Escribe Politica Obrera
El martes 8, movilizamos a Plaza de Mayo.
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El gobierno de los Fernández ha llegado a un acuerdo con el FMI cuando se encontraba al borde del colapso. Lo dijo el mismo Presidente: “enfrentábamos una corrida cambiaria”, es decir una devaluación masiva del peso y una seguidilla de quiebras.
Pero los Fernández no se hacen responsables de haber llegado a esta situación. Ajustaron a la baja salarios y jubilaciones, con el argumento de evitar un derrumbe, y lo mismo hicieron con los gastos de cuidado de la salud.
Durante dos años al hilo despilfarraron 30 mil millones de superávit comercial, mediante el pago de la deuda externa y el financiamiento de la fuga de capitales. Los capitalistas recibieron un dólar oficial para importar, para venderlos, luego, en el mercado interno al valor del dólar paralelo.
Los Fernández pretenden ahora, con el acuerdo con el Fondo, que la factura de la bancarrota la paguen los trabajadores, no quienes lucraron para llevarnos a ella. Detalle más, detalle menos, es la política que siguió el macrismo. Avergonzado por el resultado, pero sin asumir ninguna responsabilidad política, Máximo Kirchner, el delfín presunto para la sucesión presidencial en 2023, renunció a la jefatura del bloque de los Fernández.
En 2019, una mayoría votó lo que se presentaba como un gobierno nacional y popular, y ahora recibe un gobierno fondomonetarista.
Ya aumentaron las naftas y las prepagas, y la secretaría de Energía reclama, en audiencia pública, un aumento del 53% en el gas.
¿Alguien revisó las cuentas de beneficios de todas las compañías que exigen tarifazos?
El acuerdo con el FMI impone ajustes violentos contra la economía familiar, pero no ha resuelto la bancarrota con que ha querido justificarla.
El dólar paralelo ha vuelto a subir, señal de que la fuga de capitales continúa y de que la inflación seguirá creciendo.
Los bancos internacionales le han dicho públicamente al FMI que los términos del acuerdo son insuficientes para los intereses de ellos.
Por eso, los títulos de la deuda externa siguen cotizando por el suelo, aunque Argentina deberá pagarlos al ciento por ciento, como negociaron los Fernández, los Kicillof, y los gobernadores macristas y peronistas, las deudas externas provinciales.
El gobierno y la "oposición" de los macristas y los Milei, o sea los representantes políticos de la clase patronal, están llevando a Argentina al abismo y a la clase obrera a una mayor miseria social.
La burocracia de los sindicatos apoya con los diez dedos el acuerdo con el Fondo, con el pretexto de asegurar una “gobernabilidad”, que el FMI, los banqueros, las patronales, la deuda pública con el capital, no aseguran en absoluto.
Todo lo contrario.
Es la posición de la burocracia albertista y de la kirchnerista. De los Moyano y su rival Cavallieri. Del Amichetti de Gráficos y del "gordo" Daer, un agente de la patronal de la salud. De la CGT y la CTA. De Yasky, Baradel, y de la dirección del sindicato del subte.
Nada que sorprenda. Con estos "defensores" sindicales hemos llegado al 50% de pobreza y al 55% de compañeros "en negro".
Llamamos a manifestar, el próximo 8 de febrero, desde estas posiciones políticas, contra el acuerdo con el FMI y por la caducidad de toda la deuda pública, externa e interna, con los bancos y los grandes capitales.
La manifestación servirá para incorporar a un número creciente de trabajadores a la lucha.
Debe servir, por sobre todo, para oponer al Estado capitalista y fondomonetarista, un Congreso de Trabajadores, ocupados y desocupados, manuales e intelectuales, compañeras y compañeros, o sea un Estado de la clase obrera.