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El presidente de Francia, Emmanuel Macron, anunció una “nueva dirección” para evitar “perder el control” del curso de la pandemia en el país. Sin embargo, la enorme disparada de casos se viene desarrollando hace semanas, mientras Macron desoía al consejo científico galo.
Las medidas adoptadas, hasta el momento, privilegiaban el reforzamiento de controles regionales, lo que había llevado a intensificar las restricciones a la circulación en 19 de los 96 departamentos franceses, entre ellos, París. Ahora las medidas serán extendidas desde el sábado a todo el territorio nacional. Las principales medidas incluyen el sostenimiento del toque de queda a partir de las 19 horas, se cerrarán los negocios denominados ´no esenciales´ desde el 3 de abril al 2 de mayo; también las escuelas, en todos los niveles, permanecerán cerradas, continuando las clases de manera virtual y teniendo un corte por las vacaciones de Pascuas. También se encuentran limitados los viajes nacionales y las salidas del país. En cuanto a un confinamiento, Macron lo ha denominado “limitado”: los franceses no necesitan excusa para ausentarse de sus hogares siempre y cuando no estén a más de 10 kilómetros. El teletrabajo será recomendado, pero no obligatorio.
Bien observadas, estas medidas tendrían impacto, por lo menos, limitado: el límite a los traslados interdepartamentales comenzará luego de las pascuas; los negocios ´no esenciales´ abiertos no superan los 150 mil, puesto que otros no esenciales -bares, teatros, cines, gimnasios- se encuentran cerrados hace meses. La única medida contundente, ya recomendada por expertos, padres y docentes, es el cierre de escuelas.
Sin embargo, Macron ya cuenta con fecha de reapertura para las escuelas: el 11 de abril retornarán las guarderías, jardines y escuelas primarias; mientras que las escuelas secundarias lo harán el 3 de mayo. Macron asegura “es la solución más adecuada para frenar el virus”, pues desde febrero que la comunidad médica y científica lo reclama (El País, 31/03).
Francia se acerca a la barrera de los 100 mil muertos por COVID-19, actualmente 95.667, al tiempo que el índice de incidencia (número de casos cada 100 mil habitantes) se sostiene en los 377 por semana y en los 712, 2 a dos semanas. Estos números sólo tienden a empeorar cuando se pasa revista en los departamentos más complicados por el nivel de contagios Seine-Saint-Denis y Val d’Oise, “se disparan incluso hasta 783 y 813, respectivamente” (El País, 31/03).
La ocupación de camas de cuidados intensivos (UCI) alcanza el 98,4% a nivel nacional, en algunos departamentos “se ha superado la capacidad inicial de antes de la pandemia” (idem). Y se ha alcanzado un pico de personas en camas, primero superando el pico anterior de 4.903 del otoño pasado, trepando a 5.072. Solamente en París, hay 1.500 pacientes en UCI. El nivel general de hospitalizaciones alcanza los 28.000 pacientes. El enorme salto en los contagios, que han sido alentados con el sostenimiento de la reapertura escolar, es escondido por el gobierno, que no discrimina (al igual que todos los gobiernos del mundo) los contagios en lugares de trabajo y estudio. Resulta elocuente señalar que los contagios no disminuyen a pesar de la menor movilidad nocturna y el cierre de prácticamente todos los espacios de ocio, por lo cual la población se contagia trabajando, estudiando y viajando.
Ante este escenario, un grupo de médicos de UCI y emergencia parisinos han escrito una columna de opinión en el Journal du Dimanche el pasado domingo, señalando que “nunca habían sufrido tal situación, ni siquiera durante los peores ataques terroristas de los últimos años”, agregando que existe una “evidente falta de correspondencia entre las necesidades y los recursos disponibles”, para concluir que la política del gobierno es un “desastre” (CNN, 31/03). Los médicos han advertido que pronto habrá que realizar una “selección de pacientes” ante la falta de camas” (El País, 31/03). El gobierno asegura que se ampliará la capacidad hospitalaria, sin precisar fechas.
Macron ha señalado que la principal vía para enfrentar el virus es la vacunación masiva, pero viene a paso lento, como en el resto de Europa, por la falta de entrega de dosis por parte de los laboratorios. El mandatario francés ha dicho que “las naciones europeas carecieron de «ambición» en torno a la adquisición de vacunas” (CNN, 31/03), una confesión de la puja internacional por el acaparamiento de dosis.
Francia ha “apostado” a la reapertura de escuelas como ningún gobierno en el mundo, sosteniéndose abierta más que todos los países del mundo. Ahora ha caído presa de su propia cruzada. En definitiva, el caso francés demuestra que el manejo capitalista de la pandemia es un matadero de niños, jóvenes y adultos trabajadores.