Prensa Obrera falsifica la trayectoria del Partido Obrero

Escribe El Be

El FITU le atribuye “un giro copernicano”.

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Los partidos morenistas han salido a festejar el acercamiento del PO oficial a la burocracia sindical. Belliboni había pedido una reunión a la CGT con el pretexto de proponerle un paro nacional contra el gobierno. Como la dirección de la CGT forma parte del mismo gobierno, el planteo fue visto, correctamente, como un acercamiento del PO a la burocracia sindical. El Plenario Sindical Combativo, que es la rama gremial del FITU, quedó afuera de la maniobra. No obstante esto, el PTS se apresuró en señalar “un cambio necesario en la política que venían teniendo los compañeros del Partido Obrero y el Polo Obrero”. Para el MST “llama la atención el giro copernicano del PO. Hemos polemizado durante largos años con su tradicional posición sectaria contraria a la exigencia”. Lo mismo ha entendido la CGT, que calificó como “histórico” el encuentro entre el Polo Obrero oficial y la central. En la reunión no se dijo una palabra del monopolio que se adjudicó la burocracia para administrar el operativo “empalme”, como se denomina a la contratación de desocupados por empresas privadas, financiada por el estado (algo que debería a estar a cargo de una Bolsa de Trabajo que funcione con la supervisión, al menos, del movimiento piquetero).

El único que parece no haber tomado nota del “giro copernicano” es el propio Partido Obrero oficial. En Prensa Obrera, se justifica la orientación actual señalando que “en los ’80 se reunió la dirección del PO con Ubaldini para reclamar un plan de lucha, Atlántida ocupada con el MTA y la Mesa de Enlace de aquel tiempo, AGR ocupada con la CGT de Daer, por tomar algunos ejemplos”. De esta manera y al pasar, mezclando situaciones políticas diferentes, Prensa Obrera intenta reescribir la historia del PO para ponerla al servicio del barquinazo. El MTA, por ejemplo, no era la CGT sino una oposición al menemismo y a la CGT, que incluía en forma relevante a la Corriente Clasista Combativa, además de la CTA.

Falsedades

Prensa Obrera pone en el mismo plano el pedido de entrevista del PO oficial y otros grupos, a la CGT que apoya al gobierno de los Fernández, con la asistencia del PO a una reunión con la CGT de Ubaldini, en 1986, que para esa fecha había hecho buena parte de los 14 paros que convocó bajo la gestión de Alfonsín. Ubaldini había invitado a los partidos políticos para que apoyaran los llamados “26 puntos” (el programa de la CGT). En tanto que el MAS, que por ese entonces reunía a todos los grupos que hoy festejan el “giro copernicano”, apoyó con pasión ese programa, al que la dirección del PO criticó en forma terminante Ver el apéndice de “La Estrategia de la Izquierda”, de Jorge Altamira. Denunció que “se pretenda sumar a esta empresa a la UIA, a la Rural y a la Asociación de Bancos” (Prensa Obrera N° 125, 8/2/86). El apoyo de los "copernicanos" a ese documento formaba parte de una política más general, perfectamente resumida en la consigna del MAS “Ay Patria mía, dame un presidente como Alan García”. El presidente de Perú, e incluso el brasileño Sarney, había entrado en una disputa con el FMI. En 1984, el MAS había acompañado a Alfonsín en una crisis similar.

Lo que defienden hoy los copernicanos no es la “exigencia” de un paro a la CGT, sino el seguidismo a la burocracia sindical del gobierno que se movilizó para apoyar el acuerdo con el FMI, y que hoy gasta los últimos cartuchos que le quedan para contener un derrumbe del gobierno fondomonetarista. La intención quizás sea recoger algún caudal de los votos que dejará la bancarrota del kirchnerismo en el caso que llegue al final de su mandato. En el texto que la dirección del PO entregó a Ubaldini se decía, en cambio, que “el programa adolece de un defecto capital: no habla de los medios necesarios para imponer el programa (…) no se habla de la huelga general, de las ocupaciones de fábrica, de los piquetes; es decir, del conjunto de métodos de acción del proletariado para imponer sus objetivos, quebrar la voluntad patronal y preparar el camino para su propio gobierno” (“El Partido Obrero ante el Congreso de Unidad Nacional y el programa de los 26 puntos”, Comité Nacional, 20/2/86).

El PO, el del '86, se valió de la invitación de la CGT para desarrollar una crítica superadora a la política de paros generales aislados, con los que la burocracia encabezada por Ubaldini desvió y desgastó la lucha en ese período. A la inversa, hoy el PO oficial le solicita una reunión a una central paralizada por su compromiso con el programa del FMI y fraccionada por cómo reubicarse frente a una crisis política terminal. El Informe del aparato a su Congreso es una muestra de que asistimos a un volantazo descarado, pues señala, pocos días antes de la reunión del Polo Obrero oficial con la burocracia, que “el nivel de integración de todas las alas de la burocracia sindical al gobierno no tiene casi antecedentes similares desde 1983”.

Prensa Obrera también alude a la reunión con la "mesa chica" de la CGT en el marco del conflicto de AGR. Tocan de oído. Fue lisa y llanamente una maniobra política para poner el conflicto en los medios, luego de dos meses de un aislamiento sin fisuras. En la reunión, los trabajadores de AGR reclamaron a la CGT una acción concreta en su apoyo. Lo habían hecho varias regionales (Córdoba, Chaco, Mendoza). Para La Nación, “el triunvirato cegetista sintió el cimbronazo del conflicto de AGR-Clarín”. Más tarde, la CGT convocó a una movilización y luego un paro, que fueron denunciados oportunamente por el PO como tardíos y desviacionistas La movilización del 7 de marzo de ese año se reservó un lugar en la historia del movimiento obrero cuando una gran parte de los manifestantes, entre ellos fracciones antagónicas de la burocracia, derribaron el atril al canto de “paro general”.

Los trabajadores de AGR reclamaron a la CGT un aporte al fondo de lucha (vital para el conflicto). Los llamados del PO oficial a Grabois (que Belliboni paseó en un acampe) y a la CGT, por el contrario, lo subordinan a las maniobras de las fracciones K, e incluso de Massa, el ala "norteamericana" de Manzur y Béliz, en sus operaciones contra la fracción de Alberto Fernández. Para disimular este intento de enjuague, el aparato asegura que “el emplazamiento (sic) a la CGT de parte de la campaña del FLP y del Polo Obrero ha colocado al paro activo nacional en la realidad de todo el movimiento obrero hoy en la Argentina”. Esta afirmación es muy instructiva. En primer lugar porque ignora que el "paro" no tiene que ver con ningún "emplazamiento" ni con la CGT, pues se trata de una tendencia que impulsa la crisis social y política en su conjunto. En segundo lugar, porque, debido a esta crisis especialmente, un paro aislado convocado desde arriba por parte de la burocracia de la CGT tendrá el objetivo fundamental de enchalecar la perspectiva de la huelga general. Es lo que ocurrió siempre: el paro de Vandor, el 30 de junio de 1969, para enchalecar el Cordobazo, y el paro de Lorenzo Miguel, el 7 de julio de 1975, para clausurar la huelga general de junio iniciada por las cooridnadoras fabriles. Los obreros de AGR difundieron una “Carta a los trabajadores y a la CGT”, que planteaba “asambleas en los lugares de trabajo, por un paro nacional con movilización YA, por el triunfo de AGR y todas las luchas, contra los despidos, en defensa de los convenios, por paritarias libres”. El contraste no podría ser mayor.

“Contención”

Despejando cuestiones, la reunión con la CGT forma parte de una política de seguidismo iniciada con anterioridad. En ocasión de las movilizaciones de las organizaciones de izquierda y piqueteras contra el acuerdo con el FMI, el conjunto del FIT-U rechazó denunciar a la burocracia sindical como pieza central del acuerdo en el documento leído en Plaza de Mayo. Enseguida, Belliboni llamó a Grabois, el flamante socio de Grobocopatel, a "romper" con el gobierno y a “sumarse a la lucha” contra el gobierno que lo financia. En el acto de cierre de la Marcha Federal, Belliboni llamó a la CGT a convocar un paro general. Luego de la reunión con la CGT, el PO terminó su tour en el despacho de la CTA con el mismo llamamiento.

El PO oficial ha actuado ante los medios como un verdadero vocero de la CGT. En las páginas de Prensa Obrera replican lo que ya dijeron en las puertas de Azopardo ante los medios: que la burocracia coincide con el “diagnóstico” acerca de “la grave situación que atraviesa el movimiento obrero”. El único "diagnóstico" que le preocupa realmente a la CGT es la crisis del gobierno y de la propia burocracia, o sea el desfinanciamiento imparable de las obras sociales sindicales. En su informe al Congreso del PO, el aparato señala que “la crisis que el pacto [con el FMI] generará y la agresión a las masas inevitable que se desprende del acuerdo, pondrán a prueba la contención que hasta el momento ha podido imponer la desprestigiada burocracia sindical en el movimiento obrero”. El llamamiento a la CGT revela que la quiebra de la contención no sería una huelga general por abajo, sino un paro aislado convocado por los contenedores.

El mismo documento señala como hoja de ruta lo contrario de lo que implementaría enseguida después. Plantea “impulsar la acción directa de las masas, promoviendo la resistencia a la ofensiva capitalista, empezando por los lugares de trabajo y denunciando y delimitando posiciones de la burocracia entreguista, principal factor de contención del movimiento obrero”. No se había secado la tinta de estas líneas que el aparato del PO ya estaba llamando a que la “burocracia entreguista” se sume a la lucha (en oposición a la acción directa de masas proclamada una línea antes). El grupo dirigente del PO oficial ha vuelto a convertir al congreso en una farsa.

Los copernicanos que saludan el giro del PO oficial deberían dejar de insultarse en pugnas faccionales y convertirse en una única corriente política.

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