Las PASO en Chubut: un voto castigo al “progresismo”, cómplice del ajuste de Arcioni

Escribe Iván Marín

Crecen electoralmente la derecha y la izquierda aunque ninguno con capacidad de organización y movilización en las calles.

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El llanto cínico del “progresismo” chubutense -la mayoría de ellos abreva en el PJ-kirchnerismo y fuerzas afines- debido al contundente triunfo de Juntos por el Cambio es la crónica de un balance anunciado: responsabilizar al electorado del crecimiento de la derecha en las urnas. Que se vean “sorprendidos” por los resultados de los comicios deja al descubierto la impotencia de la estrategia de conciliación de clases que se expresó, en lo concreto, en un “pacto social” antiobrero para garantizarle la gobernabilidad al pusilánime Arcioni en los últimos 4 años. El saldo de varias rebeliones populares contra las políticas de ajuste y megamineras fue canalizado en el cuarto oscuro de la democracia burguesa con un rechazo a las políticas del Frente de Todes de conjunto, es decir el oficialismo a cargo del gobierno provincial y la falsa oposición pejotista y de la burocracia sindical K. Más de 180 mil personas no se presentaron a votar, lo hicieron en blanco o impugnaron de un total de alrededor de 448 mil electores, es decir arriba del 40%. Muy por debajo le sigue Juntos por el Cambio con 108 mil votos. El Frente de Izquierda capitalizó el llamado “voto bronca” superando el 9% de los votos. Una elección histórica por una parte pero que no disimula una contradicción inapelable: su también histórica marginalidad en la lucha de clases provincial.

Si tomamos como referencia a la categoría a senador, con más del 97% de las mesas escrutadas, el Frente de Todos obtuvo tan solo 73 mil votos (26,65%) y el oficialismo provincial de Chubut Somos Todos, que responde a Sergio Massa a nivel nacional, llegó a la escueta suma de 36 mil votos (13,42%), llevando como cabezas de listas al fascistoide ministro de Seguridad Federico Massoni y al alicaído titular de la cartera de Salud, Fabián Puratich. Si bien se presentaron por separado, ambos sectores responden al Gobierno Nacional. No cabe duda de la notoria impugnación del pueblo chubutense al oficialismo en sus distintas variantes.

Por su parte, en la interna de Juntos por el Cambio, el candidato del PRO se llevó el triunfo contra dos listas de la UCR, siendo además el más votado en la general. Si los resultados se mantienen en las generales, el kirchnerismo perderá dos senadores en manos de Cambiemos. Asistimos a la primera derrota del pejotismo chubutense desde que Mario das Neves recuperó la gobernación para dicha corriente en 2003, tras más de una década de gestiones radicales menemistas en la provincia. El escenario de las fuerzas políticas patronales se completa con una buena elección del PICH (Partido Independiente del Chubut), un aparato sin fuerza militante que solo aparece en las elecciones, con 19.991 (7%) de los votos.

La campaña electoral de conjunto se caracterizó por intervenciones anodinas y vacías en la que primó un marketing despolitizado, sin ningún tipo de diálogo con los grandes problemas que aquejan a las castigadas masas chubutenses. El Frente de Todes cacareó contra Arcioni pero sin llamar a enfrentar en las calles sus políticas de ajuste, de las cuales ellos son parte necesaria. Es lo que explica que tan solo 100 mil personas de casi 450 mil hayan optado por las variantes peronistas.

Los resultados pueden prestarse a la confusión si se los lee como la expresión de un descontento organizado en las fuerzas que obtuvieron mayor apoyo del esperado. Por caso, el PRO tuvo que reclutar radicales para poder enfrentar al partido centenario ya que no tiene una estructura sólida aun en la provincia, que se reduce a empresarios desencantados de lo que alguna vez fue el PACh (Partido Acción Chubutense) y a la figura pública de Ignacio Torres, quien pasará de ser diputado nacional a ocupar una banca en el Senado, si se mantienen los números de cara a noviembre.

Las contradicciones de la histórica elección del FITU

El avance electoral de la izquierda puede sorprender a propios y extraños, pero si se hace un recorrido por los resultados de los comicios de la última década y media se encontrará que estas fuerzas sumadas solían obtener buenos resultados. Por ejemplo, en las PASO de medio término de 2017 si se suman los guarismos del PO, MST y PTP se obtiene un 8,64% de los votos, y si se le agrega el PSA (kirchnerista pero que en el imaginario social era ubicado como de izquierda) el porcentaje se eleva a 11,85%, superando holgadamente los 34 mil votos.

Como en el resto del país, el Frente de Izquierda fue a internas en Chubut pese a no existir diferencias programáticas y estratégicas sustanciales entre los partidos políticos. De un lado la lista Unidad de la Izquierda, comandada por el PO oficial, el PTS, IS y el PSTU, obtuvo 13.970 votos (54,71%), y por el otro la lista (R) evolucionemos la Izquierda del MST superó los 11.563 votos (45,28%). La lista ganadora logró sacar diferencia en el departamento Biedma (Puerto Madryn), y se valió del apoyo del PSTU, que aportó como candidato al petrolero procesado Daniel Ruiz, para disputarle palmo a palmo en Comodoro Rivadavia, donde el PO oficial solo tiene algunos militantes contados con los dedos de la mano. El FITU también capitalizó que partidos municipales como el Partido por Trelew y MAPU no se presentaran a elecciones.

Lo que hay que explicar es por qué si la izquierda tiene tradición de buenos resultados electorales no logra construirse en la provincia y superar la marginalidad en la lucha de clases. El único partido con responsabilidad de dirección en el movimiento de trabajadores, aunque integrado al Frente de Todos, es el PCR, que dirige la regional sur de la ATECh (Asociación de Trabajadores de la Educación del Chubut) e impulsa la Corriente Clasista y Combativa entre los desocupados. En la izquierda trotskista, el MST tiene algún trabajo minoritario en docentes y estatales, lo mismo ocurre con el PSTU. El PO oficial integra la lista Multicolor en Puerto Madryn pero no mucho más, y el PTS sufrió un pronunciado retroceso de su ya de por sí minúscula construcción, pese a que la provincia es un hervidero de lucha de clases en los últimos 4 años.

La campaña electoral del FITU puede arrojar algunas pistas a la pregunta. Como ocurrió en anteriores oportunidades, la agitación estuvo muy lejos de una política obrera y socialista de cara a las masas. El centro que ocupó en el pasado la legalización del aborto ahora fue reemplazado por el rechazo a la megaminería, lucha muy sentida en la provincia pero que para nada puede ser el centro de la intervención de los revolucionarios en elecciones. Chubut se encuentra devastada económica y socialmente, endeudada hasta el tuétano con acreedores internacionales, con congelamientos salariales a los trabajadores estatales que llevan 2 años, crecientes índices de desocupación y precarización laboral y una pronunciada pauperización de las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población. Esta situación estuvo relegada a un segundo plano en la lista que se autoproclamaba como “100% verde”. Las contrarreformas laborales y previsionales que se avecinan luego de las generales, cuando el Congreso de la Nación se preste a rubricar el acuerdo con el FMI, no jugó ningún rol relevante en la campaña electoral. No hubo caracterización seria de la etapa que transita el país y la provincia ni mucho menos se propugnó una salida para enfrentarla, que en Chubut debe empezar por la coordinación de las luchas y el incentivo a la autoorganización de las masas, como ya ocurrió en 2018 y 2019 y por momentos en este 2021. Ese es el rol que debe jugar la izquierda en el presente de cara a los grandes choques sociales que se avecinan.

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