17/08).

San Martín, en 1821, siendo Protector del Perú, redactó el Estatuto Provisional y en uno de sus artículos adicionales plantea “el desconocimiento de la deuda odiosa”. El Estatuto Provisional tiene 10 secciones y 2 artículos adicionales; el artículo Adicional 1 (que constituye el anclaje documental de la argumentación) dice: “Animado el Gobierno de un sentimiento de justicia y equidad, reconoce todas las deudas del Gobierno Español que no hayan sido contraídas para mantener la esclavitud del Perú, y hostilizar a los demás pueblos independientes de América”. Es decir, se reconoce una parte de la deuda y debe ser pagada. ¿Cuál es la deuda que el PTS, como San Martín, reconoce y pretende pagar? No lo dice, como tampoco dice que, antes que nada, San Martín desalojó del poder a los españoles, una condición que el PTS no plantea cumplir. Los compañeros historiadores del PTS deberían decirnos si luego San Martín planteó lo mismo con el endeudamiento de Rivadavia, y en general con la enfiteusis – la entrega de tierra fiscal como garantía de la deuda pública.

La definición de San Martín, dice el PTS, “no es un juego de palabra ni mucho menos inocente, sino un intento por parte de un estratega como San Martín para que, por un lado, su llegada a Lima generara expectativas entre sectores de su élite criolla, al tiempo que limitar el saqueo de las riquezas de sus territorios por parte de los países colonialistas a través del endeudamiento” (LID, 17/08). Acá ya estamos ante un intento de poner a San Martín, “un estratega”, en el podio del alemán Von Clausewitz, y de paso insinuar que el reemplazo del no pago por la “investigación” y “suspensión” tiene la altura de una “estrategia”. Los padres ideológicos del PTS, el MAS, ya habían reivindicado esta “estrategia” cuando apoyaron las suspensiones de deuda del aprista peruano García y del procesista brasileño Sarney.

El PTS también afirma que “Casi la totalidad de la enorme deuda que tiene la Argentina, sobre la que se renegocia y paga una y otra vez, pertenece a esta “deuda odiosa” (tal como se ha definido), ya que fueron contraída con plena consciencia de la ilegitimidad (y en algunos casos ilegalidad) de sus fines” (ídem). Si la ´deuda odiosa´, casi total de la deuda, fue contraída en forma ilegal no se puede reclamar a quienes la contrajeron mediante el poder del estado, que la repudien. Sólo queda derrocarlos.

¿Qué otra conclusión desea que saquen los trabajadores?

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