La hora más de clase choca con sus contradicciones

Escribe Mariano Hermida

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Luego de que Rodríguez Larreta anunciara la extensión de los días de clases en CABA, el gobierno nacional extendió la medida a todo el país. El paso del kirchnerismo lo marca el macrismo.

La extensión horaria ha sido objetada por un conjunto de gobernadores e incluso de la burocracia sindical de la CTERA. En la última reunión del Consejo Federal de Educación el gobierno no logró someter a votación la resolución, que dejó librada a cada provincia. “El Ministro Perczyk no logró consenso para aplicar la iniciativa”, dice La Nación (9/4).

Los sindicatos docentes reclamaron una consulta previa y la convocatoria “urgente” a la paritaria nacional. El gobierno accedió a abrir una “mesa de trabajo”, sin fecha, mientras la ‘consulta’ que defiende la CTERA no la aplica a sus afiliados. Aunque Kicillof dijo que es un “progreso” el incremento de horas de clase, su ministro de Educación, Sileoni, sostiene que hay que “trabajar mucho en su implementación” (InfoCielo, 7/4). En Santa Fe, la ministra de Educación anunció que irá por el aumento de 30 minutos más de clase, a las 4 horas y media que ya rige. En Salta, el gobernador Saenz intentó establecer clases los días feriados; lo hizo recular una declaración de paro de la ADP.

Con un salario inicial por cargo en los $50.000, la gran mayoría de los docentes primarios están obligadas a trabajar doble turno. El trabajo docente continúa además en el hogar; el trabajo administrativo también recae sobre los docentes. Existe una sobrecarga laboral, que es remunerada con salarios que no cubren un tercio de la canasta familiar. En el caso de la docencia, se ha naturalizado el “segundo cargo” y en algunos casos hasta tres. La tarea del momento es organizar una lucha por un aumento general de salarios del ciento por ciento. El rechazo también provino de un sector importante de familias que ya tiene organizada su planificación familiar y laboral. El intento del gobierno “se topó con un freno inesperado: al unísono padres, docentes y sindicatos rechazaron sumar en este año lectivo una hora de clase”, reflejó La Nación (9/4).

El derrumbe educativo se refleja en la caída estrepitosa del salario de los maestros, en la expulsión de miles de estudiantes del sistema educativo durante la pandemia (y antes de ella), en el derrumbe edilicio, en la degradación permanente de los curriculums y contenidos, en la falta de cargos, en el vaciamiento del presupuesto educativo y en la implementación de planes educativos precarios.

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