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La aplicación de jornada completa en las escuelas es un reclamo de miles de familias desde hace años. Se trata de una medida socializadora en las condiciones de una sociedad capitalista en decadencia. Beneficia principalmente a aquellas familias que no cuentan con recursos para atender su cuidado fuera de la escuela o para garantizarles actividades extra-escolares, sean deportivas, culturales o de estudio. Según Clarín, “una posterior ley le puso metas: se debía llegar al 30% en 2010, 'priorizando los sectores sociales desfavorecidos'”. Estas metas nunca se alcanzaron.
Un informe de la UCA de 2018 sostiene que “sólo el 9% de los chicos escolarizados de 6 a 12 años van a una escuela con jornada extendida” y agrega que “14,5% de los alumnos de escuelas privadas van a jornada extendida, pero de las estatales apenas el 7,2%”. Este informe asegura que “la jornada extendida llega menos a los chicos más pobres, que son los que más la necesitan”, alcanzando sólo al 4,7% de las clases bajas.
El sistema actual marca una diferencia entre los sectores sociales. Entre los considerados “profesionales”, el 43,3% manda a sus hijos a la mañana y apenas el 17,5% lo hace por la tarde. Los que más asisten al turno tarde son los hijos de las familias más empobrecidas.
El Gobierno de la Ciudad se ha valido del reclamo de las familias por la jornada extendida para llevar adelante una política que la boicotea. Su intención es sostener la jornada completa sin modificar la infraestructura edilicia. Como esa infraestructura resulta precaria incluso para la jornada simple que hoy funciona, el proyecto resulta inviable. Para resolver esto, la propuesta es fusionar cursos y aumentar la cantidad de estudiantes por aula, agravando el hacinamiento. Se trata de una iniciativa que va en contra de las necesidades pedagógicas escolares básicas.
De todas maneras, el hacinamiento de estudiantes en las aulas no podrá compensar la falta de aulas para los estudiantes. Este año hubo 50 mil chicos que se quedaron sin vacantes para ingresar en la escuela pública y el 54% de los chicos inscriptos en nivel inicial no obtuvo un lugar. El paso de las jornadas simples a completas reducirá aún más la matrícula en el sistema público, lo que hará engrosar las matrículas del sistema privado.
Para la jornada completa no sólo se necesitan más aulas, sino escuelas preparadas para esa modalidad en forma integral. Esto implica la existencia de cocinas y comedores amplios que permitan a los estudiantes tener varias comidas a lo largo de las 8 horas que permanecerán en las escuelas. La propuesta del Gobierno de la Ciudad implica que los alumnos deberán utilizar sus propios pupitres para poder comer en las escuelas, que probablemente deban trasladar a un patio para después volverlos a entrar.
Otro aspecto del sostenimiento de la jornada completa es que se debe proveer a las escuelas con los alimentos en cantidad y calidad necesarios. Uno de los argumentos de muchas familias para rechazar la jornada completa en las escuelas es que las escuelas no cuentan con la alimentación necesaria para los chicos. Este año escalaron las denuncias por la mala calidad y cantidad de alimentos en las escuelas, mientras que los casos de intoxicaciones de chicos por ingerir alimentos en mal estado son una constante.
La jornada completa implica una mayor cantidad de materias o talleres. Para ello, las escuelas deben contar con salones de materias especiales, salones de usos múltiples, salones de música, patios cubiertos, etc.
Clarín señala que ya en algunos municipios del interior donde también se proyecta llevar adelante la jornada completa se ha visto esto como la oportunidad para avanzar con la conversión de las escuelas en instituciones al servicio del capital: “los directivos escolares presentaron los proyectos académicos que incluyen materias relacionadas con actividades de la región: turismo, producción agraria, ganadera ictícola, comercio”, según explicó la subsecretaria de Educación provincial, Claudia Bracchi.
La defensa de la jornada completa en las escuelas primarias es incompatible con la política fondomonetarista de ajuste que vienen llevando adelante los gobiernos. La burocracia sindical ha salido a fotografiarse con el embajador norteamericano, en una señal de acompañamiento del ajuste. El derecho a la educación pública de calidad se realizará sobre la base de la derrota de los gobiernos del FMI a través de un congreso de bases de la clase obrera.