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La izquierda ha producido un balance variopinto de las elecciones del domingo 14.
Para el Nuevo MAS, a la luz de los resultados, “se ratifica un voto castigo conservador”, aunque, señalan, a pesar de la derrota “el Frente de Todos evita la debacle”. Por fuera de “las dos fuerzas patronales principales”, agregan, “una tercera fuerza electoral emergente es la extrema derecha de Milei y Espert”, y “una muy buena elección del FITU”. Pero relativiza su alcance: la elección del FITU, dice, “está lejos de ser ´histórica´ como se atribuyen sus integrantes”. “Ocurre que el dato político general es que la elección se ha corrido a un andarivel conservador, es decir, se ha expresado en un voto castigo a favor de Juntos, así como en la emergencia de Milei y Espert”. Argentina marcha hacia la derecha. Para el Nuevo MAS, de nuevo, aunque la votación del FITU “expresa la emergencia potencial de un polo político a la izquierda del gobierno”, la Ciudad de Buenos Aires “aparece como la ´capital nacional´ de la extrema derecha emergente” (“un fenómeno nuevo que no puede despreciarse”).
Para el aparato del PO, “derrotado, el gobierno busca el respaldo del FMI y la derecha” (Gabriel Solano). Es lo que repite Pitrola en otra página del mismo sitio (“Kicillof, como Fernández y toda la coalición, es el gobernador bonaerense del FMI”). No considera si la “derecha” está dispuesta a asistir al gobierno, al riesgo de rodar por la barranca abrazados. La conclusión propagandística de este aparato obedece a una incapacidad para hacer una caracterización de conjunto. Juntos ya le contestó a Solano que no piensa caer en ninguna “emboscada” que le tienda el oficialismo.
Para Solano, el voto al FITU “recogido en las barriadas populares de la provincia de Buenos Aires, la Ciudad de Buenos Aires, Jujuy desde ya y varias provincias del país son la expresión no ya de un voto bronca contra un ajuste, sino de una transición política de fondo que apunta a sustituir al peronismo por la izquierda que defiende las banderas socialistas”. La conclusión sonaría auspiciosa si las "propuestas" del aparato hubieran sido socialistas o algo parecido. También consigna una especie de sustitución "en bloque" de una "identidad peronista" del movimiento de desocupados a otra "trotskista", representada por el Polo Obrero oficial. La falta de una caracterización política de las elecciones es sustituida por una interpretación ideológica, naturalmente arbitraria.
El PTS, por su parte, pondera la votación del FITU “en el marco de una gran crisis” y destaca a Jujuy, en lo que califica “batacazo”, o sea un hecho grande que no esperaba.
“El llamado a un acuerdo nacional con la oposición de derecha para un compromiso económico plurianual, ratificado por el presidente Alberto Fernández en la noche del domingo, es termómetro y expresión de los tiempos que están por venir”, pero enseguida observa un “futuro plagado de incógnitas”. Con un análisis superior a los antes expuestos, alude a “la propia debilidad del Gobierno”, a la pérdida de mayoría oficialista en el Senado; a las internas “que afloraron a flor de piel tras las PASO” y a las propias internas de la derecha, “que se divide en su competencia por quién queda mejor posicionado hacia las presidenciales de 2023”.
En contradicción con lo que dice el aparato PO, el PTS reprocha a Todos que, desde su llegada al gobierno, “asumió que iba a intentar administrar la herencia macrista, en lugar de rechazarla”. Con esto no hace, precisamente, un análisis de clase de “Todes”, que se habría perdido la oportunidad de gobernar de "otra manera". Precisamente, un rumbo, dice el PTS, que “encierra una filosofía (sic) de la resignación de corte conservador, incapaz de pensar otro horizonte” (?). El remedio estaría en un curso de humanidades. A falta de "propuestas que enamoren", como calificó Bregman a los planteos K, la campaña del Frente de Izquierda Unidad, dice el PTS, “tuvo como dos de sus ejes principales rechazar el ajuste y la sumisión al FMI, así como la pelea por las seis horas de trabajo cinco días a la semana con salario igual a la canasta familiar, entre otros ejes como las peleas de género y por el medioambiente”.
El MST, por último, caracteriza un escenario de “polarización y crecimiento por fuera de la falsa grieta”, de un lado el FITU, del otro por Milei-Espert. “El crecimiento de estos polos coloca también a nuestro país a tono con los procesos que se viven en otras partes del mundo y de nuestro continente (…) que irá en aumento”. El MST, sin embargo, ha venido reclamando una ampliación del FIT-U hacia su derecha, lo que sería una atenuación de la polarización.
En lo que tiene que ver con planteos y perspectivas, el PTS no recupera sus propuestas de “partido único”, ahora que el FIT-U ha crecido en cargos representativos. Por su parte, el PO oficial insiste en convocar a un “congreso del FITU”, sin aclarar si ha tomado para él unificar al FITU en un partido. El MST, en cambio, propone “superar el ser solo un frente electoral, tenemos que dar el salto a construir un gran movimiento político, que actúe en forma permanente, que dispute en todos los terrenos de la lucha de clases, que convoque y le dé un lugar destacado a una gran franja de independientes que ya nos apoyan y a referentes de la izquierda social”. A reglón seguido, anuncia un acto propio el 4 de diciembre en Plaza de Mayo.