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Una familia de cuatro miembros que vive en la Ciudad de Buenos Aires debió contar en agosto con $ 67.780 para no ser considerada pobre - un aumentó un 1,85% en relación a julio (Dirección General de Estadística y Censos). Aquellos que ganan por debajo de $ 35.700 están en situación de indigencia. Para ingresar a la “clase media” se necesitaba el mes pasado $ 104.966, pero sin considerar los gastos de alquiler, por lo que un alquiler de tres ambientes en CABA (para 4 personas), no baja de $ 45.000 pesos. Por lo tanto, el indicador familiar sube a $ 150.000 pesos.
La Canasta Básica Total (CBT) determina los límites de la pobreza; la Canasta Básica Alimentaria (CBA), marca el tope de la indigencia.
En la medición de los últimos doce meses, el aumento fue mayor para los sectores indigentes (52%) que para los pobres (47,56%) y los de clase media (47,07%), indica El Cronista. El mayor aumento para el estrato de indigencia se debió a que los alimentos (especialmente la carne) y los bienes en general tuvieron incrementos superiores a los servicios. Los especialistas indicaron que existe un “retraso” en los precios de los servicios. Los millonarios subsidios de los servicios son uno de los recursos que el FMI quiere eliminar para el pago de la deuda.
Si se incorporara el valor del alquiler a estas mediciones, que ha subido en torno al 50% y más en los últimos 12 meses, para no ser indigente, los ingresos tendrían que duplicar los valores indicados, y para no ser pobre se tendría que ganar en CABA por encima de 100mil pesos. La canasta familiar no es menor a $ 150.000 pesos.
Según el Índice Barrial de Precios elaborado mensualmente por la organización Barrios de Pie, “una familia tipo (en situación de indigencia) necesitó $19.829, casi $8.000 más que en diciembre de 2020. Mientras que, para no ser pobre, una familia tipo necesitó $70.695, es decir $17.376 más que en diciembre de 2020” (fénix, 951, 8/9). En comparación con agosto del año pasado hubo un 57,28% de aumento en la canasta.
La disparada de la inflación hace que las familias con ingresos más bajos sufran más los efectos de esta disparada, porque utilizan casi la totalidad de sus ingresos en comida, una demanda “inelástica”. En CABA, el 7,5% de los hogares experimentaron riesgo alimentario mientras que en el Conurbano Bonaerense alcanzó el 27,6%. El resto urbano del país, la inseguridad alimentaria afectó al 21,4% de los hogares, reveló El Observatorio de la Deuda Social de la UCA junto a la Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (ámbito, 8/9). “2 de cada 10 hogares urbanos registraron inseguridad alimentaria durante el segundo semestre de 2020. De manera más grave, el 8,8% sufrió situaciones de hambre (inseguridad alimentaria severa). Pero la cifra recrudece en hogares del nivel socioeconómico más bajo - ascendiendo al 57%, que implica una incidencia casi 3 veces mayor que para el total de los hogares urbanos” (ídem).
Mientras que en la población general la pobreza es del 50%, en el caso de los niños/as y adolescentes este indicador alcanzó al 64,6%. “Mientras que el 30% de los hogares con niños del total urbano de Argentina su sufren de inseguridad alimentaria, dicha situación alcanza al 14% de los hogares sin niños” (ídem).
La Ciudad de Buenos Aires es uno de los distritos más ricos del Continente y el más rico por habitante del país. Sin embargo, buena parte de los trabajadores de la ciudad están por debajo de la línea de pobreza. Los trabajadores del Gobierno de CABA están precarizados y cobran sueldos en negro, muchos ni siquiera ganan lo suficiente como para seguir viviendo en la ciudad, convirtiendo al conurbano en “dormitorios” y llenando el transporte público, hacinados en medio de la pandemia y la explosión de nuevas variantes.
Está situación explica la debacle electoral del gobierno. No será resuelta ni atenuada en los próximos sesenta días. Se agravará con las consecuencias económicas recesivas de un acuerdo con el FMI.