Colonia Santa Rosa: ni Guerra, ni Sáenz, la salida está en manos de los trabajadores

Escribe Violeta Gil

Tiempo de lectura: 3 minutos

Los esfuerzos por rescatar al intendente Mario Guerra de la debacle política, vienen fracasando.

Cuatro meses atrás, una rebelión popular impuso en el Concejo Deliberante de Colonia Santa Rosa la “suspensión” del intendente y la conformación de una comisión de vecinos y obreros para auditar las cuentas del municipio. Una maniobra de los concejales echó por tierra la reacción de los trabajadores, frente a la crisis de Guerra. La maniobra fue dictada por el propio Mario Cuenca, Secretario de Municipios de Gustavo Sáenz, quien, junto al Gobernador, le tendieron un salvavidas al intendente.

Los rescates no alcanzan para frenar la reacción de los trabajadores…

Ningún rescate es suficiente en un municipio como resultado del vaciamiento operado por los partidos que se sucedieron en el poder. Mientras Guerra, Cuenca y Sáenz responsabilizan a los obreros por la quiebra del municipio, eluden sus responsabilidades por haber eximido del pago de impuestos a los verdaderos responsables - el capital agrario, azucarero y sojero, los especuladores inmobiliarios. Estos fueron beneficiados por los gobiernos capitalistas, a costa del empobrecimiento de las masas de trabajadores, la desocupación masiva y la falta de tierras para vivir.

En estas condiciones, Guerra tiene la misma agenda que Sáenz: quebrar la reacción obrera contra la miseria social e imponer un mayor ajuste con despidos y recortes salariales. Los concejales son un ariete del régimen político contra los reclamos populares. Estas pretensiones chocaron sistemáticamente con un movimiento obrero combativo que se vincula, cada vez más, a los centenares de vecinos desocupados en las barriadas, que luchan y se organizan por la comida. Frente a un nuevo cuadro de quiebra de los recursos municipales, de agravamiento de la crisis social, por el impacto del coronavirus y, sobre todo, el desarrollo de la deliberación entre los vecinos sin tierras, los concejales piden la intervención del municipio. Siguen muy de cerca el proceso político en el municipio de Aguaray, donde los vecinos se autoconvocaron en una asamblea masiva, votaron un pliego que confrontaba directamente con todo el régimen municipal. Allí la intervención llegó para frenar la rebelión popular.

En Colonia, temen que, sin una intervención desde arriba, tome impulso la deliberación y movilización política entre los obreros y los vecinos, que ya en el pasado demostraron una profunda conciencia política, cuando como parte de sus exigencias reclamaron la apertura de los libros contables y una comisión de obreros y vecinos para auditar las cuentas.

Tareas

La quiebra generalizada de los municipios en toda la provincia abre un curso de intervención de los trabajadores para imponer la satisfacción de las demandas obreras postergadas.

El cambio de “gestor”, por arriba, choca directamente con la quiebra fiscal. Los trabajadores ven este problema con mayor claridad en cada nueva experiencia que recorren. La intervención en Aguaray no resolverá el pliego demandado por los vecinos ni mucho menos la crisis del municipio, como tampoco lo hará una eventual intervención en Colonia. La destrucción de miles de puestos de trabajo por el avance de la soja y la caña, y la política consciente para no cobrarles impuestos a la Seaboard Co. (ex Tabacal), y a los terratenientes de la zona, son la base de esta quiebra.

En Colonia, los trabajadores ya conocen el trauma de las intervenciones. El propio Guerra llegó puesto a dedo por Urtubey cuando en el municipio se desarrollaba una pueblada, en la que nuestro compañero concejal Ricardo Castellanos jugó un papel muy importante contra el ex intendente Dardo Quiroga, ante el desfalco con los recursos. Guerra tenía que derrotar a los trabajadores porque Quiroga no pudo hacerlo. Jamás figuró en su agenda transparentar las cuentas, ni exigir el presupuesto necesario para los vecinos.

El pueblo trabajador de Colonia Santa Rosa tiene grandes desafíos. En primer lugar, rechazar la intervención del municipio que le reclaman los concejales a Sáenz. Esto no significa establecer ninguna solidaridad con Guerra, que deberá ser expulsado mediante la lucha de los trabajadores con un programa político propio, por el control obrero y popular de las cuentas del municipio y el control del uso del suelo. La revocatoria está a la orden del día y solo el pueblo con sus demandas y organismos puede revocar a Guerra y a todos los concejales cómplices de la quiebra municipal.

Es necesario recuperar las asambleas en los lugares de trabajo y en las barriadas, poner en pie comités obreros para impulsar un congreso de trabajadores de todo el departamento de Orán, con delegados de base, electos y revocables por sus propias bases, que le rindan cuentas al pueblo trabajador, para imponer una agenda obrera a la crisis de los municipios y abrir una salida contra la bancarrota de los Guerra y los Sáenz.

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