Escribe Tribuna de Salud
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Las cinco jornadas de paro y movilización de residentes y concurrentes son la punta del iceberg del malestar de los trabajadores de la salud pública. Asambleas masivas repudiaron la vergonzosa paritaria acordada entre el gobierno de Larreta y las cúpulas albertistas de la Asociación de Médicos Municipales (AMM) y Federación de Profesionales.
En hospitales como el Moyano, el Penna, el Santojanni, el Fernández y el Gutiérrez, profesionales de planta suman su rechazo a las cuotas pactadas por la burocracia sindical, siempre por detrás de la inflación. Las residencias quirúrgicas comienzan a participar de las convocatorias y se debate cómo continuar la lucha si el martes 11 el ministro Quirós no da una respuesta a los reclamos.
Derrotemos la destrucción de la salud pública
La lucha iniciada por residentes y concurrentes sacó a la luz la situación de vaciamiento y destrucción de la salud pública. Residentes que cobran 300 pesos por hora, por debajo de la canasta de pobreza, pluriempleo forzado, desconocimiento de enfermería, cierre de concurrencias, colapso de la capacidad de atención y centenares de cargos de residencia que quedaron vacantes por las pésimas condiciones laborales.
La agresión sistemática a la salud pública es una política consciente del macrismo y todos los gobiernos, para apuntalar el negocio de la salud y forzar a la población a pagar sus cuotas en prepagas y clínicas privadas. Junto a la salud pública fenecen las obras sociales, como Obsba, con la complicidad de las mismas burocracias sindicales que entregan nuestros salarios.
El traspaso de los centros de salud al Ministerio, resistido por los trabajadores de los CeSACs, es una puntada más en una política de liquidación de los hospitales públicos, como lo fueron el 3x1 y el 5x1 en Salud Mental. Detrás de la destrucción del salario, hay una orientación privatista que pretende acabar con la centralidad que todavía conservan los efectores de la salud pública y su capacidad formadora.
Cómo seguimos
El mentiroso 86% en infinitas cuotas pactado por la burocracia está 15 puntos por debajo de la inflación esperada para 2022. Su impacto real es mucho menor, si tenemos en cuenta que las cuotas festejadas por AMM se contabilizan sobre (una parte del) salario de diciembre de 2021. Es una nueva rebaja del salario real, similar a la que Sutecba pactó contra enfermería.
Si había expectativa en el fin de la ‘era Gilardi’ en Médicos Municipales, la dirección de Rojo se encargó de tirarla a la basura. El nuevo Comité Ejecutivo aprobó la paritaria con el argumento de que es todo lo que el GCBA podía dar, debido al ajuste acordado entre el gobierno nacional y el FMI. La Federación de Profesionales no tuvo otra estrategia que ‘pegarse’ a la AMM.
Frente a esta realidad ruinosa, las asambleas autoconvocadas y los paros y movilizaciones de residentes y concurrentes pusieron en agenda la necesidad vital de un salario mínimo igual al costo de la canasta familiar real, como una primera medida elemental de defensa del sistema público de salud. Los paros semanales, sin embargo, cumplieron su ciclo, cuando el gobierno y la dirección de los sindicatos apuestan al desgaste que generan las medidas aisladas.
Es por eso que la huelga indefinida se discute a viva voz en las asambleas. Un método que entró en escena con la lucha de los obreros del neumático y que se manifiesta en las tomas de colegios y las huelgas docentes que recorren el país. Fue la clave, en 2019, para que residentes y concurrentes triunfaran contra la ley precarizadora de Larreta.
El martes 11 organicemos un cese masivo y una movilización multitudinaria a la reunión con Quirós. Vamos por 250 mil pesos en mano para R1, la indexación mensual, el pago de guardias y el fin de la precarización laboral en salud. Para quebrar la intransigencia del gobierno contra nuestras condiciones de vida, necesitamos poner toda la fuerza en movimiento. ¡Vamos adelante!