La crisis y las luchas obreras en Brasil

Escribe Hernán Gurian

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En los últimos días nuevas huelgas han sido lanzadas por varios sindicatos obreros frente al recrudecimiento de la miseria social impuesta a la clase obrera brasileña luego de padecer una verdadera catástrofe social y sanitaria con las políticas impulsadas por el gobierno de Bolsonaro y las patronales, que durante la pandemia se han opuesto a las medidas de aislamiento social y cuarentenas apelando a la inmunidad de rebaño y a la apertura indiscriminada de la actividad económica y que ha llevado a la pérdida de 662 mil personas.

Tras tres años de congelamiento salarial y en medio de una inflación que no para de crecer, ahora propulsada por la guerra en Ucrania, los trabajadores salieron a la lucha para enfrentar la carestía, la miseria y los ataques a las conquistas y derechos golpeados por reformas laborales y previsionales; la precarización laboral y la desocupación masiva.

Crecen las huelgas

Los metalúrgicos de la CSN (Companhia Siderurgica Nacional) llevan dos semanas de huelga y piquetes exigiendo un reajuste del 30% de sus salarios como forma de recuperar la pérdida salarial de los últimos tres años. De acuerdo al sindicato Metabase adherido a Conlutas, la empresa registró un crecimiento de sus ganancias del 300% en los últimos años. La patronal se niega a reabrir las paritarias.

Asimismo, los metalúrgicos de AVIBRAS ( en el ABC paulista) llevan 10 días de huelga y ocupación para enfrentar el pedido de recuperación judicial de la empresa que llevó a atrasos en el pago de salarios y a 420 despidos. Al calor de esta enorme lucha los trabajadores han obtenido un primer triunfo con la reincorporación de todos los despedidos. La dirección sindical forma parte de Conlutas. También en el ABC los trabajadores de Toyota están en proceso de movilización frente al anuncio de la patronal nipona de trasladar su planta a otra región, dejando a 520 trabajadores en la calle. A principios de abril, otra huelga victoriosa de metalúrgicos en el ABC fue la de TI Automotive, autopartista proveedora de la General Motors Hyundai, Peugeot y Fiat, arrancaron un aumento de 10.000 reales en la participación de ganancias de la empresa, un 30% superior al del año anterior.

Los trabajadores del pulpo minero Vale do Rio Doce están en plan de lucha con paros y piquetes en Espíritu Santo y Minas Gerais contra los miles de despidos bajo el pretexto patronal de reducción de costos. Los trabajadores denuncian que en 2021 la empresa obtuvo lucros por 1.210 millones de reales. También en Espíritu Santo los metalúrgicos de Elfe Operaciones y Manutención que presta servicio a la Petrobras realizaron este jueves 14 medidas de lucha por los cobros de los salarios adeudados desde hace dos meses. Ya este lunes 18 los empleados estatales del Instituto Nacional de Seguridad Social (nuestro equivalente al Anses) ocuparon la superintendencia de San Pablo y los empleados de la Receita Federal (la dirección impositiva nacional) comenzaron un paro por tiempo indeterminado.

Esta onda expansiva huelguística está corroyendo hasta las entrañas del propio Estado. La Policía Federal, base electoral del bolsonarismo, amenaza con ir a la huelga después de rechazar por "ridículo" el aumento del 5% previsto por el gobierno y denuncian al presidente por "no cumplir su compromiso de campaña electoral" (CB, 15/4).

Una situación explosiva

Brasil se encuentra sumergido en una fuerte y prolongada crisis económica y financiera desde los comienzos de la recesión en 2014, luego agravada durante la pandemia y ahora por la guerra imperialista en Europa; la desocupación alcanza la brutal cifra de 15 millones de trabajadores. En este cuadro de enorme pauperización del conjunto de la clase obrera, la inflación de marzo fue la mayor para el mes en 28 años. En 12 meses (desde abril de 2021 a marzo de 2022) fue del 11,34% donde los alimentos y el combustible registraron los mayores aumentos de precios pegando duramente en los bolsillos de las masas populares. La garrafa de gas aumentó un 30%. La inflación acumulada en el año, desde enero, fue de 2,68% para los sectores más ricos y de 3,4% para las familias más pobres. "Proyecciones del mercado financiero apuntan que la inflación debe cerrar por encima del 8% en 2022" (Correio Braziliense, 14/4).

Los nuevos tarifazos golpearon aún con mayor dureza las economías de las familias obreras con 28,5% de aumento en la energía eléctrica y de 29,6% en el gas. Según las últimas estadísticas del DIEESE (Departamento Intersindical de Estadísticas y Estudios Socioeconómicos) en marzo el salario mínimo para cubrir los gastos de un trabajador y su familia sería de 6.395 reales. Ese valor es 5,28% el salario mínimo vigente en Brasil, de 1.212 reales.

La proyección de la suba de la tasa de interés para este año es de 13%. El Copom (Comité de Política Monetaria) del Banco Central elevó nuevamente, el 16/3, la tasa básica de intereses. Con esta suba de un punto porcentual, la tasa de interés llega ahora al 11,75% anual, el mayor nivel desde febrero de 2017.

Apenas un año atrás, en marzo de 2021, la tasa estaba en 2%, el menor nivel de su historia. Con una secuencia de nueve altas seguidas la tasa del Banco Central subió 9,75% en 12 meses en un esfuerzo de frenar la inflación, su contracara es una inminente recesión económica, una aumento del desempleo y un aumento. La tasa de familias endeudadas en Brasil entraron al 2022 a la más alta de su historia con un 76,3%, en su enorme mayoría se trata de familias que deben financiar su consumo cotidiano con créditos. Los que han entrado a la cuenta de deudores morosos llega al 26%, mientras que aquellas familias que declaran no tener condiciones de pagar sus cuentas se eleva a un 11% (economía.uol.br). El consumo popular se verá en ruinas llevando los niveles de miseria y pobreza a niveles de barbarie. Como se puede deducir, la situación financiera es explosiva. Todas las encuestas señalan que el gobierno derechista de Bolsonaro es visto por la enorme mayoría de la población como el responsable del derrumbe económico y del crecimiento de la miseria. Todos los analistas ya pronostican la derrota electoral sin atenuantes de Bolsonaro el 2 de octubre. La deuda pública del país supera el 80% del PBI.

Las patronales se encuentran ante esta formidable ofensiva obrera que salió a la lucha para impedir ser arrastrados a esta situación de miseria, hambre y barbarie a que este régimen social capitalista en bancarrota y su gobierno bolsonarista de turno los condena. Luego de años de ataques a las conquistas laborales y a las condiciones de vida de las vastas masas populares, los trabajadores dicen basta. La punta de lanza reivindicativa es el reajuste salarial luego de tres años de congelamientos. La clase obrera ha entrado en la escena nacional decididamente, a través de huelgas con piquetes y ocupaciones de fábricas.

Hay que señalar el vasto proceso de huelgas prolongadas con los métodos del piquete y la ocupación de planta se desarrolla como producto de masivas asambleas al interior de las empresas, retomando las mejores tradiciones combativas del proletariado brasileño. Miles de activistas se están forjando en estas luchas y aparecen direcciones clasistas y agrupamientos antiburocráticos como es el caso de los garis de Rio de Janeiro.

En pleno auge huelguístico, Lula se reunió con la dirección burocrática de la central sindical centroizquierdista CUT para decirles que de vencer en las elecciones este año irá a "mejorar la legislación laboral", dejando claro que esto se lograría “creando una mesa de negociación con los sindicatos y con los empresarios; no haremos nada por la fuerza" (Sitio oficial de la CUT 14/4). En un encuentro del que fuera su sindicato Lula no dedicó una sola mención a este gigantesco proceso huelguístico, mucho menos propuso la derogación de la "reforma" laboral y previsional de Temer/Bolsonaro, una de las consignas estratégicas fundamentales del movimiento obrero brasileño.

A la izquierda que aún se referencia en la clase obrera se le abre un terreno muy propicio para aglutinar a estas camadas de nuevos activistas, huelguistas y piqueteros, para convocar a una coordinación nacional de lucha en el camino a la huelga general para imponerles al gobierno de Bolsonaro y al conjunto de la patronal todas las reivindicaciones levantadas e ir más allá, creando las condiciones para una lucha de conjunto por la derogación de las reformas y leyes reaccionarias y anti obreras y, finalmente, para derrotar con los métodos de la lucha de clases al gobierno de Bolsonaro. Para ello es imprescindible la organización independiente del movimiento obrero que supere la parálisis de las burocracias sindicales y erija nuevas direcciones clasistas y luchadoras.

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