El acto del PO (o)

Escribe Mariano Hermida

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El acto que protagonizó el oficialismo del Partido Obrero el sábado pasado ha sido un acto por “default”: el resto de los partidos del Frente de Izquierda - “Unidad” habían rechazado hacer un acto en común. La propuesta del acto conjunto respondía al propósito de dejar establecido un compromiso de mantener la distribución de candidaturas para las elecciones de 2021, en los términos de 2017 y 2019. El MST hizo saber su desacuerdo con este esquema que lo perjudica, y por razones diferentes también recogió el rechazo del PTS.

Lo destacado del acto es que un 85% de la concurrencia la aportó el Polo Obrero, cuya plataforma de acción está ligada al reclamo de apoyo social al estado. Gabriel Solano dijo, haciendo de la necesidad virtud, que el PO (o) se ha “fusionado” con el Polo Obrero, lo cual implica una desnaturalización del partido obrero como organización de cuadros socialistas. Solano desvió la atención de este desbarranque, con un verdadero dislate, pues atribuyó a esta circunstancia a que la “revolución está en marcha en Argentina”. En los dos años pasados, esta misma ´fusión´ no alcanzaba para que levantaran la consigna Fuera Macri, Constituyente Soberana. El desborde verbal caracterizó a varios discursos del evento. Lo que reivindica Solano es el movimientismo manejado por un aparato.

El eje político del acto fue el llamado para acabar con el “El régimen de hambre de los que nos gobernaron en las últimas décadas”. Los discursos de los seis oradores, sin embargo, omitieron referirse a la pandemia del coronavirus, cuyo manejo social y político es el eje del momento para el conjunto de la humanidad.

Esta ausencia obedece a una visión de la política como campo de maniobras – sean entre aparatos, sindicales o parlamentaria, no como el escenario de una confrontación histórica de clases. La crisis humanitaria producida por el covid-19 y su entrelazamiento con la crisis capitalista fue sólo aludida como un problema “sanitario”, a pesar de que ha invadido todo el tejido financiero, económico, social, y que se ha convertido en una crisis humanitaria. Las denuncias políticas de los oradores no salieron del campo parlamentario, salvo alguna excepción. Pitrola pronosticó una “segunda ola de rebeliones populares”, para borrar la impresión que dejó la posición contraria acerca de la “primera”, en el 2019, cuando no vio venir la “primera ola” (Chile, Ecuador, Colombia, etc.) y se enfrascó en una polémica violenta contra la previsión acertada de nuestra Tendencia. Hasta hace pocas semanas, el aparato seguía caracterizando nuestros aciertos políticos como ´mecanicismo´. La falta de escrúpulos de este aparato es inconmensurable.

El acto ignoró por completo la crisis que atraviesa el Frente de Izquierda - Unidad. Ningún orador u oradora intentó caracterizar o clarificar las bases políticas de las disputas faccionales que se viven cotidianamente en todos los ámbitos: sindicatos, movimientos de lucha, facultades, etc. El PSC fue convocado a tomar la “iniciativa” pero sin ofrecer un balance de su parálisis. Tampoco hubo referencia al debate sobre el “partido de tendencias” que le ha propuesto el MST al resto de los partidos del FIT, ni tampoco la el planteo de construir “un gran partido revolucionario”, por parte del PTS. Hubo una mención a “ganar la escena política” con un “programa de salida a la crisis”, que nadie se detuvo en explicar en qué consiste.

La conclusión que ha sacado el PO (o) de su propio acto no deja de ser novedosa. Caracteriza que “se ha puesto de manifiesto un giro político, un cambio en la conciencia del activismo, nuevas tendencias subjetivas que serán determinantes a la hora de intervenir en la crisis en curso” (prensaobrera.com, 16/11). El acto, sin embargo no ha gravitado, ni por sus planteamientos ni por su movilización política efectiva, además de dejar expuesto una ausencia enorme de cuadros, militantes, activistas y luchadores obreros y políticos. En las redes sociales, el aparato asegura que fue el más grande “de la historia del PO”, omitiendo el Congreso del Luna Park del 2014, que contó con una gran representatividad del movimiento obrero combativo y que fue preparado por plenarios de debate político, con comisiones que debatieron toda la jornada y conclusiones que fueron votadas por los asistentes. Todo un método de construcción política revolucionaria.

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