Represión y desamparo a los pacientes del Hospital de Salud Mental ex Cenareso

Escribe Majo S.

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En el contexto de la cuarentena general decretada por el gobierno, se intensificó la situación ya crítica de los pacientes ambulatorios Hospital de Salud Mental y Adicciones Lic. Laura Bonaparte (ex Cenareso). Ya no cuentan con ningún espacio de contención y sólo pueden ingresar por guardia, en casos de emergencia, para retirar su medicación psiquiátrica. En su mayoría, por las condiciones de salubridad en las que viven, son pacientes con enfermedades crónicas de base formando parte del grupo de riesgo del COVID-19. Varios viven en la calle, ahora sitiada por las fuerzas represivas con aval para reprimir sin importar que no tengan a dónde ir.

El hospital ya venía funcionando casi sin turnos. Parte de su actividad pasaba por el funcionamiento de talleres y grupos terapéuticos coordinados por otros pacientes ya recuperados. Sumado a un almuerzo y merienda y la contención que requiere este tipo de cuadros. Con la pandemia, todo esto fue reducido solo al servicio de guardia. No se brindan los recursos necesarios para la atención.

Durante la primera semana de cuarentena se envió a la policía a dispersar a los pacientes que duermen en la puerta del hospital. El objetivo no fue garantizar el aislamiento obligatorio, ya que de este modo los obligaron a deambular en busca de comida y reparo exponiéndolos al contagio y a ser agentes de diseminación del virus.

Desde hace años, los abusos policiales contra los pacientes vienen en aumento. Son golpeados y maltratados sin ninguna causa. En esta situación de desamparo son discriminados y responsabilizados por su situación y tratados como si fueran invisibles o no existieran. No tienen perspectivas de reinsertarse a una vida digna y el consumo de drogas y alcohol termina siendo el único elemento capaz de “ayudarlos” en su supervivencia.

Actualmente es difícil saber por dónde deambulan las decenas de pacientes durante el día, la mayoría, se queda en capital donde es más fácil conseguir para comer. Algunos pocos pueden sostener contacto con su equipo terapéutico o van a los grupos que aun funcionan, pero sin seguimiento ni turnos.

Esta realidad de los pacientes del sistema de salud mental los coloca sin acceso a derechos básicos como el trabajo y la vivienda. Afrontan una mayor dificultad para sostener un tratamiento, ya que son estas mismas condiciones las que agravan o generan situaciones de vulnerabilidad y consumo. Se encuentran en abandono, ya que desde hace años los hospitales vienen siendo desmantelados.

En el ex Cenareso se redujeron los turnos y son los residentes los que garantizan la atención, los mismos que el año pasado estuvieron cinco meses sin cobrar su salario. Varios de ellos fueron instados a dejar sus puestos en otros hospitales para cubrir nuevos turnos y una guardia telefónica. Están sobrepasados por la situación sin poder atender a la demanda de pacientes en urgencia, no por falta de predisposición, pero sí por depender de un estado que sólo se hace presente por medio de las fuerzas represivas. Los trabajadores están en contacto directo con los pacientes sin recibir ningún elemento de bioseguridad, quedando completamente expuestos al contagio de la enfermedad.

Es fundamental primero que nada detener las acciones policiales sobre los pacientes y brindar espacios dignos y en condiciones para que mantengan su tratamiento; preservándolos y preservando a los trabajadores del hospital con los elementos necesarios.

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