Escribe Camila Pérez
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Vivimos tiempos muy duros. La actualidad de la época que presenciamos nos mantiene en la incertidumbre. A mis 25 años, al igual que muchos adultos jóvenes, no tengo plena seguridad de conseguir un trabajo fijo, no tengo aportes y si el año que viene no tengo empleo, me quedo sin obra social. Todo esto, a pesar de que soy estudiante universitaria y pertenezco a una familia de los sectores medios de la clase trabajadora, es decir, a los que se supone que están "mejor" - ¿Qué les queda a los que sabemos que están "peor"?
La coyuntura en la que estamos atenta contra nuestra salud, tanto física como mental. Física porque quienes nos gobiernan han decidido exponernos a los contagios masivos y posibles generaciones de nuevas cepas (como pasó en la India), sin importar las consecuencias; mental porque la ansiedad que nos provoca vivir en la duda permanente sobre si podemos o no tener expectativas de un trabajo duradero y con ingresos que nos permitan cubrir todas nuestras necesidades, roza lo intolerable.
Tanto el oficialismo como la oposición nos han llevado por el mismo camino. Literalmente, hipotecan el bienestar y el futuro del pueblo trabajador porque nos niegan el derecho más básico que podemos pedir: el derecho al trabajo genuino. Si no tenemos trabajo, no tenemos de qué vivir ni tampoco un espacio en el que nos podamos nuclear con otros trabajadores para reclamar condiciones laborales dignas, como pasa con los trabajos informales o inestables.
No vengo a relatar un apoyo "fanático", ni tampoco caído de maduro. En verdad, hasta hace poco mi voto hacia la izquierda estaba puesto en duda porque no le veía el sentido a fortalecer a ninguna organización en particular. Sin embargo, pude notar que Política Obrera es la única fuerza que se ha planteado denunciar estas problemáticas que dije más arriba en los debates electorales.
Me parece muy valioso que hagan eje en la lucha contra el acuerdo con el FMI, el cual históricamente ha empeorado nuestras condiciones laborales, de estudio y de vida. Además, la defensa de algunos de los derechos que mencioné, es lo que algunos de sus principales candidatos llevaron adelante cuando ocuparon algún cargo en la legislatura (como el proyecto que presentó Jorge Altamira por la jornada de seis horas en el subte) y/o en sus espacios sindicales.
Mi apoyo no está inspirado en ninguna convicción socialista, de la que hace tiempo me volví bastante escéptica. No obstante, creo que no estamos en un momento en que nos podamos dejar vencer por la apraxia. Si las principales opciones políticas - Frente de Todos, Cambiemos - nos están destruyendo y si la izquierda (¿o quizás, centroizquierda?) del FIT-U y compañía reducen el atentado del oficialismo y la oposición a problemas de discriminación y votan con ellos cuando les conviene, no podemos desperdiciar la oportunidad de apoyar una variante que defienda la voz de los trabajadores y que nos convoque a movilizarnos en defensa de nuestros intereses. Estos son los motivos por los que decidí dar mi apoyo a las listas de Política Obrera.