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El Sanatorio Julio Méndez que recibe a los empleados del GCBA afiliados a la Obra Social de la Ciudad de Buenos Aires (ObSBa) -incluidos los y las docentes- se encuentra colapsado.
El pasado domingo 11 de abril, falleció por covid-19 un trabajador del gobierno porteño, mientras aguardaba desde hacía diez días que se le asignara una cama de terapia intensiva. La hija del hombre fallecido había hecho público a través de las redes sociales que no había camas disponibles cuando su padre aún estaba con vida.
El miércoles 21, una enfermera del Hospital José María Penna falleció por coronavirus tras esperar 48 horas, sentada en una silla de ruedas, que le consiguieran una cama de terapia intensiva en el sanatorio Méndez. Se llamaba Gilda Zurita, tenía 52 años. En diálogo con C5N, otra enfermera dijo: “Es muy doloroso. Estuvo 48 horas sentada esperando una cama en la guardia, con una máscara de oxígeno, pidiendo auxilio. Estaba esperando la derivación porque el Sanatorio cuenta con 14 camas para más de 100 mil afiliados”.
También trascendieron testimonios de maestras y maestros con coronavirus que tuvieron que soportar largas peripecias esperas para conseguir cama disponible en el sanatorio.
Uno fue el caso de Belén Massei, maestra de la Escuela Nº20 Distrito Escolar 13 "Sargento Cabral" del barrio porteño de Flores, quien estaba internada por Covid-19 en el Sanatorio Méndez. Ante el agravamiento de su cuadro, requería una cama dentro del servicio de terapia intensiva pero éste estaba completo. La situación fue denunciada por Ademys, hasta que finalmente consiguieron el traslado.
También se viralizó un video de un docente del Otto Krause en el que relata el periplo que debió realizar para llegar a que se le asigne una cama de internación frente a la agudización de sus síntomas. La Ciudad de Buenos Aires, en febrero había tenido que confirmar que al menos diez docentes de los colegios Otto Krause y la escuela número 12 del barrio porteño de Nuñez dieron test positivo de coronavirus y se encontraban aislados
A este cuadro se le suma la desatención a los afiliados que cursan otras patologías clínicas porque los escasos recursos materiales y humanos-escasez producto de décadas de desinversión-se destinan a la atención de los casos de covid. Los trabajadores de la salud, los intensivistas están extenuados y denuncian el colapso sanitario.
A quienes han cambiado de prestadora, con la esperanza de recibir una mejor atención, tampoco les está yendo mejor. Una docente de 51 años cuyo esposo -maestro y de la misma edad- e hijos de 18 y 23 años también resultaron positivos de coronavirus tuvo que soportar una odisea. "El sábado ella comenzó a respirar con dificultad. La llevaron a la guardia del Hospital Británico y la tuvieron sentada en una silla de la guardia con oxígeno porque no había camas y, finalmente, el domingo después de 10 horas de búsqueda desesperada, encontramos una cama en el sanatorio Santa Bárbara, que era la última que les quedaba disponible", dijo a Télam la cuñada de la docente.
Larreta sostiene que, para su gobierno, la cuestión de las clases presenciales es de “vida o muerte”. En pandemia y sin vacunas, la presencialidad escolar es “cosa de muerte”.