Pil Trafa: nada ni nadie lo pudo doblegar

Escribe Matias Melta

El ex cantante de Los Violadores falleció en Lima a los 62 años.

Pil Trafa: nada ni nadie lo pudo doblegar

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A los 62 años, falleció de un paro cardiorrespiratorio Enrique “Pil” Chalar, cantante de Los Violadores y Pilsen. El músico murió en Lima, Perú, donde residía desde hacía varios años con su esposa y su hijo.

Pil-Trafa, el nombre artístico con el que pasará a la historia del rock latinoamericano, fue un protagonista decisivo en la renovación del rock argentino en los años 80.

Pocos mitos del rock argentino tienen una leyenda tan pulida como el del desembarco del punk en nuestro país. Patear el tablero, abofetear al poder asesino en la cara, expresarse con un grito de rebeldía y osadía: esas fueron las pulsiones con las que nació el género, en medio de una dictadura cívico-militar brutal.

Dice aquella que a fines de los años 70, Pedro Braun, un jovencito porteño de clase acomodada volvió de un viaje familiar por Europa enloquecido con el naciente movimiento y una colección esencial de esos discos que acá todavía no se conseguían (Ramones, Sex Pistols, Clash, Stranglers). La leyenda cuenta que Pedro se rebautizó Hari B. y publicó un aviso en la revista Pelo de abril de 1978, donde sin impostar ninguna humildad proclamaba: “Les tengo que informar que el Punk en Argentina existe, porque yo estoy aquí y lo soy”. Otro pibe de Quilmes, Sergio, le contestó por el mismo medio, proponiéndole contacto, saludándolo como “un amigo punk”.

El mito fundacional del punk rock dice que todo comenzó con la amalgama de esos dos adolescentes de orígenes tan diferentes, cuando formaron una banda llamada “Los Testículos”. Rápidamente se corrió el rumor, entre los pibitos que habían crecido bajo el terror videliano, de que la ciudad había sido inoculada por esa música urgente y revoltosa que la mayoría de las revistas oficiales del “rock nacional” desaprobaba o, en el mejor de los casos, miraba con recelo. Al poco tiempo, se sumarían los dos integrantes que terminarían de darle forma definitiva al proyecto. Primero fue Stuka, que se incorporó como bajista y más tarde pasaría a ser el guitarrista y principal compositor de la banda. Y finalmente apareció Pil, cuya incorporación fue decisiva. Lo apodaron así, dicen, porque solía lucir una remera de Public Image Ltd (PIL), la banda ´avant garde´ que formó John Lydon tras la implosión de los Sex Pistols.

Antes de aceptarlo en el grupo, en 1980, los demás integrantes le pusieron a Pil Chalar una condición: “Queremos tu letra de ´Represión´”. Ese sería el primer hit de la banda y definitivamente su tema más emblemático.

La canción fue una piedra lanzada hacia el futuro, cuando el rock argentino se encontraba entonces subsumido en una nube de metáforas y enredado en una escalada de virtuosismo técnico que las nuevas generaciones terminarían enterrando en aras de una música de expresividad más inmediata, directa e intuitiva.

“Hermosas tierras de amor y paz / hermosa gente, cordialidad / Fútbol, asado y vino eran los gustos / del pueblo argentino...”, rezan los primeros versos de la canción, una parodia del Ser Nacional que invocaban los genocidas y también nacionalistas de distinto pelaje. Su estribillo -“Represión a la vuelta de tu casa / Represión en el quiosco de la esquina / Represión en la la panadería / Represión 24 horas al día”- probablemente fuese el más explícito que el rock local conociera desde su nacimiento hasta entonces. La letra de “Represión” atravesaría una década -la de los 80- en la que la lírica rockera se caracteríazaría, ya no por el recurso de la metáfora sino por el de la imagen. El punk rock de los 90, con bandas como 2 Minutos o Flema, revalidaría una década más tarde ese realismo sin anestesia que inauguró Pil, pero en clave de crónica barrial, para describir el derrumbe social y económico bajo el menemismo.

Como principal letrista de Los Violadores, Pil le imprimió una impronta ´geopolítca´ a la lírica del grupo, compartida en cierta medida por otras bandas seminales del punk criollo (Los Laxantes, Los Baraja, Alerta Roja), inmersos en el clima de la llamada “Guerra Fría” entre Estados Unidos y la ex Unión Soviética.

Los Violadores fue un grupo desafiante, al cual la profesionalización y el éxito comercial -con el tema “Uno, Dos, Ultraviolento”, basado en “La Naranja Mecánica, invadieron las FM y las discotecas de todo el país- no movieron de sus coordenadas iniciales. Los “Violadores de la ley” siguieron cantando contra la guerra, el poder, las súperpotencias, la represión y la hipocresía de los políticos; a veces con candidez, y otras de manera muy incisiva. Bandas punks como Fun People o Eterna Inocencia recogerían el guante para transmitir mensajes politizados y contestatarios. La influencia de la banda fue fundamental en Latinoamérica. Durante los años 80, como pioneros del género, con sucesivas giras, influyeron en la formación de la escena punk en numerosos países. En Perú, fueron particularmente populares – incluso más que en Argentina.

Pil continuaría desarrollando esa veta politizada durante toda su carrera posterior al grupo, incorporando nuevas temáticas – Monsanto y los agroquímicos, por ejemplo, es un motivo recurrente. En 1992, luego de una de las separaciones de Los Violadores, formaría Pilsen, otro gran aporte al punk rock argentino. En esa época utilizaba una boina con una estrella, en homenaje al Che Guevara.

Los Violadores y Virus fueron los grupos “emergentes” que rechazaron la invitación a participar del “Festival de la Solidaridad Americana”, en mayo de 1982, durante la Guerra de Malvinas, por considerarlo la cobertura de un apoyo a la dictadura que había prohibido la difusión de música en inglés. Los “consagrados” que sí participaron -Porchetto, Baglietto, Charly, Gieco- intentaron zafar de esa incómoda posición con modales ´pacifistas´, lo cual no mejoraba tampoco las cosas. Las donaciones reunidas por la multitud que acudió a la convocatoria jamás llegaron a las trincheras donde los soldados argentinos, mal pertrechados y sometidos al maltrato de los oficiales de la dictadura, hacían lo que podían frente a un enemigo poderoso.

Los choques de Los Violadores con la policía fueron habituales. Varias veces conocieron los calabozos de las comisarías de la Federal. En ese ambiente la pelearon durante tres años hasta publicar su primer álbum, que vería la luz recién en noviembre de 1983, con la retirada de la dictadura. Luego del debut, los sucesivos discos que editaron en los años 80 ganarían en calidad compositiva y de audio, en clásicos como “Y ahora qué pasa, eh?” o “Mercado Indio”.

El 28 de abril de 1991 Los Violadores telonearon en el Estadio Obras a The Ramones en su segunda visita a la Argentina. Apenas una semana antes, durante un show de los Redonditos de Ricota en el mismo escenario, la Policía Federal había levantado a Walter Bulacio durante una razzia, quien murió como resultado de los malos tratos recibidos a manos de los uniformados. Pil abrió el set de la banda haciendo alusión al hecho antes de tocar “Represión”. El tema, escrito bajo una dictadura, volvía a sonar con la misma rabia y a destilar su ácida ironía sobre el estado de las cosas en democracia.

Su legado será el de un fuego que nunca se apagará, el mismo que prendió fuego los cánones del rock argentino, el mismo que incendió Latinoamérica de punk rock. Hasta la victoria siempre, Pil.

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