Buenos Aires: el impuestazo desata una temprana crisis política

Escribe Emiliano Fabbris

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El fracaso en el tratamiento de un paquete de nuevos aumentos impositivos para la provincia de Buenos Aires presentado por Kicillof desató una crisis tempranísima en el oficialismo –a solo 16 días de haber asumido.

El paquete impositivo supone esencialmente un esquema progresivo de aumento de tasas para el impuesto urbano y rural de entre el 15 y el 75%, incluyendo un pequeñísimo retoque en las valuaciones fiscales de las propiedades, que es la base por la cual se aplica el impuesto. Con esto, a su vez, se incrementa el pago de otros impuestos como Bienes Personales y tasas municipales.

Grandes terratenientes y pooles de siembra han salido a rechazar de plano estos aumentos pese a que siguen tributando sobre la base de valuaciones fiscales insignificantes de sus propiedades con relación a su valor del mercado, y mientras continúan recibiendo exenciones impositivas y “regímenes especiales” de todo tipo.

Kicillof se jacta que la ley es cuestionada porque afecta mayormente a un “puñado de terratenientes” - 200 dueños de campos. Sin embargo, para el dirigente piquetero del Vaticano Grabois (CTEP) la ley es “moderada e insuficiente”, que expresa una “cobardía” política por parte de Kicillof. ¿Cuál será el calificativo entonces del dirigente papal para Alberto Fernández, cuyas medidas ‘presupuestarias’ echan mano de los fondos previsionales de Anses?

Los senadores de Juntos por el Cambio –mayoría en Senado– no dieron quorum para el tratamiento del proyecto, en oposición a la progresividad del impuesto rural. Para justificar este rechazo al conjunto del proyecto, argumentan que el aumento del inmobiliario urbano afecta a propiedades por encima de los $680 mil, o sea a grandes sectores medios. El paquete incluye un aumento en la tasa de ingresos brutos, el impuesto más recaudador de la provincia, que pagan los consumidores.

Fragmentación política

Luego de una contundente victoria electoral, parece que la “gobernabilidad” estaría ausente en la Provincia, por lo que Kicillof se ha sacado una foto en equipo con los intendentes macristas – una promesa de recule político. En la reunión previa le habían ‘informado’ al gobernador que no había dinero para pagar los sueldos municipales, la moneda de cambio en el arreglo

A pesar de la rabiosa conferencia de prensa de Kicillof luego de consumada la derrota en el Senado, rápidamente salió a luz que la sedición alcanzaba a los propios integrantes del oficialismo, que facilitaron el boicot de la oposición. Uno de los legisladores ausentes responde al barón del conurbano Mario Ishii, molesto con Kiciloff por el reparto de cargos en el nuevo gobierno bonaerense.

La ex intendenta de La Matanza, Verónica Magario, fue desplazada de las primeras negociaciones. La otra legisladora ausente en la fallida sesión responde, según varios medios periodísticos, a La Cámpora. A esta altura, nadie cuestiona que Kicillof ha recibido un golpe promovido tanto por la oposición como sectores del oficialismo. Un artículo de Página/12 lo expuso en forma sugerente: “Todos contra Axel Kicillof” (30/12).

Sin dudas, en esta crisis se destaca el silencio completo de Alberto Fernández y de toda la Casa Rosada. Tampoco ahí se ve con buenos ojos un impuesto progresivo que afecta –modestamente– a la oligarquía en las vísperas de las negociaciones de la deuda con los acreedores.

Kicillof buscará aprobar la ley introduciendo “cambios menores” que aún no ha precisado, o archivando el impuesto progresivo. En cualquier caso, esta crisis “por arriba”, cuando recién se cumplían dos semanas de gobierno, deja en claro que los Fernández deben hacer frente a un impasse histórico que supera el alcance y la capacidad de su programa y estrategia.

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