Acerca de una exposición de Altamira sobre las PASO

Escribe El Be

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Durante las últimas semanas ha circulado una importante contribución de Jorge Altamira para una caracterización sobre la ley que en 2009 promulgó las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO). Se trata de una exposición que Altamira realizó en el hotel Panamericano el 9 de agosto del 2013, en una mesa convocada por la Cámara Nacional Electoral ante representantes de las cámaras electorales de las naciones de América Latina. La charla fue publicada en forma de artículo en la revista En Defensa del Marxismo en Octubre de ese año bajo el título “Contra las 'Paso'”. Su lectura es altamente recomendable y, desde ya, agradecemos su difusión.

En su exposición, Altamira señala desde el comienzo que hay que caracterizar la aprobación de esta ley en su contexto histórico. Este contexto es el de la tendencia mundial a la estatización de las relaciones sociales. La “libertad” que reclama el capital (libertad de empresa) ha entrado en contradicción con las necesidades de ese capital de una intervención despótica del Estado en la sociedad para garantizar la explotación capitalista. Por eso Altamira plantea que la separación entre el Estado y la sociedad es, al mismo tiempo, una ficción y una realidad. El análisis derrumba, en los tiempos presentes, las imposturas de los llamados “libertarios”, que prometen superar la necesidad de intervención del Estado en la economía y la sociedad dentro del marco capitalista.

Las PASO son una expresión de esa tentativa de estatizar la “sociedad civil”, pero por supuesto que no es la única. El artículo menciona que la dictadura estableció que los programas de los partidos debían ser aprobados por el poder judicial para intervenir en las elecciones. Lo mismo podemos agregar sobre otro tipo de expresiones, como la reglamentación del derecho de huelga. Las PASO aparecen como un mecanismo por el cual el Estado pretende resolver las contradicciones de un partido. Sin embargo, no aporta ni un gramo de la transparencia que dice aportar, ya que los “pre-candidatos” son designados por los aparatos partidarios de la misma manera en que antes designaban a los candidatos. Es, en definitiva, un intento de rescatar a partidos que se encuentran agotados históricamente y que se derrumban por el peso de sus propias contradicciones. Las PASO pretenden establecer el modo en que los partidos deben elegir sus candidatos, es decir, su forma de organización interna y, por lo tanto, su programa. En ese sentido, finaliza el artículo, tenemos con las PASO una divergencia de principios.

Es importante su relectura al calor de los acontecimientos recientes que expresan la vigencia de estos planteos. El PTS se definió tempranamente, por lo menos desde el 2013, en favor de las PASO en el Frente de Izquierda y ha insistido con ellas reiteradamente hasta la actualidad. Más que un último recurso para recurrir frente a la parálisis del FIT y a la política de intrigas en su seno, como lo fue para el PO en 2015, para el PTS es un “modus operandi”. Ya en 2013, un texto del PO, escrito por Altamira, había advertido que si el PTS pretendía unas Paso para seguir con su política de convertir al FIT en “un campo de disputas”, el PO no vacilaría en ir a unas PASO. El triunfo del PTS en las PASO del 2015 reforzó fuertemente la tendencia a la estatización de los partidos del FIT, que desde entonces ha ido en crecimiento. Las intervenciones judiciales a las regionales del PO, reclamadas por su aparato, representan una estatización de los partidos mil veces más fuerte que la aprobación de la ley de las PASO hace una década. Contra esa tendencia a la estatización, que ha dado saltos impensados, advertía el artículo de Altamira. Hasta ahora, ninguno de los partidos de izquierda ha recurrido a las PASO para dirimir sus contradicciones internas. En el caso del aparato del PO, se inclinó lisa y llanamente por la expulsión sumaría a través de WhatsApp y la apropiación de los resortes legales del partido por parte de una camarilla familiar. La estatización interna de los partidos no ha tomado el camino de las PASO sino el del poder judicial.

El artículo de Altamira es también interesante por otro aspecto. Es citado en la actualidad por nuestros adversarios para marcar una pretendida contradicción entre este artículo y el llamado a ir a unas PASO de la izquierda por parte de la Tendencia del Partido Obrero. Pero el mismo aparato y también Izquierda Socialista se declararon a favor de las Paso en 2015. En 2015 el PO ganó las Paso en la Ciudad y la Provincia; luego el aparato fue cediendo los primeros lugares sin animarse a disputar nuevas PASO, en una rendición vergonzosa, sin lucha. Dice que renuncia a la pelea debido a la “instalación mediática” del PTS. Pasa así de la estatización judicial del PO, a la privatización del FIT, supuestamente decidida en los medios de comunicación. Por un lado, son incapaces de ir a unas PASO para dar una batalla política, porque las reducen a una disputa de candidaturas sin contenido, o sea entre arribistas. Quienes rechazan ir a una PASO “por principios”, están de acuerdo con que los candidatos del Partido Obrero de la provincia de Jujuy los defina una intervención judicial, aún en contra de lo que quiera la totalidad de los militantes del partido de esta provincia.

Hacen una cosa más burda aún: entienden que nuestra divergencia de principios con las PASO como forma de estatización de los partidos significa no valerse de las PASO siquiera para una política socialista. Es como si nuestra divergencia de principios con el parlamentarismo burgués significara que no debemos ir al Parlamento a dar nuestra batalla política. En Prensa Obrera hemos llegado a publicar un artículo titulado “Contra el derecho de huelga”, que es la forma en como el estado lo reglamenta para hacerlo inviable, a través conciliaciones obligatorias, o reconociendo a la burocracia sindical como única depositaria de ese derecho, para declarar ilegales las huelgas que se declaran al margen de ella. Eso equivaldría, según nuestros adversarios, a que jamás nos valdríamos del derecho de huelga para oponernos al intento de regimentarlas. Es así que nos venimos a enterar que el aparato del PO defiende o apoya ese falso derecho del que se vale el Estado contra los trabajadores. Criticamos incluso el método de las paritarias, que establece los períodos en que se permiten reclamos de salarios y condiciones de trabajo, con independencia de la voluntad de los trabajadores. El absurdo no puede ser mayor, aunque ignoramos si nuestros adversarios llegan a comprenderlo. Lo que surge de todo esto es que el aparato oficial ha decidido tirar por la borda toda la tradición del PO, es decir usufructuar el prestigio de esa tradición para malversarla.

¿Hace falta recordar que fue el propio Gabriel Solano quien afirmó en Prensa Obrera de 2015 que “llegamos a las Paso como una instancia para superar las maniobras paralizantes y para asegurar la unidad y el desarrollo del Frente de Izquierda” en un artículo titulado “Desarrollemos las Paso con métodos socialistas”? O señalar que fue el mismo que escribió lo siguiente: “Las Paso servirán a un recuento de fuerzas del Frente de Izquierda en el marco del gran recuento de fuerzas de los candidatos de la clase obrera contra los candidatos capitalistas. Que las Paso del Frente de Izquierda sean un ejemplo de lucha y movilización política socialista ante todo el país”, en un artículo titulado “Las PASO aseguran la unidad y el desarrollo del Frente de Izquierda”. La memoria de los aparatos es acomodaticia. El aparato invoca los “principios” cuando se trata de las PASO, sólo porque se ve derrotado en toda la línea por sus adversarios del FIT. Gastan un montón de tinta cuando sólo se trata de su propia cobardía.

La aprobación de presupuestos patronales o de proyectos alineados con el sionismo son sólo otras expresiones de integración al Estado. Al parecer el FIT-U no recurrirá a las PASO para dirimir candidaturas. La decisión no tiene que ver con una política socialista, sino con el temor de la camarilla del PO a ser “aplastada”. El aparato que se ha apropiado del PO las rehúye a cambio de un plato de lentejas; le importa un bledo la desmoralización que esto produce en su militancia, al menos la que conserva una reserva de socialismo. El MST, en cambio, con el mismo propósito de obtener lentejas, las impulsa, porque como último invitado no se le ofrece nada. El MST exige, además, que se aplique el principio de renovación que el FIT-U cacarea, al reclamar que los funcionarios parlamentarios del FIT-U sólo ocupen la banca por dos mandatos, y luego “vayan a trabajar”. El rumbo liquidacionista de ese aparato no tiene salvaguarda. Nuestra propuesta de una PASO de toda la Izquierda apuntaba a desarrollar la deliberación política que ha creado el impasse del FIT-U, para ofrecer una alternativa superadora al activismo obrero y a la nueva generación de luchadores. Al fin y al cabo, la involución del FIT-U y su tendencia a una integración parlamentaria al Estado, no es más que la reproducción en otra escala de la crisis política sufrida por el Partido Obrero. No se trata de “personalismos” sino del contenido político de un partido de la clase obrera.

Para asegurar la continuidad y la superación del Partido Obrero, como fuerza de la clase obrera revolucionaria, se constituyó la Tendencia del Partido Obrero y se legalizó Política Obrera para la contienda electoral.

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