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En las últimas horas, el desplome político de Putín parece haberle ganado en velocidad a los acontecimientos militares en el terreno. De confirmarse, el retroceso militar podría convertirse en estampida y crear una situación histórica excepcional en Rusia y en Europa entera.
De acuerdo a la publicación Daily Beast (12/9), varios diputados municipales de San Petersburgo llamaron a la Duma del Estado (parlamento) a procesar a Putin por traición, en tanto los concejales de Moscú han pedido su renuncia por “irrecuperablemente anticuado”. Lo acusan, en una carta abierta, de hacer retroceder a Rusia “a la guerra fría” -un virtual llamado a retirarse de Ucrania y capitular ante Estados Unidos y la OTAN, lo que supone el establecimiento de un nuevo gobierno en Rusia-. Le reclaman que presente la renuncia para poner fin a un gobierno agotado y sacar a Rusia del pantano.
Este pronunciamiento sorprendente de un grupo de diputados municipales de las dos ciudades más importantes de Rusia, fue precedido por una discusión descarnada en la televisión. De un lado, quienes sostenían que si no era posible reforzar al ejército ruso en Ucrania había que negociar la paz y retirarse de Ucrania, y aquellos que afirmaban que no había otra salida que esa. Un sinfín de bloggeros militares nacionalistas, que venía denunciando la incapacidad militar y política del alto mando durante un largo tiempo, cubrió las redes señalando que esta era la causa de la derrota militar en las últimas horas en la región de Kherson, en la frontera de Ucrania con Rusia, y que era necesario un cambio inmediato de jefaturas en todos los niveles. La ineptitud del alto mando del Estado, aseguran, ha dejado al ejército sin gafas, sin drones, ni chalecos antibalas. Igor Girkin, condecorado héroe del ejército ruso y jefe de milicias de Donbass, fue terminante: “La guerra va a continuar hasta la completa derrota de Rusia. Ya hemos perdido, el resto es cuestión de tiempo".
El desastre que ha sufrido el ejército de Putin en Kharkov y que podría extenderse a Kherson, en el otro extremo, el sureste de Ucrania, podía preverse en el estancamiento de las operaciones militares de Rusia. Se ponía de manifiesto la carencia de objetivos estratégicos de parte de Rusia, sea la ocupación completa de Ucrania, sea la unión del territorio ruso con la península de Crimea, donde reside la flota naval de Rusia. Putin no emprendió ningún movimiento que mostrara la intención de ocupar Odesa, el puerto clave del mar Negro; por el contrario, lo señaló para que Ucrania pudiera exportar granos. Pero esos objetivos estratégicos mismos estaban fuera de la historia, al punto de que Putin tuvo que recurrir a mil años atrás para justificar la unión de Ucrania a Rusia. Eran objetivos de una guerra de sumisión y opresión nacional, que obviamente no podía ganar al pueblo ucraniano, ni tampoco ganaron ni podían ganar al pueblo ruso. Lo que llevó a Ucrania a integrar la Unión Soviética no fue sólo el Ejército Rojo –ultraminoritario en Ucrania. El partido bolchevique se ganó a la masa campesina del país por ser el único que postuló con fuerza la expropiación de los terratenientes, en gran parte polacos por añadidura.
Las fuerzas armadas de Putin quedaron estancadas en una guerra de posición, cuando se trataba de un choque militar internacional animado con toda su fuerza por la OTAN, o sea, el imperialismo mundial. Un columnista ha señalado que la industria de armamentos de Rusia no funcionaba a la altura de las necesidades de las fuerzas armadas. Se obtenía la impresión de que Putin había abandonado la guerra misma por la suposición de que la OTAN capitularía ante el sólo corte del suministro de gas ruso a Europa. O, al menos, fortalecería al ala supuestamente componedora que integraban Francia y otros Estados europeos.
La operación militar que permitió a Ucrania desarrollar una ofensiva relámpago, que barrió con las defensas rusas, fue planificada al milímetro por el alto mando norteamericano. De una posición defensiva pasó a una guerra de movimiento, que se manifestó en atentados exitosos en Crimea y, hace una semana, en una operación envolvente sobre Kherson, que hizo suponer a Rusia que la contraofensiva venía por el sur cuando estaba planificada para el norte. El diario sionista Haaretz lo advirtió en tiempo real –casi una filtración-. La planificación fue al milímetro. “Operaciones Especiales (está entrenando al ejército de Ucrania) desde hace ocho años” (NYT, LN, 12/9), incluida inteligencia y guerra irregular. La OTAN ha provisto a Ucrania armamento sofisticado. Por el armamento, el entrenamiento y el manejo de la inteligencia militar, el ejército ucraniano se ha convertido en una rama militar de la OTAN, a mayor título que el francés, por supuesto, pero también que otras naciones europeas. El armamento antiaéreo de la OTAN -los misiles HIMNS- ha neutralizado a la aviación rusa y permitido a los militares ucranianos el uso de drones y helicópteros de combate. Mientras Putin se enfrascaba en “una operación especial”, la OTAN financió y organizó la conscripción entera de los mayores de 18 años.
El Financial Times ha resumido, ahora, este desenlace, de la siguiente manera: “A Rusia le ha ido mal en la guerra desde el comienzo. Los avances limitados que ha hecho en los últimos seis meses, tuvieron un costo terrible. Estados Unidos estima sus muertos y heridos en 70 a 80 mil bajas, en un ejército de 200 mil soldados (...) La provisión de armamento avanzado por parte de EE. UU. y la UE ha convertido al ejército ucraniano en mejor equipado que el ruso”.
Es el conjunto de estos factores el que ha convertido el desastre militar de Kharkov en una derrota de carácter estratégico. El Estado ruso creado por la restauración capitalista enfrenta un colapso. Los observadores advierten a la OTAN que “no se extralimite”. El ejército ruso ocupa el 20% del territorio de Ucrania y la península de Crimea se encuentra anexada a Rusia. La OTAN no admite nada que no sea el retiro completo de Rusia, incluida Crimea, y por lo tanto la pérdida de una base naval vital para la seguridad –Sebastopol-. La población rusa ha sido sacudida hasta la raíz, sin anestesia. Ve y escucha que su gobierno es denunciado de incompetente desde adentro y que hay una crisis política súbita. El ‘viejo’ partido comunista ha apoyado sin restricciones a Putin y no se ha visto una agitación contra la guerra de parte de las diversas corrientes de izquierda que han hecho aparición en las últimas décadas. La derrota militar desplaza el discurso geopolítico hacia la guerra civil.
“Los avances de Ucrania abren una fase nueva y peligrosa”, dice uno de los editores del FT. “Las opciones de Putin son limitadas y poco atrayentes. (….) Como otros líderes en el pasado, Putin espera que lo rescate el invierno. El corte de gas a Europa apunta a congelar el apoyo a Ucrania. Lo ayudaría un invierno muy riguroso o la irrupción de protestas políticas. Alemania ya almacenó un 85% de sus reservas de gas. La posición del dirigente ruso luce peligrosa".
La guerra ‘geopolítica’ ha ingresado en la etapa de una guerra civil en Europa.