25 de Noviembre: las mujeres ganamos las calles

Escribe Plenario de Trabajadoras (T) – Tendencia del Partido Obrero

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Este 25N, día de lucha contra todas las formas de violencia hacia la mujer, será motivo de masivas movilizaciones. La pandemia ha exacerbado el cuadro de crisis sanitaria y miseria social, dejando al descubierto la incapacidad completa del sistema capitalista para defender nuestras vidas y aspiraciones más elementales.

La crisis impacta en todos los órdenes de la vida y también dentro del hogar: según estadísticas oficiales, 4 de cada diez mujeres es víctima de violencia y una mujer es asesinada cada 24 horas.

Las mujeres hemos respondido a esta barbarie con movilizaciones que llegaron a convertirse en rebelión y verdaderas puebladas, como en Jujuy. En todo el país, vecinos y familiares se plantan ante las comisarías y las fiscalías denunciando la responsabilidad del Estado, su desprecio ante nuestras vidas, la complicidad con violentos y femicidas.

Hace unas semanas, el país se conmovió por el femicidio de Paola Tacacho en Tucumán. Durante 5 años, fue hostigada por el hijo de una familia del poder. Paola hizo todo lo que dicen que hay que hacer. Recorrió comisarías y pasillos del Poder Judicial, hizo 17 denuncias. Las respuestas fueron burlas. La complicidad del juez Francisco Pisa, que garantizó la impunidad del asesino, condenó a muerte a Paola.

Es la misma impunidad de la que gozan los tratantes que denuncia la asamblea de jóvenes en Exaltación de la Cruz. Los intentos de secuestro, el acoso y el abuso sexual en la vía pública, la desaparición de mujeres en las barriadas de la zona norte de Buenos Aires son cosa de todos los días.

El Estado es incapaz de preservar nuestra integridad y la de nuestras familias. Los femicidios y la violencia no son el resultado de un problema individual. Son el espejo de un régimen en descomposición.

La experiencia probó que es inútil combatir la violencia contra las mujeres con “mejores leyes” o “educando” funcionarios con la Ley Micaela. En Salta, la emergencia de violencia de género ya cumplió 8 años. Se crearon una decena de organismos (observatorio, jueces y fiscales de género, oficinas, secretarías). Sin embargo, la realidad de las mujeres no ha cambiado un centímetro. El mismo efecto ha tenido el Plan Nacional de Acción contra las violencias anunciado por Alberto Fernández.

La violencia contra la mujer es estructural al régimen capitalista, que nos necesita con la cabeza gacha, educadas en el silencio y en el temor, promovidos por el poder político y eclesiástico. La única respuesta es la organización autónoma de las trabajadoras, y la discusión con nuestros compañeros para que hagan propia esta causa.

Aborto legal ya, sin objeción de conciencia ni penalización

Durante la pandemia, las mujeres estamos a la cabeza de la defensa del derecho a la salud y a la educación. Somos las grandes organizadoras de las ollas populares contra el hambre en las barriadas. Sin embargo, así como el aislamiento exacerbó la violencia, también exacerbó la urgencia de legalizar el aborto. Con los centros de salud cerrados u orientados a la atención de la Covid, se hizo más difícil aún conseguir anticonceptivos o misoprostol. Miles de mujeres debieron interrumpir sus embarazos en la clandestinidad.

Fernández, después de meses de promesas, finalmente mandó un proyecto de legalización del aborto al Congreso. La ley del Ejecutivo tiene dos concesiones a los sectores clericales que no podemos admitir: la objeción de conciencia y la penalización de los abortos a partir de la semana 14. Por otro lado, nada garantiza que sea aprobado en un Parlamento donde los clericales están presentes en todos los bloques patronales.

El movimiento de mujeres no debe depositar ni un gramo de confianza en el gobierno y el parlamento.

Así como debemos llevar el debate sobre la violencia a todos los ámbitos que compartimos con nuestros compañeros, debemos organizar asambleas en defensa del aborto legal en los lugares de trabajo, de estudio y a las barriadas.

Los despidos masivos, la precarización laboral, los salarios por detrás de la inflación, la caída del poder adquisitivo, el hacinamiento y la falta de vivienda también son violencia.

Pongamos en pie comités de mujeres que organicen la lucha por todas nuestras reivindicaciones.

Frente a la división que imponen el Estado capitalista, las patronales y el clero, opongamos la unidad de lucha del conjunto de los trabajadores y sus familias. Para terminar con la violencia contra las mujeres tenemos que tirar abajo el régimen social que la sostiene.

Ni una menos. Basta de violencia y femicidios. El Estado es responsable.

Aborto legal, seguro y gratuito ya. Ni objeción de conciencia ni penalización después de la semana 14.

Vamos por la organización socialista de la mujer trabajadora.

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