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El acampe y las movilizaciones que llevaron a cabo diversas organizaciones de desocupados la semana pasada ha vuelto a instalar la cuestión piquetera en el debate político nacional. Durante la semana se desarrollaron diversos cruces, a partir de una campaña anti-piquetes lanzada por igual por el gobierno y por JxC. El ministro Juan Zabaleta coordinó una reunión con las organizaciones de la Unidad Piquetera, pero insitió en que las movilizaciones y acampes constituyen “una extorsión”, no al Estado sino “a la gente”. La UP ha votado la realización de una Marcha Federal.
La campaña persecutoria contra el movimiento piquetero incluye la detención de compañeros, en especial en Jujuy, así como la denigración de sus dirigentes. El jefe de gobierno porteño, Rodríguez Larreta, reclama que den de baja los planes sociales de todos aquellos que cortan calles. El 'libertario' Ramiro Marra presentó un proyecto de ley para aplicar bajas de planes para quienes lleven menores de edad a las marchas. Marra denunció que Larreta “desde el 2009 subsidia a muchísimas cooperativas y organizaciones de Juan Grabois”. Se comprometió a desarrollar “brigadas anti-piqueteras”.
Consultado por las declaraciones represivas de Larreta, el dirigente del Polo oficial declaró: “Acá hay mucha interna y hay mucha política. Y la verdad que no tenemos ganas de discutir ni internas ni política. Hay declaraciones que parece que están hechas de cara al 2023, no a lo que ocurre mañana en un comedor popular que tiene polenta para comer todos los días. Eso es lo que queremos discutir”. Interrogado por la visita de Grabois al acampe, el dirigente del Polo oficial agradeció su presencia y el apoyo a los reclamos. “No como otros sectores del gobierno”, subrayó, “que dicen 'no tienen razón en los reclamos, están haciendo política'. No, yo política hago en otro lado. La verdad que con la comida de los pibes no nos parece que haya que hacer política ni para un lado ni para el otro”. La línea de defensa de parte del Polo oficial, contra la campaña anti-piquetera, es ´nosotros no hacemos política´. Bien entendida, se trata de un considerable recule ante la presión del Estado, las patronales y el macrismo. El FITU le ha dado el mismo carácter a la lucha contra el FMI, que no va acompañado ni remata en un planteo de poder, sino en atacar el carácter ´injusto´ del ajuste, su manifiesta ilegitimidad o ilegalidad. El planteo así expuesto no sale de los límites del Estado realmente existente, el Estado capitalista.
Belliboni volvió una y otra vez sobre esta misma cuestión en esa larga entrevista en radio Mitre. “Nosotros nos reunimos con el ministerio todo el tiempo, le explicamos estas situaciones y miran para otro lado por una cuestión de internas, por intereses particulares que hay adentro del ministerio. Porque adentro del ministerio también hay intereses y hay distintos grupos y sectores. Entonces nosotros no estamos dispuestos a discutir de esa manera con un gobierno que tiene que ir a los problemas y dejar las internas de lado. Si algo tuvo de bueno el acampe y la movilización que tuvimos, es que pusimos en la agenda el problema del hambre, la pobreza y el trabajo. Porque hasta la semana anterior, discutíamos sobre la interna de Cristina, de Morales, de Fernández, de Macri... ¡Que discutan ellos!”. Finalmente, una conclusión contundente: “Tienen que dejar las internas de lado, están gestionando el Estado. El Estado tiene responsabilidades muy grandes frente a la sociedad. Y están haciendo valer la interna por sobre las necesidades. Entonces nosotros necesitamos que dejen de lado toda interna, que se sienten a discutir los problemas y que después si quieren hacer internas, vayan a las PASO y se arreglen”. En realidad el gobierno y los opositores gestionan (muy mal) un Estado capitalista, cuya responsabilidad fundamental es con el capital financiero nacional e internacional.
Esta adaptación a la presión patronal se ha manifestado al interior de un frente en el que participa el Polo Obrero Tendencia. Algunas agrupaciones decidieron retirarse de este espacio de coordinación, luego de una reunión con dirigentes del Polo Obrero oficial, con el argumento de que “en estos meses de lucha hubo confusiones políticas que nos llevaron a derrotas reivindicativas permanentes”. Adhieren a la posición del Polo oficial de despolitizar la lucha de los desocupados, incluso cuando la oposición del Estado, que tiene el respaldo del FMI, a los reclamos, politiza objetivamente la lucha piquetera. Politizar la lucha no es participar de “la interna del gobierno”, algo que Belliboni hace con gusto cuando se alía en la práctica con Grabois. La represión del gobierno de Larreta tiene un carácter político por la simple razón de que es ejercida por el Estado; es la aplicación del Código Penal contra la protesta social y la acción directa, como los piquetes y bloqueos. La ´política´, en esta concepción, estaría reservada para los ´voceros´ del FIT-U; los movimientos sociales se limitan a las cuestiones reivindicativas. Es la tradicional división del trabajo entre parlamentarismo y movimiento sindical o reivindicativo.
Toda lucha de clases es política. El desarrollo más alto de esta lucha política lo representa la unidad de lucha de toda la clase obrera, sin distinción de oficios ni profesiones, y menos aun entre ocupados y desocupados. Reivindicar el carácter político de la lucha de clases no significa participar de ´internas´, sino desarrollar esa lucha contra el Estado, que es la concentración de los intereses de las patronales, sin consideración por esta u otra rama de la producción. Belliboni actúa con oportunismo cuando se desliga de la lucha política, cuando se trata de un dirigente de una organización que reivindica la IV Internacional, salvo que esta organización se haya pasado al oportunismo, en cuyo caso Belliboni sería una de sus principales manifestaciones. Ahora bien, el propio movimiento piquetero se mete en un callejón sin salida si no procura la unidad del conjunto de la clase obrera, en primer lugar a través de un programa de toda la clase, en segundo lugar mediante la unidad de sus organizaciones, a través de la lucha misma. Cuando “A caballo de la inflación y la pobreza, las protestas (…) solo en marzo hubo 800 piquetes en todo el país, un promedio de 25 por día (...) la cifra más alta de piquetes de los últimos siete” (Clarín), el ataque a las organizaciones sociales apunta a liquidar el derecho de a la lucha y a la acción directa de todo el movimiento obrero.
Los 800 piquetes del mes de marzo no fueron solamente de organizaciones de desocupados. También cortaron trabajadores por reclamos salariales, contra los despidos, vecinos de distintos barrios por la precariedad de las condiciones de vivienda, etc. El movimiento piquetero, sin embargo, se destaca por su masividad. El ataque contra él busca amedrentar y desorganizar al conjunto de la clase obrera, en apoyo al ´trabajo´ que ya realiza, en ese sentido, la burocracia sindical. En este contexto, el Estado procura neutralizarlo como herramienta de rebelión política y transformación social. Por eso importa enormemente la clarificación de los planteos políticos en el movimiento piquetero, que no puede limitarse a las posiciones de sus dirigentes, quienes tampoco tienen mandato para ser sus portavoces políticos. Es necesario, entonces, desarrollar asambleas, plenarios y congresos donde las bases del movimiento definan su estrategia de conjunto.
Por medio de movilizaciones y acampes, el movimiento piquetero que se ha desarrollado en el marco del derrumbe social y del derrumbe del régimen político entró al debate político nacional. El Estado, las patronales y las burocracias pretenden dividirlo o cooptarlo, como ha ocurrido con las organizaciones kirchneristas. Debemos abrir una deliberación. Con esta orientación, desde el Polo Obrero Tendencia venimos agitando la campaña por un Congreso Obrero, una campaña que fue votada en asambleas en todo el país.