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La carestía de vida y la ausencia de recomposición salarial de los trabajadores estatales en los últimos 2 años ha llevado a que en las últimas semanas el descontento se expresara en concentraciones y movilizaciones callejeras. En muchos sectores proliferan las autoconvocatorias ante la pasividad de las conducciones sindicales: en especial en docentes y en la última semana en auxiliares de la educación. El Sindicato de la Salud Pública (SISAP) es el único que viene llamando a paros en el sector, a los que se suman trabajadores autoconvocados o enrolados en otros sindicatos que no mueven un dedo. Ante la provocadora “recomposición” salarial impuesta por el gobernador Arcioni muy por debajo de la inflación acumulada que supera el 70%, la bronca crece de forma acelerada y se exige la apertura de paritarias, que no ocurre desde 2019. Los ministros de Seguridad Massoni y de Salud Puratich, -la fórmula que responde al Gobierno provincial-, vienen de cosechar en las PASO tan solo 36 mil votos de un padrón superior a las 448 mil personas, es decir, más del 90 % del electorado no los apoyó. No solo es un gobierno denostado por la población sino además debilísimo para enfrentar rebeliones como las ocurridas en 2018 y 2019.
Arcioni precisa más que nunca de la cuota de gobernabilidad que le da el Gobierno nacional de los Fernández-Fernández y de la burocracia sindical para contener y desviar el proceso en ciernes. La etapa de grandes movilizaciones contra las políticas de ajuste del gobierno abierta hace 4 años está lejos de cerrarse. Por el contrario, estamos ingresando a un nuevo episodio de luchas. Los rumores acerca de la vuelta de la Mesa de Unidad Sindical (MUS) o algún acuerdo de cúpulas similar están a la orden del día. Tampoco se debe descartar que recurran a las direcciones de movimientos sociales afines al kirchnerismo ante el desprestigio de las burocracias sindicales.
Este escenario requiere que los trabajadores y el activismo en general asimilemos la experiencia de lucha de los últimos años y nos dotemos de una herramienta para intervenir con una orientación independiente de los gobiernos provincial y nacional, de las fuerzas políticas patronales (Chubut Somos Todos, PJ-kirchnerismo, Juntos por el Cambio) y de las burocracias sindicales. Una coordinadora de trabajadores estatales en lucha tendría como primer objetivo aglutinar al activismo que se encuentra en las calles en la actualidad, a delegados de base, a sindicatos y referentes sindicales dispuestos a dar una batalla en serio en defensa de los salarios y de las conquistas de los trabajadores. Sería el puntapié para reagrupar a los compañeros que fueron protagonistas de las rebeliones de los últimos años en la provincia y que por diversas cuestiones se encuentran dispersos en la actualidad. Otro de los importantes propósitos de esta coordinadora sería la unidad activa del conjunto de los trabajadores en contraposición a los acuerdos de aparatos de las burocracias sindicales y las direcciones de los movimientos sociales afines a los gobiernos, lo que posibilitaría una deliberación democrática para convertir los paros domingueros en medidas concretas de acción directa. ¡Basta de “vueltas del perro”! Los auxiliares de la educación, los docentes, los trabajadores de la salud, del Servicio Provincial del Manejo del Fuego y del resto de las dependencias estatales debemos pegar con un solo puño en defensa de nuestros salarios. ¡Vayamos por una coordinadora de trabajadores estatales en lucha!