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El proyecto para derogar las primarias abiertas y obligatorias ingresó al Congreso apenas unas horas después de la sanción “unitaria” del presupuesto 2023. La escalada de choques políticos al interior de oficialistas y opositores que se desató en cuestión de horas, demuestra que el presupuesto sólo los unificó en un propósito: poner en pie un plan de guerra contra los trabajadores. Más allá de esto, la fragmentación recorre a todos los bloques políticos.
El kirchnerismo, a través de Wado de Pedro, supone que con la suspensión de las PASO podría imponer al futuro candidato a presidente del oficialismo. Señaló que “el 100% de los gobernadores está de acuerdo con la suspensión”. Kicillof ensaya un operativo clamor detrás de “Cristina candidata”. Teniendo en cuenta que Máximo K descartó la postulación de su madre, es probable que Kicillof sólo apunte a obturar una candidatura de De Pedro, un frecuentador de la AmCham y del mundo empresario “nacional”.
Máximo Kirchnner se encargó, por otro lado, de fulminar la pretensión de Alberto Fernández de pelear la candidatura a través de una PASO: “un presidente en actividad no debería someterse a un escrutinio”. En cualquier caso, puso de manifiesto que un candidato del peronismo-kirchnerismo debería ser arbitrado por Cristina, ya sea para que ocupe ella misma el cargo o para que nomine al que corresponda. La prevención de Máximo hacia Alberto F. no valdría para el gobernador Kicillof y para los intendentes bonaerenses. Por eso, la suspensión no incluye a Buenos Aires y a su ley de internas abiertas.
Naturalmente, la suspensión, por sobre todo, apunta a la oposición que podría fracturarse si no logra dirimir sus candidaturas por medio de internas. La movida tiene sus contradicciones, porque la movilización política que desate una interna opositora autopromovida podría transformar a la suspensión de las PASO en un tiro por la culata.
Los observadores políticos no toman demasiado en serio las pretensiones reeleccionistas de Alberto y tampoco una candidatura de Massa. Pero detrás de las múltiples fracturas operan tentativas de reagrupamiento que tienen como base a poderosos intereses capitalistas. Los gobernadores pejotistas, como se ha dicho tantas veces, intentan desdoblar sus comicios provinciales para despegar sus aspiraciones reeleccionistas de los inciertos comicios nacionales. Pero otra cosa es suponer que se desentienden de la disputa presidencial. Los gobernadores han abrochado un abanico de acuerdos con los capitalistas del litio, el petróleo, el agronegocio y otras industrias decisivas. Esos acuerdos en los distritos no pueden abstraerse de quién presidirá el próximo Ejecutvo. Un buen número de gobernadores apuesta por Massa. CFK podría encabezar la lista bonaerense. Después de todo, acaba de votar el presupuesto del súper-ministro.
Alberto Fernández ofrece como zanahoria para el apoyo a su candidatura, la integración al futuro gobierno de elementos fuertemente ligados al capital internacional, como son Aracre -ex CEO de Syngenta- y Daniel Herrero, ex de Toyota. Massa ya ha movilizado a su favor a gran parte del 'establisment' político y financiero de Estados Unidos. De Mendiguren acaba de viajar a los Estados Unidos para destrabar restricciones comerciales a las exportaciones de Techint y de los exportadores de citrus, entre otros.
Los límites de todas estas movidas están a la vista: ocurre que el plan de guerra contra las masas no resuelve la crisis financiera del Estado, originada por la carga monumental de la deuda pública. Una calificadora de riesgo bajó todavía más la puntuación de Argentina, a default potencial.
La suspensión de las PASO, más allá de las maniobras de corto vuelo que conlleva, es una tentativa de allanar el tránsito de esta crisis, ahorrándole la deliberación política que implica una serie de elecciones sucesivas. Por encima de la cuestión electoral, todos los bloques de la burguesía temen como la peste a una intervención histórica de la clase obrera.