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¿Qué plantearon los cuatro candidatos que encabezan las listas de CABA, al cabo de una hora y media de cruces y chicanas, en el debate de TN el pasado miércoles?
Empezó Bregman, quien arrancó con la denuncia de que las PASO estuvieron vacías de propuestas, en una suerte de adelanto de lo que ocurriría también en las generales. Encuadró, sin que nadie se lo pidiera, la lucha política electoral en un torneo de ´propuestas´, que es el formato de la democracia formal, por un lado, y el método para no plantear cuestiones de poder, ni una salida a la crisis política. Enseguida violó su planteo de propuestas, para reivindicar a “la izquierda que se unió y obtuvo más de 1 millón de votos resultando tercera fuerza nacional”. Lo que debe entenderse de esto es que, para la candidata y su Frente, la condición de tercera en disputa equivale a un planteo de poder. Enseguida añadió que hace dos años muchos votaron contra el macrismo para llenar la heladera y que eso con Alberto no sucedió, en un mensaje al electorado del oficialismo.
Señaló que el FITU, en cambio, va a defender siempre los intereses de “las mujeres y la diversidad, del pueblo trabajador, de la educación pública y la juventud, así como las demandas socioambientales”. Reafirmó, de este modo, la política “identitaria” del FI-U, que disuelve la unidad social de la clase obrera y el rol dirigente de una lucha por la emancipación social, en diversos géneros internamente contradictorios. La disolución del protagonismo histórico de la clase obrera transforma a los trabajadores en un “electorado” - individuos con reivindicaciones fragmentadas y sin un hilo conductor común. En ese cuadro, reivindicaciones como el reparto de las horas de trabajo o, entre otro plano, la revocatoria de los jueces, quedaron como una enumeración de “propuestas”. Tirar al voleo "gobierno de trabajadores", desde esta concepción, es una enunciación vacía. Bregman reivindicó la “autoorganización del pueblo” – el planteo fundamental de Luis Zamora, una ´propuesta´ de espontaneísmo que contrasta con el método de aparatos ultra-centralizados de los proponentes. Como broche conclusivo dijo que las diferentes variantes de derecha y el peronismo ya tienen garantizada su representación en el Congreso, de lo que se trata es que “la izquierda esté”. Como nota al pie, observemos que absolvió al peronismo (de Manzur, Massa, Berni y Hannibal, incluso la burocracia sindical) del etiquetado de “derecha”. No se escuchó en ningún momento la palabra socialismo, ni cuando Milei condenó “el colectivismo” como factor de miserias y crímenes, de modo que criticó al fascista desde el ´orden´ democrático, no de la expropiación del capital y el gobierno de trabajadores.
Santoro arrancó con su currículum y su vida personal, gambeteando el ´ajuste´ en la pandemia, la crisis nacional y el derrumbe de la coalición gobernante. “Creo en la gente, en la amistad, en el poder de la solidaridad, en el diálogo político y la democracia con sentido social y en una Argentina inclusiva, en la empatía, la sensibilidad...”. Un discurso vetusto de un joven en ascenso. El candidato oficial de un gobierno sin rumbo, que está sumiendo en la pobreza a más de la mitad de los trabajadores, mientras los bancos, laboratorios y corporaciones industriales reportan ganancias millonarias, se fue por la tangente de las frases vacías.
Buscó polarizar, tardíamente, contra Juntos por el Cambio, cuestionando las gestiones de Macri en particular, el espionaje y el endeudamiento, la gobernación de Vidal y el gobierno de Larreta. El lobbista de las Taser asesorado por Berni, como bien señaló Bregman en uno de sus pocos cruces con el candidato del Frente de Todos -que no paraba de darle la razón sobre los temas más variados-, defiende al gobierno que reprimió en Guernica, y se lamenta de la deuda macrista cuando su gobierno paga vencimientos millonarios y busca un acuerdo con el FMI en base a un nuevo ataque a trabajadores y jubilados. Fingió ignorar que las Taser son armas de represión política – inventadas por el sionismo contra palestinos.
Vidal hizo punta con la actualidad de la crisis política, al emplazar a los otros panelistas –y al propio presidente – a expulsar a Aníbal Fernández, a raíz de su tuit contra el dibujante Nik. Vidal encubrió a los espías de la gestión macrista, con el argumento de que ella misma era querellante. En lo fundamental, Vidal encaró la crisis terminal del gobierno desde una posición ambivalente: dijo que haría oposición ´institucional´, sin dejar de reclamar la presidencia de Diputados si JxC obtiene mayoría.
El último en intervenir en la apertura fue Milei, quien se mantuvo en el ataque a la "casta política que se enriquece a costa del Estado y nos roba el futuro" (retomando, recordemos, el eje de campaña de Bregman en las elecciones anteriores, incluso atacando a Altamira), un ´clásico´ del fascismo contra la democracia burguesa. Milei hizo gala de fascismo explícito, pero no fue denunciado como tal, sino por asociarse a un partido español que apoya la monarquía.
En resumen, el candidato del gobierno reculó en todos los frentes, no ofreció una perspectiva de gobierno, defendió las Taser, y no habló del acuerdo que el oficialismo negocia con el FMI.
Vidal tuvo claro, en el debate, que no debía alimentar sospechas de golpismo, aunque en verdad las conspiraciones se traman dentro del gobierno, la burocracia sindical y el gran capital.
Milei, un fascista sin tropa, no fue encarado por ninguno de los dos demócratas oficiales, Santoro y Vidal, quizás porque creen que la base de Milei es la llamada ´juventud´.
Lo realmente llamativo fue el empeño de Bregman en priorizar la denuncia contra Milei, en detrimento de un enorme tiempo televisivo que habría debido destinar a clarificar la crisis actual y cuál es la orientación que ofrece su corriente a los trabajadores. Proponer cambios legislativos es, de todos modos, una ´orientación´. Antes que nada, un socialista debe decir, como se hacía ´antiguamente´, que el parlamento es un instrumento de conspiración contra los trabajadores (por eso “van a votar a mano alzada”, como dijo Bregman, el próximo acuerdo con el FMI – que mientras tanto está empantanado).