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El Consejo Federal de Educación -en el que participan los ministros de educación provinciales y el jefe de la cartera nacional, Nicolás Trotta- pactó la creación de un “semáforo sanitario”, monitoreado por el ministerio nacional de Salud, que otorgará a las provincias la posibilidad de “modular” la reapertura de las escuelas según los indicadores de la pandemia. El fin es garantizar la vuelta de los sextos años de primaria y secundaria, frente a la evidencia de que el gobierno no ha encontrado mecanismos para promocionar y acreditar a los alumnos que culminarán su ciclo. Queda la estela de una “guía de análisis de riesgos epidemiológicos basada en criterios objetivos”, elaborada por el Ministerio de Salud, un nuevo fracaso que hace ingresar en una espiral la estabilidad de Trotta en el cargo. Hoy, jueves 9, el CFE vuelve a reunirse.
Desde el seno del gobierno nacional y el Frente de Todos -con Sergio Massa y Trotta a la cabeza- se ejerció una presión feroz para volver a las aulas en situaciones absolutamente inviables en el cuadro de crisis sanitaria y fractura de la infraestructura escolar. El ministro que “priorizaba la salud” ahora se despacha afirmando que “no hace falta vacuna para volver a las aulas”. Los dichos del ministro coinciden con el peor momento de la crisis sanitaria: las principales ciudades del país se encuentran al borde del colapso de sus sistemas de Salud. Es una manera de decir “hay que convivir con el virus”, esto es la línea por la que presiona toda la clase capitalista.
En los principales medios el ministro Trotta dio por hecha la vuelta a clases. La desazón y la bronca recorren por estas horas los grupos de docentes: nuevamente se expone a las familias de las escuelas al peligro del contagio, en el peor momento de expansión del virus. Por enésima vez, los trabajadores y los estudiantes de las escuelas del país son sometidos a la incertidumbre, sin que nadie haya consultado nada sobre una crisis educativa palpable en su conjunto, cuyo alcance aún no puede ser previsto.
Se pretende ocultar lo evidente: la solución de la crisis educativa no será la circulación social masiva que implica la reapertura parcial de las escuelas, con la movilización de docentes, estudiantes y auxiliares. Los protocolos truchos, que ahora comienzan a habilitarse con el “verde” de Trotta, son ajenos a la realidad de infraestructura de los edificios escolares. La falta de conectividad, la falta de insumos tecnológicos, el golpe letal a miles de trayectorias educativas, la precariedad de la vida de estudiantes y educadores, la sobre exigencia laboral, requieren de una inversión sin precedentes para la educación pública. No saldrá de un gobierno que ató su destino al pago de la deuda externa. Las demostraciones son inapelables: el intento de volver a las escuelas en seis provincias debió volverse atrás en tres, San Juan, Catamarca y Santiago del Estero, por el salto en los contagios. Planes precarizadores, como el improvisado ATR bonaerense, profundizan la debacle y el desfinanciamiento.
La apertura parcial de los sextos años de primaria y secundaria muestra que el gobierno nacional, con el apoyo sin grieta de los mandatarios provinciales, no cesará en los intentos por blanquear el levantamiento total del aislamiento social. En algún lado, acaso, “hay que dejar a los chicos”. Es extraordinario el lobby que están haciendo los colegio privados, que pretenden forzar una vuelta desigual y así y todo exponer a sus trabajadores y estudiantes, fundamentalmente para justificar costosísimas rematriculaciones, inafrontables en la quiebra económica.
Sin embargo, la intentona encuentra en cada rincón del país un movimiento educativo, protagonizado por la docencia organizada, activo y vigoroso. Los procesos de lucha en Misiones, Chaco, Entre Ríos, Capital Federal, Santa Fe, Chubut, La Rioja, Tucumán y ahora Mendoza, donde con asambleas virtuales por escuela y caravanas se frenó la Ley de Educación, son el tope que sistemáticamente viene postergando la luz verde de Trotta, como sucedió en el caso de la ciudad de Buenos Aires. Este movimiento comienza a coordinar a la docencia del país en el terreno concreto de sus demandas.
Alesso y Baradel, de CTERA y SUTEBA, salieron a pedir “ser consultados”. Pero ni amagaron a consultar a sus bases. Sin embargo, y como pasó en la paritaria bonaerense, no pueden aceptar sin más cualquier iniciativa del gobierno, a sabiendas del enorme descontento que atraviesan las bases. La docencia debe profundizar un proceso de deliberación por abajo, con asambleas virtuales escuela por escuela, para rechazar cualquier intento de vuelta a clase y poner de pie una agenda en defensa de la vida y la educación pública en todo el país.