La burocracia sindical en “oferta”, los trabajadores en banda

Escribe Marcelo Ramal

Lo que dejó este 17.

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Algunos peronistas nostálgicos le reprocharon a las cabezas de la CGT y el pejota “no haber sido capaces” de convocar a un ´acto único´ para el 17 de octubre, y de ´perjudicar al gobierno´.

Candidaturas

El acto del Movimiento Sindical Peronista -con el barrionuevismo y los “gordos”- se destacó por el pedido reiterado de candidaturas para las listas del 2023. “Concejales, diputados, senadores”, listó Andrés Rodríguez, de UPCN. Descuenta una derrota del pejota-kirchnerismo en las presidenciales, y la aspiración de la burocracia de rescatar ´espacios´ en los recintos parlamentarios. Por la tarde, ese reclamo de candidaturas fue voceado por las burocracias “sociales” que se reunieron en La Matanza, aunque en este caso por medio de las PASO. La presencia parlamentaria es un escenario propicio para la colaboración política con los ganadores de la próxima elección, como ya ocurriera entre 2015 y 2019.

La agenda que se viene -los “gordos” lo saben bien- es la reforma laboral y previsional. Uno de líderes del MSP, Carlos Acuña, proclamó a Massa como el “mejor candidato a presidente”. Daer advirtió que los aumentos salariales “no sirven” si no baja la inflación –lo mismo que advirtió Kelly Olmos, la nueva ministra de Trabajo, para disuadir de los reclamos. Del mismo modo, los “gordos” saludaron el aumento del piso en el impuesto a las “ganancias”,otra excusa para bajarle precio a los pedidos salariales. El palco de los “gordos” fue completado por el anfitrión Lingieri, un ´allegado´ a los negocios capitalistas que ligan al massismo con Aguas Argentinas y la recientemente vendida Edenor.

Plaza de Mayo

A diferencia del acto de la mañana, los convocantes de la tarde -el moyanismo, la Cámpora y las dos CTAs- se empeñaron en una plaza masiva. Las fuentes periodísticas y oficiales, en cualquier caso, atribuyen una concurrencia que oscila entre las 30.000 y las 60.000 personas. El sindicalismo kirchnerista abogó también por el control de precios, en este caso, a través de un “observatorio”. Los oradores de la plaza se pronunciaron por un “aumento de suma fija”, un recurso para tirar la chancleta en los reclamos por reabrir o reajustar las negociaciones paritarias a la inflación galopante. En el palco de la plaza, estaban los representantes de gremios estatales y docentes, cuyas bases están envueltas en luchas por el salario. Ninguna de esas luchas, como la de la salud en CABA, mereció ni siquiera una mención. Lo mismo vale para los docentes universitarios, cuyos sindicatos pertenecen a la CTA. Yasky y Godoy ensayaron un envejecido “hay 2023”, por “Cristina Presidenta”. Un recurso gastado para consentir el ajuste actual, que Massa lleva adelante con la complacencia del clan Kirchner. Pablo Moyano se bajó de la lista de oradores. En su lugar, cerró el acto Mario Manrique, el secretario adjunto del SMATA, quien estuvo al frente de las experiencias flexibilizadoras en Toyota y viene de celebrar la ley de fomento automotriz, cuyos beneficios y prebendas a las patronales hacen empalidecer al dólar soja. Moyano recién habló para los medios al día siguiente, y lo hizo para reclamarle a ambos Férnandez “que se dejen de joder y arreglen el quilombo”. Se distanció así del fallido operativo “K”lamor insinuado en Plaza de Mayo.

Máximo Kirchner atacó al macrismo y volvió sobre la cuestión de la deuda, pero también de un modo particular: se preocupó por el próximo “perfil de vencimientos”, un modo solapado de abogar por una nueva reestructuración para después de 2023, algo que también pergeña el macrismo. Lo que el jefe de la Cámpora no dijo es que el paquete de la reestructuración viene condicionado a las “reformas” antiobreras y antiprevisionales que el FMI ya colocó en agenda.

Adónde vamos

El 17 de octubre fue la escenificación de un gobierno en desbande. Pero principalmente, desnudó el compromiso de la burocracia sindical y de las organizaciones sociales oficialistas en apuntalar al Estado y al régimen en derrumbe, contra cualquier irrupción independiente de los trabajadores. Unos y otros le suplicaron al gobierno la aplicación de un “control de precios” que saben impotente, pero que les sirve para gambetear lo ineludible –una lucha general de la clase obrera contra la degradación del salario, las jubilaciones y las condiciones laborales.

Para emerger del derrumbe político y fiscal, la burocracia sindical y el peronismo buscan un punto de apoyo en la gran patronal, al que Massa pretende atraer con los fabulosos incentivos que se están otorgando a las mineras, petroleras y al agronegocio. Este cuadro de situación amerita la urgencia de un congreso obrero y la preparación de la huelga general en defensa del salario y el derecho al trabajo.

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