El dólar-soja, devaluación primavera-verano

Escribe Marcelo Ramal

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Massa ha parido una devaluación selectiva, el dólar a 200 pesos para la cadena sojera, que sólo regirá durante setiembre, con la finalidad de recaudar unos 5.000 millones de dólares con destino a las reservas del Banco Central, La operación significará la pérdida de unos 300 mil millones de pesos, que es la diferencia entra la compra de estas divisas y la venta de las mismas a los importadores al dólar a 140 pesos. El Tesoro nacional tomará a cargo esa pérdida mediante la emisión de una letra intransferible en dólares para el Banco Central por una suma equivalente. La deuda pública del Tesoro ha llegado a 390 mil millones de dólares, un incremento de 35 mil millones en el curso de 2022. Todo esto no pasa de un fraude contable porque las letras intransferibles, que no cotizan en ningún lado, constituyen un pagadiós de tiempo indefinido. El abogado que ponga la lupa en el asunto descubrirá que todo esto es un fraude, pero no irá a los tribunales porque le dirán que es una operación de orden público. Alguno se preguntará en el juicio de Vialidad si no tiene derecho a lo mismo.

Los dólares que se esperan no necesitan esperar que la soja se venda y se exporte. Bastará la firma de un contrato. Es decir que los 5.000 mil millones en cuestión ya están en los bolsillos de los acopiadores y exportadores. Ningún depósito a plazo fijo rinde 30% en dólares en menos de un mes (60 pesos de ganancia sobre un valor previo de 140 pesos la tonelada de soja). La emisión por la compra de estos dólares es respaldada por un papel que no lleva la firma de la Reserva Federal que emite los dólares. Cuando toda la soja-dólar haya sido vendida, el gobierno deberá devolver el adelanto. Las cerealeras y los fideicomisos agrarios se han comprado un gobierno nacional y popular entero... Entre ellos los amigos de la economía popular de Grabois, que pagan a los asalariados a valor de plan social. El fraude ha sido apoyado por las dos riberas del odio. Según La Nación, el inventor del engendro es el presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario. El capital financiero domina gran parte de la cadena, desde la financiación de la siembra y la cosecha y la compra de maquinaria e insumos, hasta la puesta en puerto.

La liquidación efectiva de la cosecha es un proceso más lento que una firma de contratos de compra-venta en la City. Hay que asegurar el transporte y la logística, rentar un depósito en el puerto y encarar el ‘crushing’ del poroto para convertirlo en harina o aceite de soja; hay que asegurar también el transporte marítimo en tiempos de guerra. De aquí a un mes se encarecerán todos los eslabones de la cadena y, como es natural, los impuestos que la acompañan. También los arrendamientos, cuyo valor se fija en quintales del producto que se cosecha. Son los mismos eslabones que se encargan del trigo, el maíz y el girasol, que se deberán pagar a precio soja y vender al precio oficial, que para ellos no se modificó ¿Quién hará bajar los precios de la logística a partir de octubre? El que armó este desatino no es un analfabeto sino un avivado, que lubrica con el dólar-soja una devaluación generalizada.

La grosería de la medida atrajo el apoyo de Kicillof, como no podía ser de otro modo, de Insaurralde y de los profetas del odio ajeno (con perdón de Arturo Jaurectche). El acaparamiento del soja-bolsa será compensado, de aquí en más, por trigueros, maiceros y girasoleros, a la espera de que el dólar especial se extienda a todos. El dólar mayorista oficial de 140 pesos ha sido reducido a la función de mantener sin cambios la cotización del dólar futuro, como se llama a los compromisos de compra-venta de divisas en una fecha determinada. Lo que cambia, por un lado, no es fundamental, porque el dólar futuro sólo quedará planchado si ingresan los dólares prometidos, para estallar después, cuando la devaluación se generalice. Los contratos a fin de septiembre se renovarán para fin de diciembre o principios del año próximo. Pero también hay una trampa, porque la función del dólar futuro es asegurar el valor dinero invertido, en este caso en las transacciones de soja, de una devaluación. El gobierno de los Fernández-Massa le ha agregado un seguro adicional, porque ha ofrecido una cuenta especial en dólares a los exportadores y productores. El acuerdo se demoró porque era necesario articular el negociado en todas sus fases. En resumen, la renovación de esos “futuros” ha caído en picada de inmediato –en otras palabras, el “pan para hoy”, y se espera que siga así por un mes largo, cuando reforzará la expectativa de una próxima devaluación.

El campo

A despecho de estas garantías, a la presentación del dólar soja pegaron el faltazo todos los representantes de la Mesa de Enlace, los cuales, sin excepción, criticaron la medida. En cambio, la aplaudieron a rabiar las cerealeras, la cámara aceitera y los voceros del capital financiero volcado al agronegocio. Se sumó también un significativo amigo del gobierno, el “nacional y popular” presidente de la multinacional Syngenta, quien señaló que con ese dinero adicional el productor podrá “comprar tecnología, insumos, invertir en un plazo fijo o comprar dólares”. Syngenta gira dividendos al exterior sobre facturando esas compras. La Mesa de Enlace representa a toda la cadena agraria no solamente a la sojera y advierte que se viene un encarecimiento de la cadena de producción.

Este dólar “a treinta días” es un beneficio garantizado para quienes disponen del dinero para pagar contratos o de una producción ya lista para ser exportada, en los puertos o plantas de acopio. Para los productores, en cambio, es incierto llegar antes que termine setiembre, por un aumento general de los fletes y arriendos. Ni qué decir de los cultivos regionales. Los bodegueros ya piden un dólar-Malbec. Los tamberos, los criadores de pollos o cerdos utilizan como alimentos a los derivados de soja. El dólar especial anticipa una mayor inflación. El gobierno ha confeccionado un traje a la medida del Consejo Agroindustrial, el conglomerado de cerealeras, aceiteras, pooles y proveedores internacionales que recibió en 2020 la bendición de Cristina Fernández de Kirchner.

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