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El 7 de diciembre de 2021 se desató una tormenta eléctrica en la cordillera rionegrina. Un fenómeno completamente inusual que provocó los incendios que llevan consumidas diez mil hectáreas de bosque en toda la región. La catástrofe natural fue precedida por una sequía histórica con registros menores a 200 mm en el último año.
Regiones casi inexploradas como lago Martin o escasamente pobladas como lago Steffen y de muy difícil acceso, dificultan el combate por parte de los brigadistas. Una escasa lluvia a comienzo de mes logró aplacar algo el fuego pero las condiciones climáticas siguen siendo adversas, sequía, vientos y calor. El incendio sigue creciendo y atraviesa la famosa ruta 40. El Cañadon de la Mosca, entre Bolsón y Bariloche arde sin ceder. Hay seis focos activos y dos contenidos.
Hasta acá se trata de fenómenos naturales.
El conflicto entre el medio ambiente y el humano es eterno pero en esta época de decadencia capitalista se ha hecho extremo.
La depredación capitalista y la vida humana son incompatibles. Por un lado, la explotación descontrolada maderera que incluye destruir el bosque nativo y plantar especies exóticas mucho más inflamables. El calentamiento global, también responsabilidad de la actividad caótica capitalista causa los factores climáticos presentes en esta nueva catástrofe.
Las comunidades originarias saben muy bien todo esto. El ataque que vienen sufriendo por parte de todo el andamiaje del estado obedece a su defensa del territorio.
Los brigadistas trabajan sin parar, con herramientas manuales. El gran problema son los medios aéreos, aviones y helicópteros hidrantes que escasean. El ministro Cabandié es repudiado por su inoperancia. Mientras el bosque andino se quema el ministro autoriza la exploración petrolera en la costa atlántica y ruega porque llueva. Se pide su renuncia.
El personal combatiente está agotado. Llevan 40 días sin descanso. Se agrega el factor del contagio pandémico. A la escasez crónica de personal se suman los contagiados por covid. También reclaman con banderas, en medio del combate ser considerados como trabajo de riesgo, pase a planta ya que trabajan con contratos precarios anuales. Ya en el verano pasado reclamaban equipamiento y salario. Denuncia que no pudieron podar, que no cuentan con vehículos ni combustible, no hay comunicación. Venían avisando que estos incendios iban a ocurrir y que no se puso ni la plata ni el personal necesario. Una catástrofe anunciada y prevenible. Manifiestan que, comparado, el incendio del año pasado va a ser un poroto con los de este año.
Con angustia expresan que no pueden trabajar con los recursos que tienen para combatir la magnitud de esta emergencia.
Entre la población se debate si los incendios responden a una dinámica del ecosistema. Se hace referencia a los incendios de 1907 en la región y que se recuperó favorablemente a través de una restauración pasiva. Otros pensamos que lo que hay que destruir para que algo nuevo y mejor surja es este decrépito sistema capitalista. Que un nuevo poder político en manos de los trabajadores ordene las relaciones con la naturaleza.