El testimonio de Nancy Arancibia en el juicio por el crimen de Mariano Ferreyra

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A continuación reproducimos el testimonio de Nancy Arancibia en el juicio por el crimen de Mariano Ferreyra, en la audiencia celebrada el 9 de octubre de 2012.

Extraído de Mariano Ferreyra: el diario del juicio. Disponible en https://politicaobrera.com/archivo/3128-mariano-ferreyra-el-diario-del-juicio

“Quedamos a merced de estos animales”

[Nancy] Llegó sola a la estación, también desde Florencio Varela. Cuando vio a la patota en los andenes, se preocupó. Dijo que estaba repleto de personas, que varios de ellos no le parecían ferroviarios y que había muchos policías.

Luego de la agresión, la columna se retiró. Nancy le había dicho en broma a un compañero “vamos bien custodiados”, en referencia a la presencia policial. Más tarde, le diría al tribunal que la policía desapareció cuando se consumó el ataque. “Nos dejaron a merced de esos animales”.

Hubo una asamblea y habría transcurrido una hora, durante la cual “no se veía gente ni policía”, dijo Verónica. Cuando la patota bajó del terraplén, el equipo de C5N todavía entrevistaba a algunos compañeros. “No apagues la cámara que nos van a matar”, le dijo Nancy a la periodista. Apenas habían comenzado a caminar, cuando sintieron gritos.

Verónica: “Eran doscientas personas que parecían como caballos. A dos cuadras de donde estábamos, apareció un móvil policial, a la misma altura que estos tipos, se asomó por una calle lateral y en seguida se fue por donde vino. Los chicos más jóvenes corrieron hacia atrás para tratar de contener”.

Nancy: “Yo les dije a mis compañeros: ́agarren los palos que nos van a matar a todos ́”.

Verónica volvió sobre sus pasos para sumarse al cordón. “Estábamos nosotros y compañeros de otras organizaciones, también tercerizados”.

Nancy: “Me doy vuelta y veo que Mariano viene hacia acá, por la calle, retrocediendo. Entonces lo miro, lo llamo y él no se da vuelta. Se agarra contra la pared y se va cayendo despacito. Pensé que se estaba desmayando del miedo, del pánico. Yo le digo ́Mariano, por favor ́. Yo pensaba que si lo dejaba solo y lo agarraban, lo iban a matar. Pero nunca me imaginé que tenía una bala adentro”.

“En eso llega otro compañero más, que creo que era amigo de él. Yo me crucé adonde era la pelea, avisándoles a los compañeros que Mariano estaba mal. Se puso amarillo. Les gritaba que estaba mal. Los compañeros intentaban que no nos fueran a golpear a nosotros, estaban tratando de sujetarlos a ellos, de defendernos. Nosotros queríamos salir, pero no podíamos porque Mariano estaba ahí. Ellos nos gritaban ́zurdos sucios ́, ́muertos de hambre ́, ́ya le matamos a uno ́. No pararon en ningún momento. Eran animales. No paraban, por más que veían a mis compañeros heridos ahí.

“Hice tres llamadas con mi celular para que mandaran a una ambulancia. Jamás llegó. La policía tampoco. Estábamos a merced de estos animales”.

“Yo vi a Mariano muriendo. Sabía que no se iba a salvar. Iba dando los últimos suspiros cuando lo subieron a la ambulancia”.

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