No fueron “inconductas”, fue genocidio de Estado

Escribe Ana Belinco

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En un acto en Campo de Mayo (sitio donde funcionó uno de los mayores Centros clandestinos de detención, tortura y exterminio de Argentina) en ocasión de saludar a un contingente militar enviado a Chipre, Alberto Fernández, junto al ministro de Defensa Agustín Rossi, sostuvo que "toda la Argentina debe dar vuelta una página, una página que nos distanció mucho tiempo por la inconducta de algunos”.

Con estas declaraciones el presidente se plantó desde una clara posición negacionista del plan sistemático de secuestro, tortura, desaparición, muerte y robo forzado de niños desarrollado por el Estado argentino entre 1976-1983.

Terrorismo de Estado vs errores de algunos

El plan de exterminio sobre la vanguardia obrera en ascenso que en el 73 se enfrentaba al Pacto social peronista en contexto de una crisis económica internacional, se inició con la triple A bajo el último gobierno de Perón y fue desplegado bajo la última dictadura cívico-clerical-militar. Fue parte del Plan Cóndor delineado por el imperialismo yanqui para extender su dominio sobre América Latina. Un plan que de improvisado no tuvo nada y que consistió en una cadena de mandos aceitada donde justamente la “inconducta” no fue la norma. Lo hecho no fueron errores, no fueron inconductas de algunos desorientados. Todo lo contrario, tenían una orientación clara: liquidar al "enemigo interno" de la burguesía que no eran otros que los trabajadores que se organizaban y luchaban. La misma ley de Obediencia Debida, impulsada bajo el gobierno radical alfonsinista que permitió exculpar a militares torturadores de bajo rango, tira por la borda el intento de Fernández de lavarle la cara al aparato represivo del Estado.

Rossi, por su parte, planteó que quieren que “las fuerzas armadas se integren a la reconstrucción de la Argentina”. Un deseo tanto curioso cuando todos los gobiernos de la "democracia" burguesa se encargaron sistemáticamente de imposibilitar la apertura de los archivos de Estado para poder investigar y así poder, por ejemplo, restituir la identidad de los cientos de personas que aún siguen expropiadas de su identidad. No existe integración posible, lo que existe es impunidad.

Plan de ajuste y represión

No sorprenden estas declaraciones de parte de un gobierno que tiene a Duhalde, un negacionista consecuente, como asesor político. Es evidente que estos dichos no son un error del presidente ni son rayo en cielo sereno. Dan cuenta de un programa que busca implantar un nuevo punto final y rehabilitar frente a la sociedad unas fuerzas armadas totalmente deslegitimadas. Un programa necesario como contraparte del ajuste en curso delineado por el FMI que se va a profundizar siendo germen de rebelión popular y que sólo va a poder pasar a base de represión. Un posicionamiento alineado con las necesidades de la burguesía nacional e internacional de reestructurar el trabajo y los sistemas previsionales frente al derrumbe estructural capitalista en curso, pero a contramano de la lucha consecuente por memoria, verdad y justicia de los argentinos y que los organismos de Derechos Humanos desarrollan desde hace más de cuatro décadas, así como de la lucha que el movimiento obrero viene desarrollando en defensa de las condiciones de vida y de trabajo.

De cara al 24 de marzo

A un mes del próximo 24 de Marzo, debemos clarificar, de cara a los trabajadores, la necesidad de la independencia de todos los gobiernos que gerencian el Estado capitalista es nodal. Contra la encerrona a las que nos llevan los frentes populares que mezclan y embarran todas las banderas se hace imprescindible luchar por una alternativa política con independencia de clase que luche consecuentemente por Memoria, Verdad y Justicia, exigiendo cárcel común, perpetua y efectiva para todos los genocidas militares y civiles y que se abran los archivos de la Dictadura.

No vamos a dar vuelta la página.

No olvidamos, no nos reconciliamos.

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