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La renuncia de Guillermo Nielsen a la presidencia de YPF está relacionada con el fallido proceso de “reestructuración” de la deuda de la compañía, que asciende a 6200 millones de dólares. El “negociador exitoso”, en 2005, de la deuda impaga que dejaron Menem y De la Rúa , acaba de dejar su puesto, por el fracaso en salir del default que dejaron en la compañía CFK y Macri, sucesivamente. La actual vicepresidenta hizo un verdadero desastre con YPF, acompañada de Kicillof - el ministro de Economía que gana elecciones bonaerenses- y del operador Miguel Galuccio, ex titular de la compañía, que ahora vuelve al ruedo con una empresa propia. Todavía está fresco el desfalco que produjo para que su socio de entonces, Eskenazi, se quedara con un 25% de las acciones de YPF sin poner un peso; para que Repsol vaciara a la compañía remitiendo dividendos a Madrid por encima de las utilidades; y el premio final a la misma Repsol, que fue indemnizada en ocho mil millones de dólares en concepto de ´estatización. Los 6200 millones dólares en discusión son adeudados a fondos internacionales encabezados por BlackRock, el más importante del mundo, y que fuera pieza central en la renegociación de la deuda con jurisdicciòn extranjera por parte del ministro Guzmán.
El anuncio de reestructuración de deuda se precipitó ante la cercanía de un vencimiento de 430 millones de dólares en marzo próximo. Según informa “La Nación”, Nielsen era partidario de pagar ese vencimiento, con el argumento de que correspondía a una deuda ya reestructurada con anterioridad. El Banco Central, sin embargo, le anticipó que no proveería los dólares para ello, como ocurre con todas las empresas privadas con deuda extranjera, si no refinancian el 60% del total. El gobierno pretende obtener un acuerdo como el que logró con la deuda global – dilatar los pagos ya dilatados por cuatro años más. Los fondos respondieron que aceptar esto términos era equivalente a una “destrucción” de los bonos de deuda. El default de YPF, más allá del imposible respaldo del Banco Central (que tiene dos billones y medio de pesos de deuda Leliq al 40% de interés anual)., expone una crisis de la deuda global ya reestructurada, que se encuentra afectada, efectivamente, por una “destrucción” de valor, pues cotiza por abajo de 40 centavos de dólar. Como la situación de YPF es compartida por una decena de provincias, en especial la de Buenos Aires, por 15 mil millones de dólares, la partida de un default se está jugando en varios tableros. Schiaretti acaba de desatar una crisis con el gobierno nacional, al ceder al reclamo de los fondos de una tasa de interés anual del 6%, que es un 70% superior a la negociada a nivel nacional, e incluso a plazos menores.
La deuda y las tarifas
Para los diarios, el reemplazo de Nielsen por un kirchnerista es “otro casillero más ocupado por CFK”, e incluso alguno denuncia el copamiento de “una caja” de una empresa quebrada. Lo cierto es que YPF enfrenta un juicio de miles de millones de dólares en Nueva York, que le inició su ex socio Eskenazi –bajo la fachada de un testaferro-, por haber sido dejado de lado en las indemnizaciones por la pseudo-estatización de Repsol. Al mismo tiempo, BlackRock y sus socios son también accionistas de YPF, donde el 49% del capital es privado. Es obvio que los fondos están por demás interesados en un tarifazo petrolero, porque serviría para hacer subir la cotización de la deuda extena de Argentina y -supuestamente- sacaría a YPF del default.. El ´casillero´ de CFK sería la respuesta de los rivales de BlackRock al intento de quedarse con YPF; en este bando se encuentra la compañía Vista de Galuccio y todos los que pelean por el manejo del gas de Vaca Muerta – no sólo Tecpetrol. Es lo que había intentado el kirchnerismo en el gobierno, cuando puso a Miguel Galuccio al frente de la compañía y llegó a un acuerdo secreto con Chevron. Se firmaron contratos dolarizados para la industria del gas no convencional y se habilitó una cuenta ´off shore´ para que Chevron pudiera girar utilidades sin cortapisas.. Según Página 12, Pablo Gonzalez, el nuevo presidente de YPF, se concentrará en “la reactivación de Vaca Muerta”, es decir en nuevos ´acuerdos Chevron´ – siempre que BlackRock no mete la cuchara o, mejor todavía, apoye un ´revival´ del kirchnerismo petrolero.
La crisis de YPF, que vale en el mercado internacional mucho menos que una Pyme, corta como un cuchillo toda la crisis del régimen político. El virus no ha relegado la disputa por el control de la economía de Argentina, la ha reavivado. Del equilibrio que alcancen los capitales financieros en pugna depende el mandato de los Fernández. El desarrrollo de esta crisis pondrá más claro a los trabajadores que el gobierno capitalista ´popular´ es una marioneta de la patronal y de una crisis mundial de conjunto.